¿QUÉ TOCAMOS?
Padre Javier Leoz
1.- Cuenta una hermosa leyenda que Tomás fue a predicar el evangelio a la India. Y
un rey le dio dinero para que le edificara un palacio. Pero Tomás distribuía el dinero
entre los pobres y les anunciaba la muerte y resurrección de Jesús. Y muchos se
hicieron cristianos.
"¿Cómo va mi palacio?", le preguntaba el rey. "Va muy bien" y el rey le daba más
dinero. Al cabo de un tiempo, la ciudad toda era ya cristiana. Un día el rey le dijo a
Tomás: "¿Cuándo podré ver mi palacio?" "Majestad, pronto lo verá terminado", le
contestó.
"¿Por qué no puedo verlo hoy? Llévame a verlo ahora mismo", le dijo el rey.
Tomás paseó al rey Vecius por la ciudad y le señalaba a la gente y le explicaba
cómo sus vidas habían cambiado para bien.
--¿Dónde está mi palacio?, preguntaba el rey.
--Está a su alrededor y es un hermoso palacio. Qué pena que no pueda verlo.
Espero pueda verlo un día, le decía Tomás.
--¿Qué has hecho con mi dinero, ladrón?
--Tu palacio está hecho de personas, tu palacio es tu gente. Ya no son pobres y
ahora creen en Jesús. Tus gentes son las torres de tu palacio. Dios vive en ellos. Tu
palacio es un magnífico palacio.
Tomás fue encarcelado. Pero el rey vio poco a poco el cambio de la gente y cómo
por el poder de la resurrección de Jesús, éste vivía en el corazón de las gentes. El
último en convertirse fue el rey y éste liberó a Tomás. Y su palacio no fue una obra
de piedras sino de corazones vivos y creyentes.
2.- Aún sin haber visto al Resucitado, al contrario que Tomás, creemos en el
prodigio de la Resurrección. Para que algunos descubran el costado abierto de
Cristo en medio del mundo. Para que otros incrédulos puedan meter sus dedos en
los agujeros de las manos del Señor, qué bueno sería que pensáramos que
nosotros somos las señales, los agujeros o los pies del mismo Jesús.
Para ello hemos de creer con todas las consecuencias en aquello que la Pascua nos
ha brindado: ¡Cristo es la Salvación!
--¿Tocamos de lleno su Gracia? ¿Disipamos las dudas que intentan disuadirnos del
camino que hemos emprendido de la fe?
--¿Rozamos, con nuestro corazón, los sentimientos de Cristo? ¿Hacia dónde se
inclinan nuestros pensamientos y deseos?
3.- Que la pascua del Señor, que sigue anunciando y trayéndonos vida en
abundancia, nos ayude a insertarnos de lleno en la persona de Jesús. A llevar, en
este octavo día y siempre, la Buena Noticia de que está vivo y presente entre
nosotros.
¿A quién hemos deseado unas felices pascuas? ¿Tal vez a nadie? ¿No será en el
fondo que, por no vivir la Pascua profundamente, no nos sale decir “yo he tocado el
costado de Cristo” “yo he estado con Cristo” “yo he hablando con Cristo”?
¡Feliz Pascua! ¡Felices con la paz que nos trae el Señor!
4.- DAME DE TU PAZ, SEÑOR
Aquella que viene del cielo, que es azul y sólida
que me recuerda que es posible un orden nuevo
con unas metas y miras más altas.
DAME DE TU PAZ, SEÑOR
La que nace de un costado
que, traspasado por una lanza,
me enseña que –la paz- es consecuencia
de una vida entregada, con renuncias,
con valor y con un corazón regalándose
DAME DE TU PAZ, SEÑOR
La paz que, en manos traspasadas por clavos,
me insinúa que, la fraternidad,
sólo será posible cuando existan brazos abiertos
ojos que miren con mirada de hermanos
con pisadas que ayuden e indiquen el camino
a la gente que se encuentra perdida.
DAME DE TU PAZ, SEÑOR
No me des la paz que anuncia la televisión
No me des la paz que se confunde con una tregua
No me des la paz en la que siempre pierden los mismos
No me des la paz que orquesta el mundo.
Yo, Señor, quiero tu paz:
La paz que respeta a todos
La paz que nace desde lo más profundo del cielo
La paz que es consecuencia del amor
La paz que es fuente del calor del corazón
La paz que es alegría de tu ser resucitado
DAME DE TU PAZ, SEÑOR
Esa paz que, todavía, muchos no conocen
Esa paz que, algunos, no desean porque les viene grande
Esa paz que, por ser celestial, sólo la puedes ofrecer Tú
desde la cruz y por tu Resurrección
DAME DE TU PAZ, SEÑOR
Tan diferente de la que ofrecen los pacifistas
Tan gigante que deja diminuta a la de la tierra
Tan inalcanzable que sólo Tú la puedes ofrecer
Tan duradera que sólo Dios la puede firmar
Tan necesaria que, por nosotros mismos,
nunca la podremos conquistar
DAME DE TU PAZ, SEÑOR
Y, si no puedes dármela Señor,
reina en mis entrañas
Vive en mi corazón y…
sé que entonces yo seré artífice de tu paz.
Amén.