“Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo. Tóquenme y vean"
Lc 24, 35-48
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
LOS DÍAS DE JESÚS, EL CONSOLADOR DE ISRAEL Y EL RESTAURADOR DE TODAS
LAS COSAS
Habla Pedro de la segunda venida de Jesús como Mesías, y la presenta como la que nos trae
los “los tiempos de la consolación”, “los tiempos de la restauración de todas las cosas”.
Propone una visión amplia y solemne de la historia de Israel, una historia que es un camino
hacia los días de Jesús, el consolador de Israel y el restaurador de todas las cosas. Todo
concurre a preparar este gran día de la bendición mesiánica sobre todas las cosas, a partir de
Israel y hasta “todas las familias de la tierra”, incluso a toda la creación. La respiración de la
Iglesia ya es universal desde el comienzo, e incluye toda la realidad redimida por la cruz de
Cristo.
Pedro extiende la mirada al futuro de Dios con el optimismo de quien sabe que la resurrección
es el hecho decisivo, aunque también con la conciencia de que habrá un acto final, donde el
misterio salvífico de la resurrección será revelado en plenitud y extendido a todos los pueblos y
a toda la creación. Se enuncia ya aquí el ya y el todavía no de la historia cristiana: ésta se
mueve entre el “ya” de la pascua y el “todavía no” de la reconstrucción definitiva de todas las
cosas. Entre ambos límites se sitúa el tiempo oportuno para la conversión, para hacernos
dignos de las bendiciones mesiánicas, las ya realizadas y las que vendrán.
ORACION
¡Qué estrecha es, Señor, mi perspectiva! Mi problema de hoy me atosiga, me preocupa, parece
que es todo. Sin embargo, me hace falta situar las cosas de cada día en el vasto horizonte de
la historia de la salvación, especialmente entre el ya de la resurrección y el todavía no de la
reconstrucción final. ¡Qué alivio tendrían con ello mis pequeñas acciones y mis pequeñas o
grandes preocupaciones!
Ayúdame, Señor, a hacer cada día el encuadre de la situación, no tanto para relativizar mis
cosas como para insertarlas en el plano general de la historia de la salvación. Ilumíname y
ayúdame no a disminuir el valor de lo cotidiano, sino a comprender su seriedad y su alcance
dentro de esta historia. Ya no vivo en los tiempos de la ignorancia, sino en los de la conversión,
en los de la espera laboriosa, en los de la confianza, en los del optimismo, en los de la
aceleración de la venida de la consolación de Dios.
Oh Señor, hazme caminar hacia estos tiempos definitivos con paso ágil, con el corazón
ardiente, con manos laboriosas, con optimismo, porque estás preparando la reconstrucción de
todo lo que nosotros hemos deformado a lo largo de los milenios de nuestra historia.