II Semana de Pascua
Con permiso de dominicos.org
Jueves
“El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús”
I. Contemplamos la Palabra
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 5,27-33
En aquellos días, los guardias condujeron a los apóstoles a presencia del
Sanedrín, y el sumo sacerdote les interrogó: -«¿No os habíamos prohibido
formalmente enseñar en nombre de ése? En cambio, habéis llenado Jerusalén
con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese
hombre.» Pedro y los apóstoles replicaron: - «Hay que obedecer a Dios antes
que a los hombres. El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, a quien vosotros
matasteis, colgándolo de un madero. La diestra de Dios lo exaltó, haciéndolo
jefe y salvador, para otorgarle a Israel la conversión con el perdón de los
pecados. Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los
que le obedecen.» Esta respuesta los exasperó, y decidieron acabar con ellos.
Sal 33, 2 y 9. 17-18. 19-20 R. Si el afligido invoca al Señor, él lo escucha.
Bendigo al Señor en todo momento,
su alabanza está siempre en mi boca.
Gustad y ved qué bueno es el Señor,
dichoso el que se acoge a él. R/.
El Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha
y lo libra de sus angustias. R/.
El Señor está cerca de los atribulados,
salva a los abatidos.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor. R/.
Lectura del santo evangelio según san Juan 3, 31-36
El que viene de lo alto está por encima de todos. El que es de la tierra es de la
tierra y habla de la tierra. El que viene del cielo está por encima de todos. De lo
que ha visto y ha oído da testimonio, y nadie acepta su testimonio. El que
acepta su testimonio certifica la veracidad de Dios. El que Dios envió habla las
palabras de Dios, porque no da el Espíritu con medida. El Padre ama al Hijo y
todo lo ha puesto en su mano. El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que
no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
II. Oramos con la Palabra
JESUCRISTO: yo creo firmemente que tú eres el Hijo de Dios, mi Señor, mi
Salvador. Por eso espero la vida eterna, que ya ha comenzado en mí el día
grande de mi bautismo. Todo lo ha puesto el Padre en tu mano: también mi vida
y mi salvación.
Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de
EDIBESA.
III. Compartimos la Palabra
“El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús”
Seguimos con el libro de los Hechos de los Apóstoles, donde se nos muestra la
doble postura ante Jesús Resucitado. Por una parte, la de las autoridades judías,
que rechazaron a Jesús en vida y también ahora como Resucitado. Por otra, la
de los apóstoles, que después de un primer momento de duda, cuando el mismo
Jesús les convence de su resurrección, se lanzan con valentía a proclamar esta
gran noticia.
Salvando las distancias, nos encontramos en el siglo XXI en parecida situación.
Los que niegan y rechazan, por diferentes motivos, a Jesús, su vida, muerte y
resurrección, y los que, con la ayuda de Él mismo, aceptamos a Jesús
resucitado. Pero no como una verdad abstracta, sino como el que mueve y guía
nuestra vida, todos nuestros pasos, sabiendo que corremos su misma suerte y
que nos espera también a nosotros, la resurrección. Lo que nos toca ahora es,
con nuestras palabras y nuestras obras, ser testigos de su resurrección.
“El que Dios envió habla las palabras de Dios”
Sigue el diálogo de Jesús con Nicodemo, “el magistrado judío que fue a ver a
Jesús de noche”. Algo que nos queda claro en esta entrevista con Nicodemo,
confirmado por otros muchos pasajes del evangelio, es que las palabras de Jesús
son especiales, no son sólo palabra de hombre, sino palabras del mismo Dios:
“El que Dios envió habla las palabras de Dios”. No son palabras de un filósofo
sabio, de un científico reconocido, de un literato afamado, que al fin y al cabo
son hombres y llegan en su búsqueda de la verdad hasta donde llegan. Nos
encontramos ante Jesús, que nos da la opinión, ni más ni menos, que de Dios, el
que no se equivoca, el que es la Sabiduría personificada, el que es la Luz, la
Verdad… Con gusto, con emoción, porque no sólo ha conquistado nuestra
mente, sino nuestro corazón, aceptamos todas sus palabras que iluminan
poderosamente nuestro peregrinar por esta tierra, antes de llegar al “cielo nuevo
y la tierra nueva” prometidos.
Fray Manuel Santos Sánchez
La Virgen del Camino