Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo de Pascua,
Semana No. 2, Viernes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas:
Textos para este día:
Hechos 5,34-42:
En aquellos días, un fariseo llamado Gamaliel, doctor de la Ley, respetado por todo
el pueblo, se levantó en el Sanedrín, mandó que sacaran fuera un momento a
aquellos hombres y dijo: "Israelitas, pensad bien lo que vais a hacer con esos
hombres. No hace mucho salió un tal Teudas, dándoselas de hombre importante, y
se le juntaron unos cuatrocientos hombres. Fue ejecutado, dispersaron a todos sus
secuaces, y todo acabó en nada. Más tarde, cuando el censo, salió Judas el Galileo,
arrastrando detrás de sí gente del pueblo; también pereció, y dispersaron a todos
sus secuaces. En el caso presente, mi consejo es éste: No os metáis con esos
hombres; soltadlos. Si su idea y su actividad son cosa de hombres, se dispersarán;
pero, si es cosa de Dios, no lograréis dispersarlos, y os expondríais a luchar contra
Dios."
Le dieron la razón y llamaron a los apóstoles, los azotaron, les prohibieron hablar
en nombre de Jesús y los soltaron. Los apóstoles salieron del Sanedrín contentos de
haber merecido aquel ultraje por el nombre de Jesús. Ningún día dejaban de
enseñar, en el templo y por las casas, anunciando el Evangelio de Jesucristo.
Salmo 26:
El Señor es mi luz y mi salvación, / ¿a quién temeré? / El Señor es la defensa de mi
vida, / ¿quién me hará temblar? R.
Una cosa pido al Señor, / eso buscaré: / habitar en la casa del Señor / por los días
de mi vida; / gozar de la dulzura del Señor, / contemplando su templo. R.
Espero gozar de la dicha del Señor / en el país de la vida. / Espera en el Señor, sé
valiente, / ten ánimo, espera en el Señor. R.
Juan 6,1-15:
En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de
Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con
los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos.
Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al
ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: "¿Con qué compraremos panes para
que coman éstos?" Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer.
Felipe le contestó: "Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le
toque un pedazo."
Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: "Aquí hay un
muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso
para tantos?" Jesús dijo: "Decid a la gente que se siente en el suelo." Había mucha
hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil. Jesús
tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados,
y lo mismo todo lo que quisieron del pescado.
Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: "Recoged los pedazos que han sobrado;
que nada se desperdicie." Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos
de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente
entonces, al ver el signo que había hecho, decía: "Este sí que es el Profeta que
tenía que venir al mundo." Jesús, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo
rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.
Homilía
Temas de las lecturas: Salieron contentos de haber merecido aquel ultraje por el
nombre de Jesús * Una cosa pido al Señor: habitar en su casa. * Repartió a los que
estaban sentados todo lo que quisieron
1. Muerte sin derrota
1.1 Gamaliel recoge de la memoria de los judíos varios ejemplos en los que hay un
común denominador: a la muerte de un líder sigue la dispersión de sus seguidores.
Y con juicio sensato estima este maestro de la ley que en esos hechos asoma un
buen criterio para analizar lo que sucede con ese fenómeno que es nuevo para
ellos: los seguidores del crucificado.
1.2 Afirma Gamaliel que, si todo es cosa de hombres, seguirá la regla de las cosas
humanas: muerto el líder se dispersarán sus discípulos. Al fin y al cabo, se supone
que nadie va detrás de un fracasado; nadie da la vida por quien ya ha muerto.
1.3 Uno podría pensar que este criterio no es absoluto, porque hemos conocido
obras simplemente humanas que duran muchos siglos. Religiones paganas y credos
orientales han resistido miles de años sin diluirse. Mas hay que tener en cuenta el
contexto en el que habla Gamaliel: no se refiere él a las religiones en general, sino
a un momento y un lugar específicos, pues todos sus ejemplos tienen en común la
fe en Dios y en sus promesas.
1.4 Las religiones paganas no tienen una promesa más allá del ciclo infinito de la
naturaleza a la que divinizan; las prácticas orientales son básicamente anestésicos
para la mente. Este tipo de religiones adormecen los anhelos más profundos del
alma, aquellos que en cambio encontramos con fuerza colosal en la palabra de los
profetas del Antiguo Testamento. La muerte de un adormecido no hace suficiente
ruido como para despertar a sus seguidores; la muerte de un macabeo, en cambio,
o la de un mártir de la alianza necesariamente confronta a sus seguidores: ¿vale la
pena seguir ese mismo camino?
1.5 Y es aquí donde resulta notable la fe cristiana: una religión que no dopa, un
credo que nos estrella con el rostro abominable de la muerte, y que sin embargo da
un vigor superior a la muerte. Una religión que canta la gloria del Resucitado.
2. Pan de Vida
2.1 El evangelio de hoy nos ofrece una mirada distinta al misterio del Cristo Vivo: él
es quien da la vida. Tal es la razón del pasaje de la multiplicación de los panes, en
el capítulo sexto de San Juan, texto que aquí escuchamos sobre todo porque habla
de la vida que nos da Cristo con su ofrenda.
2.2 En efecto, así como el pan se parte para repartirse, y muere cuando se
comparte, para así darnos vida, así Cristo con su ofrenda de Pascua es el pan que
da la vida que no acaba. Porque el pan que conocemos, ese que llega a nuestras
mesas, no da la vida; aplaza la muerte. Y en el precioso milagro que hoy
escuchamos Cristo toma el pan nuestro y lo hace pan suyo, y de un pan que retrasa
la muerte hace un pan que comunica la vida que no acaba.
2.3 La gente quería hacer a Cristo su rey. Un reinado que él no acepta, porque han
recibido el pan sin entender el signo. Y para el Señor es más importante el signo,
que abre una puerta hacie el cielo, que el solo pan, que es vida que acaba en esta
tierra.