Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo de Pascua,
Semana No. 3, Martes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Señor Jesús, recibe mi espíritu * A tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu. * No fue Moisés, sino que es mi Padre el que da el
verdadero pan del cielo
Textos para este día:
Hechos 7,51-8,1a:
En aquellos días, Esteban decía al pueblo, a los ancianos y a los escribas: "¡Duros
de cerviz, incircuncisos de corazón y de oídos! Siempre resistís al Espíritu Santo, lo
mismo que vuestros padres. ¿Hubo un profeta que vuestros padres no
persiguieran? Ellos mataron a los que anunciaban la venida del Justo, y ahora
vosotros lo habéis traicionado y asesinado; recibisteis la Ley por mediación de
ángeles, y no la habéis observado."
Oyendo estas palabras, se recomían por dentro y rechinaban los dientes de rabia.
Esteban, lleno de Espíritu Santo, fijó la mirada en el cielo, vio la gloria de Dios, y a
Jesús de pie a la derecha de Dios, y dijo: "Veo el cielo abierto y al Hijo del hombre
de pie a la derecha de Dios." Dando un grito estentóreo, se taparon los oídos; y,
como un solo hombre, se abalanzaron sobre él, lo empujaron fuera de la ciudad y
se pusieron a apedrearlo. Los testigos, dejando sus capas a los pies de un joven
llamado Saulo, se pusieron también a apedrear a Esteban, que repetía esta
invocación: "Señor Jesús, recibe mi espíritu." Luego, cayendo de rodillas, lanzó un
grito: "Señor, no les tengas en cuenta este pecado." Y, con estas palabras, expiró.
Saulo aprobaba la ejecución.
Salmo 30:
Sé la roca de mi refugio, / un baluarte donde me salve, / tú que eres mi roca y mi
baluarte; / por tu nombre dirígeme y guíame. R.
A tus manos encomiendo mi espíritu: / tú, el Dios leal, me librarás; / yo confío en
el Señor. / Tu misericordia sea mi gozo y mi alegría. R.
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, / sálvame por tu misericordia. / En el asilo de
tu presencia los escondes / de las conjuras humanas. R.
Juan 6,30-35:
En aquel tiempo, dijo la gente a Jesús: "¿Y qué signo vemos que haces tú, para que
creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto,
como está escrito: "Les dio a comer pan del cielo."" Jesús les replicó: "Os aseguro
que no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el
verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al
mundo." Entonces le dijeron: "Señor, danos siempre de este pan." Jesús les
contestó: "Yo soy el pan de la vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que
cree en mí nunca pasará sed."
Homilía
Temas de las lecturas: Señor Jesús, recibe mi espíritu * A tus manos, Señor,
encomiendo mi espíritu. * No fue Moisés, sino que es mi Padre el que da el
verdadero pan del cielo
1. Verdadero discípulo
1.1 Esteban, el primero de la inmensa legión de los mártires cristianos, mostró en
su sabiduría y en su virtud de quién era discípulo; pero sobre todo lo manifestó con
su modo de dar la vida. Así como Jesús, también este seguidor de Jesús ruega por
sus propios verdugos; y lo mismo que su Maestro, Esteban entrega su espíritu al
Creador.
1.2 La semejanza no termina ahí. En los evangelios vimos cómo en Jesucristo se
hallaban a la vez una increíble fortaleza y una entrañable misericordia. La
compasión no lo hace débil frente al error; la claridad de su denuncia no lo hace
feroz ni vengativo con sus mismos adversarios. Así es también Esteban: claro y a la
vez intercesor de quienes le traicionan y calumnian. El motivo es simple: a imagen
de Cristo, está tan lleno de verdad como de amor.
2. Contemplar la gloria de Cristo
2.1 En el momento de la máxima humillación, Esteban contempla la máxima
glorificación. En este hecho hay una enseñanza para nosotros. Esteban no es un
maniático ni un fanático; es alguien que ha entendido que el Crucificado es el
mismo Resucitado, y que por consiguiente: abrazar la Cruz de Cristo es ser
abrazado por la gloria de Cristo.
2.2 La visión de Esteban, por otra parte, no se limita al Señor. Él ve "los cielos
abiertos". La imagen de los cielos "cerrados" aparece más de una vez en el Antiguo
Testamento. El Deuteronomio amenaza en este sentido por desobediencia a Dios:
"Cuidaos, no sea que se engañe vuestro corazón y os desviéis y sirváis a otros
dioses, y los adoréis. No sea que la ira del Señor se encienda contra vosotros, y
cierre los cielos y no haya lluvia y la tierra no produzca su fruto, y pronto perezcáis
en la buena tierra que el Señor os da" (Dt 11,16-17).
2.3 Y de hecho, Elías, el gran profeta, obtuvo fama principalmente por haber
cerrado los cielos, en castigo a la apostasía generalizada de Israel, pues así leemos:
"Entonces Elías tesbita, que era de los moradores de Galaad, dijo a Ajab: Vive el
Señor, Dios de Israel, delante de quien estoy, que ciertamente no habrá rocío ni
lluvia en estos años, sino por la palabra de mi boca" (1 Re 17,1).
2.4 Ahora con Cristo Glorioso los cielos se han abierto. Los bienes de lo alto están
prestos a descender, especialmente el bien por excelencia, el don por antonomasia,
que es el Espíritu Santo.
3. Buena pregunta
3.1 "¿Cuál es tu obra", preguntan los judíos a Jesús. El solo hecho de que esta
pregunta se formule atrae nuestra atención. En la perspectiva de Juan la fe no es
una apuesta en el vacío, ni una lotería contra el banco de la nada: es el fruto propio
de VER una SEÑAL. Las dos palabras aquí destacadas son fundamentales: cuando
vemos las señales llegamos a creer. Y una señal es una OBRA; algo que cambia la
vida, que trae ser, que hace distinta la historia.
3.2 Este descubrimiento es importante: la fe no es el resultado de un razonamiento
elaborado, ni de una emoción cuidadosamente cultivada y encauzada, ni es la
consecuencia inevitable de una costumbre social. La fe brota de VER una OBRA;
algo que cambia mi vida; algo que hace distinta la vida.
3.3 Y la obra de Cristo es clara, magnífica, única. Él es el que se da en alimento, el
que a través de su suprema donación hace distinta la vida, redimiéndola,
salvándola, perdonándola. ¡Bendito Cristo Redentor!