“Qué debemos hacer para realizar las obras de Dios?”
Jn 6, 22-29
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
EVANGELIO, ANUNCIADO NO SÓLO EN JERUSALÉN, SINO “HASTA LOS
CONFINES DE LA TIERRA ”.
Esteban es el primer apóstol de los helenistas. Suyo fue el primer intento de
inculturación, constituido por un decidido distanciamiento respecto al judaísmo
tradicional. Pero no consiguió su objetivo en algunos de los suyos. También hay
conservadores entre los procedentes de la diáspora, quizás incluso más que entre
los propios judíos palestinenses. Probablemente se debiera a la necesidad de
defender su propia identidad. La primera aproximación al mundo judío de lengua y
cultura griega es rechazada también por los notables. Esteban sigue así el destino
de Jesús: es rechazado. Al parecer, el precio que hay que pagar para abrir nuevos
caminos es ser incomprendido, malentendido, rechazado, calumniado y condenado.
Sin embargo, también es verdad que del martirio de Esteban proceden frutos muy
copiosos precisamente a partir de los griegos: y no sólo de los judíos de lengua
griega, sino de toda la cultura griega.
Esteban es un provocador, y, por eso, se mete él mismo en el camino del martirio,
como sucede en toda sociedad intolerante. Ahora bien, su provocación procede de
una sabiduría superior, es fruto de una peculiar comprensión del plan de Dios. Este
plan preveía que el Evangelio fuera anunciado no sólo en Jerusalén, sino “hasta los
confines de la tierra”. El Espíritu se sirve del carácter entusiasta y “belicoso” de
Esteban para agitar el ambiente: Esteban pierde, pero la causa del Evangelio
recorrerá el mundo.
ORACION
Señor, tenemos necesidad de testigos animosos como Esteban. Tenemos
necesidad de anunciadores “imprudentes” como él, que agitan a los adversarios y a
los amigos, dentro y fuera de nuestros círculos. Tenemos necesidad de profetas
“incmodos”, como se decía hace algunos aos, para difundir la Buena Nueva.
Tenemos necesidad de hombres y mujeres que no tengan miedo de hacer frente a
las incomprensiones y los malentendidos a causa de tu nombre. Tenemos
necesidad de personas que sean capaces de recorrer nuevos caminos y no tengan
miedo a no ser comprendidos por esos mismos por quienes se comprometen y se
dejan la piel.
Señor, danos estos testigos fuertes, ánimos animosos.
Señor, no permitas que nos ceguemos hasta el punto de no comprenderlos e incluso
aislarlos, calumniarlos, contribuyendo con nuestra incomprensión a marginarlos y -
no lo permitas, Señor!- a condenarlos.