"Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.”
Jn 6, 60-69
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. ¡ES DURO ESTE LENGUAJE! ¿QUIÉN PUEDE ESCUCHARLO?
Con el fragmento del Evangelio de Hoy, completamos el Capitulo 6 de san Juan, el que no
ha acompañado durante ocho días. Las enseñanzas de Jesús, del mismo modo como a
nosotros nos causa un efecto impactante, en aquel tiempo a los discípulos y los apóstoles,
también les causo un efecto especial. San Juan siempre nos dice el efecto que le causaba
el discurso de Jesús a la muchedumbre, pero ahora lo hace con estos casos concretos.
Después de escuchar la enseñanza de Jesús, muchos de sus discípulos decían: ¡Es duro
este lenguaje! ¿Quién puede escucharlo? Esta doble enseñanza de Jesús produce
escándalo en los discípulos. Estos están contrapuestos a los apóstoles, y por este pasaje
se sabe que eran muchos. En diversas ocasiones, los evangelios hablan de discípulos de
Jesús. Para ellos era esta enseñanza dura, no de comprender, sino de admitir; pues por
comprenderla es por lo que no quisieron admitirla. Era doble: que él bajó del cielo su
preexistencia divina y que daba a comer su carne.
2. ¿ESTO LOS ESCANDALIZA?
Jesús les responde con algo que es diversamente interpretado. Jesús, sabiendo lo que sus
discípulos murmuraban, les dijo: ¿Esto los escandaliza? ¿Qué pasará, entonces, cuando
vean al Hijo del hombre subir donde estaba antes? Si esto es escándalo para ellos, ¿qué
sería si lo vieran subir a donde estaba antes? Por la forma como lo dice, hace ver su origen
divino: donde estaba antes era en el cielo (San Juan 17:5.24), de donde bajó por la
encarnación. Esta respuesta de Jesús, para unos vendría a aumentarles el escándalo, al
ver subir al cielo al que, por lo que decía y exigía, venían a considerar por blasfemo. Para
otros, estas palabras que se refieren a la ascensión, serían un principio de solución: verían
un cuerpo no sometido a ley de la gravedad; por lo que a un tiempo demostraba, subiendo a
donde estaba antes, que era Dios, y que podía dar a comer su carne de modo prodigioso
eucarístico sin tener que ser carne partida y sangrante.
3. EL ESPÍRITU ES EL QUE DA VIDA, LA CARNE DE NADA SIRVE.
En la perspectiva literaria de San Juan, probablemente se refiere a ambas cosas. Para
precisar más el pensamiento, les dice que el espíritu es el que da vida, mientras que la
carne no aprovecha para nada. De esta frase se pueden dar dos interpretaciones:
Pudiera, a primera vista, parecer esta frase un proverbio, ya que Jesús no dice mi carne.
Sin embargo, en la psicología judía, el principio vivificador de la carne, de la vida sensitivo-
vegetativa aunque no muy precisa , no era el espíritu sino el alma. Por eso, si la
expresión procediese de un proverbio, éste estaría modificado aquí por Jesús, con objeto
de que sobre él se aplicase esta sentencia.
Así como la carne sin vida no aprovecha, de nada sirve dice Jesús, pues el alma, el espíritu
vital, es el que la vitaliza, así aquí, en esta recepción de la carne eucarística de Jesús, que
no es carne sangrante ni partida, ella sola nada aprovecharía; pero es carne vitalizada por
una realidad espiritual, divina, que es el principio vitalizador de esa carne eucarística, y, en
consecuencia, de la nutrición espiritual que causa en los que la reciben. Sería una
interpretación en función de lo que se lee en el mismo San Juan: Lo que nace de la carne,
es carne; pero lo que nace del Espíritu, es espíritu (San Juan 3:6).
Jesús, contrapone el espíritu a la carne, que es materia, por eso dice que la carne no sirve
para nada, mientras que es el espíritu el que da la vida, y las palabras que dice el espíritu
también son palabras de vida.
4. LA EUCARISTÍA ES LA CARNE DE DIOS, QUE, POR LO MISMO,
VIVIFICA.
Por eso, el concilio de Efeso condenó al que negase que la carne del Señor no sea
vivificadora, pues fue hecha propia del Verbo poderoso para vivificar todas las cosas.
Otra interpretación está basada en que sólo se afirma con ello la imposibilidad humana de
penetrar el misterio encerrado en estas palabras de Jesús. Carne o carne y sangre son
expresiones usuales para expresar el hombre en su sentido de debilidad e impotencia (San
Juan 1:14; Mt 16:17, etc.). Aquí la carne, el hombre que entiende esto al modo carnal, no
logra alcanzar el misterio que encierra; sólo se lo da la revelación del Espíritu.
En función de la interpretación que se adopte está igualmente la valoración del versículo
siguiente: Las palabras que les dije son Espíritu y Vida.
En el segundo caso, el sentido de éstas es: aunque el hombre por sus solas fuerzas no
puede penetrar el misterio de esta enseñanza de Jesús si no es por revelación del Espíritu,
éste, por Jesús, dice que estas palabras son espíritu y vida, porque son portadoras o
causadoras para el ser humano de una vida espiritual y divina.
En el primer caso, el sentido es que las enseñanzas eucarísticas de Jesús Las palabras
que les dije son vida espiritual, porque esa carne está vitalizada por una realidad
espiritual y divina, que es el Verbo hecho carne (San Juan 1:14).
5. DESDE ESE MOMENTO, MUCHOS DE SUS DISCÍPULOS SE
ALEJARON DE ÉL Y DEJARON DE ACOMPAÑARLO
Pero estas enseñanzas de Jesús no encontraron en muchos de sus discípulos la actitud de
fe y sumisión que requerían. Y las palabras que ellos llamaron duras, les endurecieron la
vida, y no creyeron en El; Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él
y dejaron de acompañarlo. En un momento rompieron con El, retrocedieron, y ya no le
seguían en sus misiones giradas por Galilea. Pero san Juan, conforme a su costumbre,
destaca que esto no fue sorpresa para Jesús, pues El sabía desde el principio quiénes eran
los no creyentes, lo mismo que quién le había de entregar. Es, pues, la ciencia sobrenatural
de Jesús la que aquí destaca de una manera terminante. Este desde ese momento, hace
ver que se trata del momento en que cada uno de ellos fue llamado por Jesús al
apostolado.
Desde ese momento, muchos de sus discípulos se alejaron de él y dejaron de acompañarlo.
Jesús preguntó entonces a los Doce: ¿También ustedes quieren irse? Simón Pedro le
respondió: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros hemos
creído y sabemos que eres el Santo Dios.
6. SAN JUAN, NOS PONE AHORA LA CUESTIÓN DE FIDELIDAD QUE
JESÚS PLANTEA A LOS APÓSTOLES.
Jesús plantea abiertamente el problema de su fidelidad ante El, a causa de esto, a sus
apóstoles. La partícula interrogativa con que se lo pregunta supone una respuesta negativa.
No dudaba Jesús de ellos, pero habían de hacer esta confesión en uno de esos momentos
trascendentales de la vida.
Y le confiesa que no pueden ir a otro, pues sólo El tiene palabras de vida eterna, porque la
enseñan y la confieren, como relatan los evangelios. Y le confiesa por el Santo de Dios, que
es equivalente al Mesías (Jn 10:36; Mc 1:24). No deja de ser un buen índice de fidelidad
histórica, y del entronque de san Juan con los sinópticos, el que aquí, en este evangelio del
Hijo de Dios (Jn 20:31), se conserve esta expresión. Y ante el Santo de Dios, el Mesías, no
cabe más que oírle y obedecerle. Ya no bastan Moisés ni los profetas.
Aquí se contrapone acusadamente su fe en El por los apóstoles Nosotros hemos creído y
sabemos , frente a la incredulidad ligera de los discípulos que le abandonaron (Jn 17:8).
7. LA CONFESIÓN DE PEDRO EN NOMBRE DE TODOS ERA
MARAVILLOSA, ES MODELO PARA CUALQUIER CREYENTE.
Esta confesión, nace de una discusión entre Jesús y sus oyentes. Jesús expone sus
enseñanzas sobre el Pan de Vida y sobre la necesidad de comer su carne y beber su
sangre para tener vida, los oyentes se mostraron escépticos, entonces Jesús les repitió el
mensaje con más fuerza y ellos encontraron duro el mensaje y se alejaron de El. Hoy
sucede lo mismo, hay quienes se apartan del seguimiento de Jesús por lo exigente del
mensaje, porque les compromete toda la vida y en todos los ámbitos. Entonces Jesús, sin
ceder nos interroga ¿También ustedes quieren irse?, respondámosle igual que Pedro,
resueltos a seguirle siempre, pues El, y solo El tiene palabras de Vida Eterna; Apartarse de
Jesús, es ir a la muerte.
Juan Pablo II, escribió en la CARTA APOSTÓLICA MANE NOBISCUM DOMINE : La
“fracción del pan” como al principio se llamaba a la Eucaristía ha estado siempre en el
centro de la vida de la Iglesia. Por ella, Cristo hace presente a lo largo de los siglos el
misterio de su muerte y resurrección. En ella se le recibe a Él en persona, como “pan vivo
que ha bajado del cielo” (Jn 6,51), y con Él se nos da la prenda de la vida eterna, merced a
la cual se pregusta el banquete eterno en la Jerusalén celeste.
La alegría de Cristo resucitado vivan en sus corazones