"Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna.”
Jn 6, 60-69
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
UNA VIDA QUE SE VA HUMANIZANDO EN CONTACTO CON EL EVANGELIO
La perícopa de los Hechos de los Apóstoles leída hoy presenta otro pequeño cuadro de la
jovencísima Iglesia. La comunidad cristiana, extendida ahora en diversas comunidades, se
enfrenta con los problemas de cada día: la enfermedad prolongada, la muerte inesperada de
personas comprometidas, etc. La vida cotidiana se caracteriza por el santo temor de Dios y por
la asistencia reconfortante del Espíritu Santo. Los discípulos viven bajo la mirada de Dios, con
el sentido de su grandeza y de su soberanía. Miden su vida a partir de él y de su santa
voluntad. Se interesan por los pobres y se preocupan por los enfermos. De este modo se va
construyendo la Iglesia interiormente y se vuelve dócil a la acción del Espíritu Santo, que la
extiende también exteriormente.
La construcción interna y la difusión externa van estrechamente unidas. El anuncio más
discreto y eficaz de la Buena Nueva procede de la vida de la Iglesia , de la alegría que anima
su sufrimiento, de su espíritu de servicio sin cálculos mezquinos y sin reservas. La Palabra y
los milagros no caen en el vacío, sino que encuentran un terreno bien dispuesto y producen
frutos abundantes. El libro de los Hechos de los Apóstoles, dedicado completamente a la
difusión del Evangelio, no se olvida de la vida cotidiana, en su sencillez y sus exigencias, una
vida que se va humanizando en contacto con el Evangelio y que se convierte, precisamente
gracias a él, en la base de todo anuncio posterior.
ORACION
Te confieso, Señor, que me gustaría ver, al menos alguna vez, un buen milagro. Tampoco te
oculto que, en algunos momentos de debilidad, me gustaría incluso hacer alguno, aunque no
fuera más que para mostrar que no estoy diciendo tonterías cuando hablo de tus cosas. Pero
tú, aunque no me dejas privado de signos del cielo, prefieres el milagro de la vida serena,
trabajadora, de una vida que confía en ti, que te deja tomar las grandes decisiones, que recibe
todo de tus manos, que se preocupa de complacerte más a ti que a los hombres y a las
mujeres, que expresa la alegría de poder servirles y de sentirse amado por ti.
Perdona mi debilidad que sueña con algún milagro, aunque sea muy pequeño, y refuerza mi
convicción de que lo que tú quieres es la transformación de mi vida, el paso del temor al amor,
del apego al desprendimiento, de la angustia a la confianza, del pesar a la alegría, del
escrúpulo a la confianza ilimitada en ti, de la inclinación sobre mis cosas a la apertura al dolor
del otro. Dame tu Espíritu para que me sea posible y apetecible, amable y tranquilizador, un
programa tan comprometido como éste.