IV Domingo de Pascua, Ciclo B
La esplendidez del Buen Pastor
Este domingo pascual del Buen Pastor está dedicado en la Iglesia Católica a la
oración por las vocaciones a la vida consagrada para que, en la misión
evangelizadora, surjan hombres y mujeres que sigan las huellas del único Pastor.
Seguir las huellas de Jesucristo en su camino hacia la cruz es dar la vida por amor
para que todos los seres humanos puedan obtener la vida eterna, la cual se concibe
no sólo como una vida que trasciende el tiempo y las coordenadas históricas, sino
como una nueva forma de vivir y de comportarse, con la dignidad de los hijos e
hijas de Dios, en la libertad, la paz y el amor que el Resucitado comunica a todos
los suyos.
La alegoría de Jn 10,1-18.26-30 constituye un desarrollo extraordinario de la
imagen del Buen Pastor, con la cual el cuarto Evangelio presenta a Jesús como
Pastor al que podríamos denominar “espléndido” (Jn 10,11.14), recogiendo así los
dos matices de “bueno” y “hermoso” que contiene el término griego
originario, kalos . De esa forma el Señor Jesús aparece espléndido por su
generosidad, bondad y desprendimiento, por la sublime esplendidez que mostró al
dar la vida por todos en la cruz, y al mismo tiempo, es espléndido por ser admirable
en su ejemplaridad como modelo de Pastor, es decir, por su esplendor radiante de
gloria. Al autodenominarse así, Jesús reivindica la propiedad de las ovejas (vv. 28-
29), la dedicación inaudita a ellas hasta exponer su vida y un conocimiento
profundo de cada una (vv. 11.14), así como la búsqueda y reconducción de las
ovejas perdidas para formar un único rebaño con un solo Pastor (Jn 10,16; cf. 1P
5,4). La imagen del Pastor es una de las más frecuentes en la Biblia para referirse a
Dios en su relación con el pueblo. Pero Jesús introduce un aspecto inédito en el
Antiguo Testamento respecto a esa figura: El pastor espléndido es el que da la vida.
Con esta alegoría Jesús muestra que el buen pastor, a diferencia del asalariado, es
el que defiende a las ovejas, las guía, las acompaña y da la vida por ellas. Y es que
no se puede comunicar vida si no es dando la propia vida. Pero él ha amado a los
suyos hasta el fin, exponiendo y entregando su vida. Al entregarla libremente
puede recuperarla porque muestra su amor al Padre y por eso el Padre lo ama (Jn
10,17) y lo resucita de entre los muertos (Hch 4,8-12). El Pastor espléndido es el
Señor resucitado que comunica su vida.
De este modo el Señor Jesús aparece como modelo de Pastor frente a los dirigentes
religiosos y políticos del pueblo y manifiesta una rotunda contraposición a las
funciones, comportamientos y actitudes de todos ellos. En el trasfondo de la crítica
evangélica resuena la voz de los profetas del Antiguo Testamento que ya habían
utilizado la figura pastoril para denunciar a los dirigentes políticos por ejercer su
misión sembrando entre las gentes temor y angustia (Jr 23,1-6). Por eso se hacen
merecedores del juicio condenatorio de los profetas (Ez 34,2-5). Frente al
mercenario y asalariado de Jn 10, 11-13, que busca una recompensa, el Pastor
espléndido, digno y bueno, ha de buscar sólo el amor al rebaño de Dios y la
dedicación entusiasta al mismo. El Pastor espléndido es también una alternativa
evidente de liderazgo social frente a todo ejercicio despótico, violento, abusivo,
interesado y arbitrario del poder.
Otra de las imágenes del Nuevo Testamento para presentar a Cristo Resucitado es
la de la piedra angular. En los Hechos de los Apóstoles esta alusión al Salmo 117
sirve para anunciar el misterio pascual en su doble motivo de anuncio del triunfo
del Resucitado y de denuncia de los que asesinaron al Crucificado (Hch 4,8-12), tal
como ocurría el domingo anterior, pero esta vez ilustrado con la imagen de
la piedra . De esta última imagen el mejor desarrollo es el texto petrino (1Pe 2,4-
10), que es de una densidad teológica extraordinaria. Jesús, el Señor, la
piedra viviente, rechazada por los arquitectos, se ha convertido en
piedra angular y de tropiezo. El rechazo de esta piedra se refiere a la pasión y
muerte de Jesús, los momentos históricos más concretos que culminan el rechazo
de la piedra por parte de los constructores. Los constructores son los dirigentes
religiosos del pueblo de Israel en la época de Jesús, cuya falsedad, hipocresía y
envidia pueden ser el exponente de una religiosidad sólo aparente, que contrasta
enormemente con la religiosidad auténtica que vive de la palabra. La piedra angular
es el fundamento de una nueva construcción, el nuevo templo de Dios en el mundo,
que no es otro que el de Cristo crucificado y Resucitado, por medio del cual los
creyentes, a través de la fe, y todos los sufrientes, a través de la solidaridad de
Cristo en el dolor, constituyen por amor de Dios a la humanidad ese nuevo templo.
Unidos al Pastor espléndido, los creyentes, regenerados por el Espíritu del
Resucitado, deben ser una clave de la transformación social de nuestro mundo para
convertir esta tierra en un hogar de fraternidad para todos, pero especialmente
para los que viven en la marginación y en la pobreza, sin tierra y sin pan, sin
trabajo y sin reconocimiento de sus derechos humanos, sociales, económicos y
políticos. Para ello hacen falta personas espléndidas y buenas que, como el Pastor
espléndido, no sólo no quiten la vida, sino que den la vida por la gente que se les
encomienda apacentar y guiar. Por todas estas personas, hombres y mujeres
consagradas, ora hoy nuestra Iglesia Católica. También creo que se debe hacer un
gran esfuerzo en la comunidad católica, por parte de las familias, de los jóvenes y
de los mismos consagrados para mostrar la esplendidez, la bondad y la belleza de
una vida dedicada a cuidar y guiar al rebaño de Dios al modo de Jesús, para que de
este modo ser sacerdote, religioso o religiosa, sea visto y valorado como una
vocación atractiva y apasionante, y como un don precioso de la caridad de Dios, tal
como nos ha recordado Benedicto XVI.
José Cervantes Gabarrón es sacerdote misionero y profesor de Sagrada Escritura