IV SEMANA DE PASCUA
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD
LUNES
Lecturas:
a.- Hch. 11,1-18: Pedro explica su conducta ante os circuncisos.
b.- Jn. 10, 1-10: El Mesías: Único Pastor del pueblo de Dios.
La primera lectura, nos presenta la entrada de Pedro en casa de Cornelio, un
pagano, y lo que allí sucedi, no supo bien a todo el mundo: “Has entrado en casa
de incircuncisos y has comido con ellos” (v. 3). Pedro, cabeza de la comunidad tuvo
que dar explicaciones de su conducta a los hermanos circuncisos (v. 2). Luego de la
triple visión (vv. 5-10), Pedro va a casa de Cornelio y nada más comenzar a
predicar, desciende el Espíritu Santo (v.15), un nuevo Pentecostés, pero esta vez
pagano, si lo podemos denominar así, Pedro bautizó a toda esa familia (v.16), e
ingresaron a la Iglesia, los primeros paganos, ahora convertidos en cristianos. Se
rompe el cerco de la Iglesia judía, y se abre la misión al mundo de los paganos; es
el primer paso, que luego confirma el Concilio de Jerusalén, el primero de la historia
de la Iglesia. La salvación llega a todos los confines de la tierra, ratificando las
palabras de Pedro en casa de Cornelio: “Así pues, también a los gentiles les ha
dado Dios, la conversin que lleva a la vida” (v. 18). Lucas, considera este
acontecimiento muy importante, que lo narra con algunas variantes dos veces el
mismo hecho (cfr. Hch. 10, 1-48 y 11,1-18). Su alcance posee connotaciones
universales para la Iglesia, tanto por las visiones de Pedro y Cornelio, como por las
repercusiones que tiene en el primer Concilio de Jerusalén (cfr. Hch. 15, 7-11.14).
Dios ha demostrado que los gentiles, deben ser recibidos en la Iglesia, sin que se
les impusieran las prescripciones de la Ley mosaica, y le ha exigido a Pedro,
aceptar la hospitalidad de Cornelio, un incircunciso, donde se deja de ver las
dificultades que había entre los judeocristianos y los venidos de la gentilidad. La
Iglesia, desde los comienzos fiel a la voluntad del Señor, hizo entrar en el rebaño
también a “esas otras ovejas que todavía no estaban en su redil” (v.16), para que
también escucharan su voz. Luego de su resurrección, la actividad evangelizadora
de sus discípulos, en este caso Pedro, se logra que ingresen los paganos por la
acción del Espíritu Santo y la adhesión personal a Cristo Jesús, por medio del
bautismo.
El evangelio, nos presenta la figura del Pastor. En un primer bloque (vv.1-6)
encontramos el ligamen de las ovejas con el portero, pero también con el ladrón, el
bandido y el pastor de las ovejas. La figura del pastor está al centro (vv. 2-4), pero
enmarcada por la de los extraños (v.1.5). En el AT, la figura del pastor se centra en
el Ezequiel, donde el mismo Dios se compromete a ser Pastor de su pueblo:
“Porque así dice el Seor Yahvé: Aquí estoy yo, yo mismo cuidaré de mi rebao y
velaré por él” (Ez. 34,11). La preocupación de Yahvé, es constante por su pueblo,
visto que muchos son malos pastores. Jesús, en cambio, desde el comienzo se
define como la puerta de las ovejas (cfr. Jn. 1, 1-10), para luego decirnos, que
también es el Buen Pastor del rebaño. La relación con el propio pastor, queda
expresada en términos de salida del redil y de seguimiento, en contraposición con
la huida y el no seguimiento de los extraños. Encontramos dos pasos definitivos y
esenciales: el ingreso al rebaño, por la puerta, y la voz del pastor, reconocerlo
como tal. La imagen esta tomada de la práctica de los pastores que cuidaban los
rebaños, es lugares, a veces, en descampado, de ladrones y depredadores. El
pastor conoce el nombre de cada oveja, son rebaños pequeños, camina delante de
él, indicando el camino. En un segundo bloque, Jesús habla en primera persona,
identificándose con la puerta: “Yo soy la puerta de las ovejas” (v.7). Aquí
encontramos otra dimensión de la figura del pastor: entrar por la puerta, legítima
su función de pastor (vv.1-2.8.10), ahora la puerta expresa su función respecto a
las ovejas (v.9). Los “Yo soy” (v. 9), de Jesús, tienen un sentido redentor, salvífico,
aquí atravesar la puerta da a los ovejas seguridad de vida, lo que se entiende con
“entrar y salir, encontrar pasto” (v. 9). Esto hace referencia a la puerta de las
ovejas del templo de Jerusalén, que no usaban los peregrinos, pero sí las ovejas
que iban al sacrificio, ingresaban pero no salían con vida; aquí en cambio, Jesús
asegura a sus ovejas que no sólo entrarán en el redil, atravesando la puerta, sino
que podrán salir con vida abundante, porque para eso ha venido, para darnos vida
en abundancia (v.10). Entrar por la puerta, que es Cristo es para formar parte de
su grey, tener vida eterna, recobrar así la entrada al paraíso que nuestros primeros
padres cerraron con su pecado, en definitiva, recobrar la unión con Dios Padre y su
Reino. Él ha venido para darnos vida y vida en abundancia (vv. 10). Si la puerta
está abierta, es para quien quiere cruzar el umbral. Una vez dentro, la comunidad
eclesial, vive en torno a la voz del Pastor que enseña, y comunica el querer de Dios,
su Padre, en un amor que nos une a los miembros entre sí, sino que también nos
purifica para crecer aún más como personas y como discípulos. De este modo, lo
entendió y propuso la primitiva comunidad eclesial fundada por los apóstoles:
entregar el evangelio a los judíos y paganos, fundar comunidades cristianas para
crecer como hermanos en la escucha de la Palabra, la celebración de los
Sacramentos y la oración comprometida con el prójimo.