Comentario al evangelio del Martes 01 de Mayo del 2012
Queridos amigos y amigas:
¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso?
A propósito de la pregunta que recoge el evangelio me viene a la memoria del corazón una tarjeta que
recibí hace poco de una Hermana de mi Congregación. “Estamos en tiempos de fuertes interrogantes.
La historia dice que a unos tiempos así les suceden otros de respuestas plenas”.
Comparto la idea. En una mirada global, vivimos tiempos de preguntas. No todo funciona como
quisiéramos. Las grandes cuestiones siguen sin resolverse; para los grandes desafíos no hay soluciones
acertadas. Pero para poder llegar a disfrutar de tiempos de respuestas plenas es necesario que
aprendamos a sostener las preguntas, que ejercitemos la capacidad de resistir interrogantes. Y no
porque queramos mantenernos permanentemente en la indecisión o vivir en la duda, en la
incertidumbre, sino porque corremos el riesgo de dar respuestas apresuradas, de cansarnos de buscar y
exigir que otros respondan. ¿Hasta cuándo nos vas a tener en suspenso? dínoslo francamente. La
tentación es anular. Y si dejamos de hacer preguntas nuevas perdemos el nomadismo profético que nos
hace encontrar respuestas nuevas, sendas nuevas.
La presencia del Resucitado es respuesta plena: yo les doy la vida eterna. Es la eternidad, la fidelidad,
la permanencia. ¿Nos atrevemos a vivir en la confianza de esta respuesta? Parece que nos cuesta.
Nos resistimos a escuchar y a creer. Os lo he dicho y no creéis. No escuchamos la Palabra, no nos
confrontamos con sus propuestas concretas; no descubrimos la presencia de Dios en lo cotidiano dando
sentido a cada acontecimiento; no creemos en los brotes y signos de vida - las obras que yo hago en
nombre de mi Padre, ésas dan testimonio de mí- que despuntan a nuestro alrededor.
Nos olvidamos de caminar en la presencia de Dios, que cuida la vida de cada ser humano, creyendo
que todo está en nuestras manos, olvidando que Dios supera a todos y que nadie puede arrebatarlos de
su mano.
Nos conformamos en caminar en la dispersión –los que se habían dispersado llegaron sin predicar la
palabra más que a los judíos- pensando que las respuestas parciales –algunos se pusieron a hablar
también a los griegos, anunciándoles al Señor Jesús- no nos permiten sostener afirmaciones globales:
yo y el Padre somos uno.
La invitación de la Palabra nos lleva a hacer de nuestras resistencias capacidades: escuchar y creer,
vivir la vida en Dios, en el hermano, en cada situación; de nuestros olvidos, certezas: Dios es Dios, nos
amó primero, nos ama con infinita ternura y misericordia, nos cuida y nos sostiene siempre; de nuestro
conformismo, empeño: desde la comunión y la fraternidad hacer posible el proyecto del evangelio. Y
como Bernabé seremos hombres y mujeres de bien, llenos de Espíritu Santo y de fe y muchos, por
nosotros, creerán en Él.
Hoy es la Fiesta del trabajo. Antes de celebrarse como fiesta fue una jornada de reivindicaciones, sobre
todo a favor de la promoción obrera. La Iglesia no era insensible, se esforzaba en aquel momento en
abrirse a los problemas del mundo del trabajo. Pío XII quiso dar una dimensión cristiana a este día y lo
puso bajo la protección de San José Obrero (1955). El carpintero de Nazaret es el modelo del
trabajador cristiano. El taller de José ofrece una nueva luz a la dignidad del trabajo: el trabajo es un
medio con el que embellecer la creación y servir a la comunidad humana. En palabras de K.Gibran:
"Trabajar con amor es tejer la tela con hilos de vuestro corazón, como si el ser amado fuera a usar esa
prenda de vestir. Es arrojar semillas de ternura, y cosechar con alegría, como si el ser amado fuera a
comer ese fruto. Es impregnarlo todo de amor".
Que como San José colaboremos con nuestro trabajo en la re-creación del mundo, que nos
comprometamos en las acciones solidarias que dignifiquen el trabajo de otros, que todos puedan tener
un puesto de trabajo digno, que hagamos de nuestro trabajo lugar teológico, espacio en el que dar razón
de nuestra fe.
A tiempos de fuertes interrogantes les sucederán los de respuestas plenas. ¿No es el hijo del
carpintero?... Sólo en su tierra y en su casa un profeta carece de prestigio (Mt 13, 55.57) ¿Hasta cuándo
nos vas a tener en suspenso?... El Señor escribirá en el registro de los pueblos: “éste ha nacido allí”. Y
cantaremos mientras danzamos: “Todas mis fuentes están en ti” (cfr. Sal 86 6-7).
Vuestra hermana en la fe,
Mª José Inúñez, hcsa
Mª José Inúñez, hcsa.