V DOMINGO DE PASCUA. Ciclo B
Permanecer en Jesucristo
La Palabra: "El que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante"
(evangelio).
1. Con frecuencia reducimos el ser cristiano al cumplimiento de normas y a
prácticas; construimos una moral de obligaciones; si no las cumplimos nos
sentimos culpabilizados y amenazados por una divinidad armada con machete para
devorarnos. Poco tiene que ver esa moral con el evangelio de Jesucristo cuyo
programa son las bienaventuranzas, la felicidad.
2. Se comienza a ser cristiano no por sumisión a unas normas y por el
cumplimiento de algunas prácticas. La existencia cristiana se inspira y se mantiene
viva por el encuentro personal con Jesucristo cuya propuesta de fraternidad
universal y su forma de comprometerse para llevar a cabo ese proyecto, abre
horizonte nuevo a nuestra existencia y le da una orientación decisiva. En una
cultura rural, Jesús lo expresa con la alegoría de la vid y los sarmientos. Quiere
decir que los cristianos respiran los mismos sentimientos de Jesucristo, tratan de
re-crear su forma de vivir, como él quieren pasar por el mundo haciendo el bien,
curando heridas, construyendo esa nueva sociedad en que todos y todas podamos
vivir con la dignidad de personas.
3. En la visita de Benedicto XVI hace un mes, de nuevo emergió el alma del pueblo
cubano, capaz de levantarse una y otra vez de sus propias cenizas para mirar
confiadamente al porvenir. Son muchas las dificultades que amenazan esas
legítimas esperanzas y que de algún modo explican el desentendimiento, la
pasividad, la resignación, la huida de la realidad. San Pablo en la lectura de este
domingo indica cuál debe ser la conducta de los cristianos: "no amemos de palabra
y de boca, sino con obras y según la verdad"; añadiríamos que el amor todo lo
espera, sobre todo cuando celebramos la resurrección de Jesucristo por la fuerza de
Dios capaz de llamar a las cosas que no son para que sean.
Fray Jesús Espeja, OP
Con permiso de Palabranueva.net