EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 12,44-50.
Jesús exclamó: "El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me
envió.
Y el que me ve, ve al que me envió.
Yo soy la luz, y he venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca
en las tinieblas.
Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a
juzgar al mundo, sino a salvarlo.
El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien lo juzgue: la palabra
que yo he anunciado es la que lo juzgará en el último día.
Porque yo no hablé por mí mismo: el Padre que me ha enviado me ordenó lo que
debía decir y anunciar;
y yo sé que su mandato es Vida eterna. Las palabras que digo, las digo como el
Padre me lo ordenó".
Comentario del Evangelio por
Lansperge el Cartujo (1489-1539), religioso, teólogo
Yo, que soy la luz, he venido para que el que crea no permanezca en
tinieblas
La humildad con la cual Cristo "se despojó de su rango y tomó la condición de
esclavo" (Flp. 2,7) es para nosotros luz. Luz para que no aceptemos la gloria del
mundo, Él, que prefirió nacer en un establo más que en un palacio y sufrir una
muerte vergonzosa sobre una cruz. Gracias a esta humildad podemos saber cuán
detestable es el pecado de un ser que ha sido modelado (Gn 2,7), un pobre hombre
hecho de la nada, cuando se enorgullece, se vanagloria y no quiere obedecer,
mientras que vemos al Dios infinito humillado, despreciado y abandonado de los
hombres.
La dulzura con la cual soportó el hambre, la sed, el frío, los insultos, los
golpes y las heridas es también para nosotros luz, cuando "como un cordero fue
llevado al matadero y como una oveja ante el esquilador no abrió la boca " (Is
53,7). Gracias a esta dulzura, en efecto, vemos qué inútil es la cólera, lo mismo
que la amenaza; aceptemos entonces el sufrimiento y no sirvamos a Cristo por
rutina.
Gracias a ella, aprendemos a conocer todo lo que se nos pide: llorar nuestros
pecados con sumisión y silencio, y aguantar pacientemente el sufrimiento cuando
se presenta. Porque Cristo aguantó sus tormentos con tanta dulzura y paciencia, no
por sus pecados, sino por los de otro.
Por tanto, queridos hermanos, reflexionemos sobre todas las virtudes que
Cristo nos enseñó en su vida ejemplar y que nos recomienda en sus exhortaciones
y que nos da la fuerza para imitarlas con la ayuda de su gracia..
servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”