“Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen”
Jn 10, 22-30
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
1. SI ERES EL MESÍAS, DILO ABIERTAMENTE.
En mucha ocasiones, Jesús les había dicho a los judíos que El era Hijo de Dios, se lo había
manifestado de diversas formas, lo había probado con sus milagros a la vista de ellos, les
había demostrado como las profecías del Antiguo Testamento se cumplían en El. Sin
embargo los judíos se resistían en creerle, no aceptaban sus palabras, pero no podían
contradecirlo. Entonces, van donde Jesús, a presionarlo, para forzarle una respuesta, la
pregunta de los judíos es: Si eres el Mesías, dilo abiertamente.
2. SE CELEBRABA EN JERUSALÉN LA FIESTA DE LA DEDICACIÓN
San Juan comienza diciendo que: Se celebraba en Jerusalén la fiesta de la Dedicación. Era
invierno, y Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. El relato que trae
San Juan a continuación responde a un tiempo donde va a tener lugar la fiesta de la
Dedicación o de las Encenias. Investigado sobre esta fiesta, encontramos que se celebraba
en el mes de Kasleu, que es noviembre-diciembre. La escena ocurre en Jerusalén. Esta
fiesta tenía por objeto conmemorar anualmente la purificación del templo por Judas
Macabeo, en el año 148 de los Seléucidas, que corresponde al 165 a .C., después de la
gran profanación que de él había hecho Antíoco IV Epífanes – (1 Mac 4:36-59; 2 Mac 1:2-
19; 10:1-8 ).
Comenzaba esta festividad el día 25 del mes de Kasleu, La fiesta duraba ocho días – (2
Mac 10:6). Tenía un ceremonial calcado en el de la fiesta de los Tabernáculos (2 Mac 1:9;
10:6). Más tarde vino a caracterizarse por las luminarias (2 Mac 1:19-22), tanto que se la
llamó, por antonomasia, la fiesta de las Luminarias. Pero no tanto por las luminarias cuanto
por la luz de la libertad, según Josefo, historiador judío.
Para la fiesta de la Dedicación no era obligatoria la peregrinación a Jerusalén, como en las
otras tres grandes fiestas de Pascua, Pentecostés y Tabernáculos.
3. JESÚS SE PASEABA POR EL TEMPLO
La escena tiene lugar cuando Jesús se paseaba en el templo, por el llamado Pórtico de
Salomón. Así se llamaba a una sección del pórtico oriental. Estaba situado este pórtico en
la parte exterior oriental del templo y dominaba un profundo valle, el Cedrón; sus muros
medían 400 codos - sobre 200 metros -, y estaba construido con blanquísimas piedras de
sillería, cada una de las cuales medía 20 codos de largo -sobre 10 metros - y seis de alto -
unos tres metros; era la obra del rey Salomón, y el pórtico más antiguo de los conservados.
El Evangelio dice que era invierno, probablemente, al referir que se estaba en invierno y
que se paseaba Jesús por este pórtico, es que sería lugar acogedor en esta estación del
año. Es además una indicación que hace San Juan para los lectores de la gentilidad, para
precisarles la época de esta fiesta.
4. MIS OVEJAS ESCUCHAN MI VOZ, YO LAS CONOZCO Y ELLAS ME
SIGUEN
San Juan dice; Los judíos lo rodearon y le preguntaron. En este escenario, un día de la
fiesta de la Dedicación , los judíos, que son indudablemente, por su argumentación, los
fariseos, lo rodean, lo estrechan así en un círculo para forzarle a una respuesta. ¿Hasta
cuándo nos tendrás en suspenso ?; como tratando de decir hasta cuando tendrás levantada
nuestra alma, o hasta cuándo nos va a tener en incertidumbre sobre algo que nos interesa
grandemente. Por eso concluyen: Si eres el Mesías, dilo abiertamente es decir claramente y
con plena libertad.
Jesús les respondió: Ya se lo dije, pero ustedes no lo creen. La respuesta de Jesús es que
ya se lo dijo repetidas veces, no tomando la misma palabra de Mesías, pero sí con las
obras, que, hechas en nombre de mi Padre, dan, por lo mismo, testimonio de El. Pero, a
pesar de todo, ellos no creen, así es como Jesús les dice; Las obras que hago en nombre
de mi Padre dan testimonio de mí, pero ustedes no creen, Además Jesús les da una
profunda razón, porque no son de mis ovejas. Al mismo tiempo, Jesús les va a hacer una
declaración terminante de su divinidad. Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas
me siguen. Yo les doy Vida eterna: ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis
manos. Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos y nadie puede arrebatar nada de
las manos de mi Padre. El Padre y yo somos una sola cosa.
5. YO LES DOY VIDA ETERNA
San Juan, nos presenta en este fragmento del Evangelio, algunos puntos doctrinales
interesantes. En la fe en Jesús, y, por tanto, en sus obras, que son signos. Si
inmediatamente hay causas diversas, es por malas disposiciones, temor de la luz (Jn 3:19-
21), espíritu terreno (Jn 8:23), en el fondo de ello existe una predestinación, porque ya se
dijo, a propósito de la incredulidad en Jesús, que nadie puede venir a mí si el Padre no le
trae (Jn 6:44). Jesús se presenta con un conocimiento sobrenatural y universal de sus
ovejas. Con un oficio de Pastor que llama a sus ovejas de modo real, aunque misterioso,
porque aquéllas oyen su voz; con un poder vitalizador, pues les da la vida eterna, así es
como dice: Yo les doy Vida eterna, entonces se presenta dotado de un poder trascendente,
pues nadie puede arrebatar de su mano estas ovejas, por eso dice Jesús: nadie las
arrebatará de mis manos.
Todo este rebaño espiritual es un don del Padre a El. Mi Padre, que me las ha dado, es
superior a todos. Es decir Dios es lo más grande, lo más precioso. Jesús dice me las ha
dado, le ha dado la naturaleza divina, el poder divino, que el Padre le había comunicado,
tanto para hacer milagros como para conducir las ovejas y darles la vida eterna. Las ovejas
que oyen su voz y la garantía de que las ovejas que oyen su voz no perecerán, es porque
nadie puede arrebatar nada de las manos de mi Padre. Porque es un don que le dio el
Padre, el cual don es más precioso que todas las cosas. Nada es comparable a la vida
eterna, que Jesús dispensa (Jn 17:1-4). El mismo lo dijo en otra ocasión en tono de
pregunta: - ¿Qué aprovecha al hombre ganar todo el mundo si pierde su alma? (Mt 16:26;
Lc 9:25) .
6. EL PADRE Y YO SOMOS UNA SOLA COSA.
Finalmente Jesús afirma: El Padre y yo somos una sola cosa. Entonces, de la misma
manera que nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre, que aquí son las ovejas,
así tampoco se las puede arrebatar de las suyas. Porque, en definitiva, Yo y el Padre
somos una sola cosa. Directamente se expresa esta unidad entre el Padre y el Hijo en el
poder. El Padre y el Verbo encarnado son una sola cosa. Pero lo son no sólo como un
profeta, en el plan, conocimiento y actividad de Jesús para su obra salvadora. Sino también,
por razón de la persona divina, tiene una unión ontológica divina con el Padre. Esta
expresión encuentra su clarificación en la oración sacerdotal, en la que Jesús pide al Padre
que le glorifique con la gloria que tuve cerca de ti antes de que el mundo existiese - Jn
17:5.24 -, lo mismo que en el prólogo, en el que se enseña abiertamente que el Verbo, que
se va a encarnar, era Dios.
Jesús nos habla de su misma e idéntica naturaleza con el Padre, Hay una naturaleza divina,
un solo Dios, naturaleza única en tres divinas personas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Las palabras de Jesús, prueban la consustancialidad con el Padre y por lo tanto, su
divinidad.
San Agustín, escribe en el Libro I de la Confesiones : Dios es el más grande. Dios es el más
íntimo. Dios es el más presente. Dios es el más trascendente. Hacia el debe orientarse el
hombre. En el se debe vivir
La alegría de Cristo resucitado vivan en sus corazones