La luz de la Pascua derrota a las tinieblas.
2012-05-02
Evangelio
Del santo Evangelio según san Juan 12, 44-50
En aquel tiempo, exclamó Jesús con fuerte voz: «El que cree en mí, no cree en mí,
sino en Aquél que me ha enviado; el que me ve a mí, ve Aquél que me ha enviado.
Yo he venido al mundo como luz, para que todo el que crea en mí no siga en
tinieblas.
Si alguno oye mis palabras y no las pone en práctica, Yo no lo voy a condenar;
porque no he venido al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo.
El que me rechaza y no acepta mis palabras, tiene ya quien lo condene: las
palabras que Yo he hablado lo condenarán en el último día. Porque yo no he
hablado por mi cuenta, sino que mi Padre, que me envió, me ha mandado lo que
tengo que decir y hablar. Y yo sé que su mandamiento es vida eterna. Así, pues, lo
que hablo, lo digo como el Padre me lo ha dicho». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Jesucristo, creo en Ti; creo en el Padre que te ha enviado; creo en tu Palabra que
es la luz que ilumina mi camino. Por eso quiero oírte y poner en práctica tu
mandamiento, que me promete la vida eterna. Ayúdame a que mi oración me
ayude a gustarla ya desde ahora.
Petición
Señor, que la luz de tu Palabra ilumine siempre mi conciencia.
Meditación
La luz de la Pascua derrota a las tinieblas.
«El Señor nos llama a caminar en la luz. Cada uno de vosotros ha emprendido la
más grande y la más gloriosa de las batallas, la de ser consagrados en la verdad, la
de crecer en la virtud, la de alcanzar la armonía entre pensamientos e ideales, por
una parte, y palabras y obras, por otra. Adentraos con sinceridad y de modo
profundo en la disciplina y en el espíritu de vuestros programas de formación.
Caminad cada día en la luz de Cristo mediante la fidelidad a la oración personal y
litúrgica, alimentados por la meditación de la Palabra inspirada por Dios. […] Que la
plegaria y la meditación de la Palabra de Dios sean lámpara que ilumina, purifica y
guía vuestros pasos en el camino que os ha indicado el Señor. Haced de la
celebración diaria de la Eucaristía el centro de vuestra vida. En cada Misa, cuando
el Cuerpo y la Sangre del Señor sean alzados al final de la liturgia eucarística,
elevad vuestro corazón y vuestra vida por Cristo, con Él y en Él, en la unidad del
Espíritu Santo, como sacrificio amoroso a Dios nuestro Padre» (Benedicto XVI, 19
de julio de 2008).
Reflexión apostólica
«El amor misericordioso del Padre es más fuerte que todo el mal presente en el
mundo y que toda miseria que lacera la propia alma. La vida de quienes se nutren
de esta convicción irradia seguridad, paz y alegría, aun en medio del dolor y la
oscuridad. La luz del amor de Dios ilumina el sendero de la vida y nos permite
avanzar con serenidad y confianza» (Manual del miembro del Movimiento Regnum
Christi , n. 139).
Propósito
Invocaré al Señor a lo largo del día, pidiendo que su luz guíe todas mis acciones.
Diálogo con Cristo
Señor, el cirio pascual se ha ido consumiendo, derrochando su luz, invitándome a
escuchar con atención, con amor, tu Palabra de salvación. ¿Cómo la he
aprovechado? ¿Cómo me estoy preparando para recibir próximamente la luz del
Espíritu Santo? ¿He sabido renunciar a todo lo que me puede apartar del amor?
Ayúdame a que pueda decir siempre «sí al amor», en lo grande y en lo pequeño,
para permanentemente seguir tu Luz y tu Palabra.
«Fíjense bien el fin que pretenden; actúenlo haciéndolo vida de su vida. Es muy
triste ir como el ciego palpando a lo largo del muro; caminando a tientas como
quien no tiene ojos. Es necesario aprovechar la luz infinita del Sagrario»
( Cristo al centro , n. 427).