Comentario al evangelio del Viernes 04 de Mayo del 2012
Queridos amigos y amigas:
Vamos a identificarnos hoy con las palabras “tú eres mi hijo” como si Dios mismo nos lo dijera a cada
uno. ¿No te conmueves antes esta afirmación? Son la raíz y sentido de nuestro ser y existir. Somos
obra suya desde el principio al fin de nuestra vida. Podemos llamar a Dios – Padre– porque antes Él
nos ha configurado como tales. La iniciativa ha nacido de su Amor entrañable, contando con nuestra
pobreza y limitación.
Cada día podemos renovar y actualizar este “te he engendrado hoy”. Para ser conscientes de la vida;
para agradecer la riqueza del presente y la de tantos dones cotidianos como recibimos de Él.
Recreemos cada día el sentirnos hijos. Agradezcamos cada detalle que nos haga ser felices.
Relativicemos lo que, para nosotros es negativo y doloroso. Tratemos de darlo sentido desde nuestra
filiación divina. Además, nuestro Padre nos regala la Creación, “los confines de la Tierra” para que
disfrutemos y hagamos fructificar en bien del amor y la fraternidad.
En este texto evangélico se comienza infundiéndonos la confianza plena en Jesús y en el Padre. Los
discípulos, igual que nos ocurre hoy a nosotros, no comprenden algunos aspectos dela actuación y las
palabras de Jesús y le preguntan continuamente sobre ello y sobre su relación con el Padre. Jesús se
presenta como el único camino para llegar al Padre. Sus palabras y obras son el mayor testimonio de
esta identificación e íntima unión. Les pide a los discípulos, nos pide a nosotros, la fe y confianza plena
en este íntimo entrañamiento y vinculación Padre–Hijo.
Encontramos también en este pasaje una de las frases emblemáticas de Jesús y del sentido de su
existencia: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Nos quiere demostrar que si nos abrimos a Él, a
través de la fe, se convierte en nuestra senda de autorrealización y plenitud de vida. A medida que nos
vamos identificando con Cristo nos concede una luz y gracia cada vez mayor y se nos revela cada vez
más plenamente.
En la medida en que le vamos conociendo, se va convirtiendo en nuestro ideal de Vida, en nuestra
Verdad. Y viviendo en la Verdad podemos ir respondiendo a la llamada de Dios al amor. Ahí se va
forjando nuestra autorrealización. Ésta se va construyendo en la medida que nos abrimos a Jesús y
dejamos que sea Él mismo quien viva y ame en nosotros.
Vuestra hermana en la fe,
Mª Luz García
Mª Luz García