Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Ciclo B, Tiempo de Pascua,
Domingo de la Semana No. 5
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Les contó cómo había visto al Señor en el camino * El
Señor es mi alabanza en la gran asamblea. * Éste es su mandamiento: que
creamos y que amemos * El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto
abundante
Textos para este día:
Hechos 9,26-31:
En aquellos días, llegado Pablo a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos,
pero todos le tenían miedo, porque no se fiaban de que fuera realmente discípulo.
Entonces Bernabé se lo presentó a los apóstoles. Saulo les contó cómo había visto
al Señor en el camino, lo que le había dicho y cómo en Damasco había predicado
públicamente el nombre de Jesús. Saulo se quedó con ellos y se movía libremente
en Jerusalén, predicando públicamente en nombre del Señor. Hablaba y discutía
también con los judíos de lengua griega, que se propusieron suprimirlo. Al
enterarse los hermanos, lo bajaron a Cesarea y lo enviaron a Tarso.
La iglesia gozaba de paz en toda Judea, Galilea, y Samaria. Se iba construyendo y
progresaba en la fidelidad al Señor, y se multiplicaba, animada por el Espíritu
Santo.
Salmo 21:
Cumpliré mis votos delante de sus fieles. / Los desvalidos comerán hasta saciarse, /
alabarán al Señor los que lo buscan: / viva su corazón por siempre. R.
Lo recordarán y volverán al Señor / hasta de los confines del orbe; / en su
presencia se postrarán / las familias de los pueblos. / Ante él se postrarán las
cenizas de la tumba, / ante él se inclinarán los que bajan al polvo. R.
Me hará vivir para él, mi descendencia le servirá, / hablarán del Señor a la
generación futura, / contarán su justicia al pueblo que ha de nacer: / todo lo que
hizo el Señor. R.
1 Juan 3,18-24:
Hijos míos, no amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto
conoceremos que somos de la verdad y tranquilizaremos nuestra conciencia ante él,
en caso de que nos condene nuestra conciencia, pues Dios es mayor que nuestra
conciencia y conoce todo. Queridos, si la conciencia no nos condena, tenemos plena
confianza ante Dios. Y cuanto pidamos lo recibimos de él, porque guardamos sus
mandamientos y hacemos lo que le agrada.
Y éste es su mandamiento: que creamos en el nombre de su Hijo, Jesucristo, y que
nos amemos unos a otros, tal como nos lo mandó. Quien guarda sus mandamientos
permanece en Dios, y Dios en él; en esto conocemos que permanece en nosotros:
por el Espíritu que nos dio.
Juan 15,1-8:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "Yo soy la verdadera vid, y mi Padre
es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da
fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras
que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no
puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no
permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí
y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no
permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y
los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en
vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con
que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos."
Homilía
Temas de las lecturas: Les contó cómo había visto al Señor en el camino * El
Señor es mi alabanza en la gran asamblea. * Éste es su mandamiento: que
creamos y que amemos * El que permanece en mí y yo en él, ése da fruto
abundante
1. VID VERDADERA
1.1 El vino verdadero sólo viene de la vid verdadera. Y el vino verdadero es el que
trae la alegría verdadera, no la mentirosa, y trae la fraternidad verdadera, no la
fingida, y regala el éxtasis verdadero, no el que acaba en depresión y resaca.
1.2 El vino verdadero es el que andamos buscando en los viñedos de la tierra pero
que sólo podía venir del viñedo del cielo. Sangre de Cielo, amor de Cielo, alegría de
Cielo, vida de Cielo. Esa es la ebriedad santa, el gozo sin mancha que nos regala
Jesús.
1.3 Nosotros estamos unidos a la vid. Recibimos su Sangre, su propia Sangre, que
circula por nosotros y así nos comunica la vida divina. Podemos hacer cosas como
las que hacía Jesús porque tenemos la vida de Jesús circulando en nuestras venas.
Podemos entonces dar fruto, como los frutos que dio Jesús.
1.4 Nuestro Señor distingue entre los frutos "que permanecen" y los que no
permanecen. Todo lo que no permanece indica en su fragilidad que está bajo el
imperio de la muerte. No importa qué tan bella sea una flor si sólo va a saludarme
un día para luego hundirse en la nada y dejar una estela de vacío.
1.5 Distingue también nuestro Señor entre los frutos "abundantes", propios de
quien tiene vida porque le circula la sangre de la vida, y la esterilidad del que no
tiene qué circule en su interior. Y ese es el veredicto que muchos padecen: nada les
circula adentro. Su vida no tiene principio interior que anime, sino que son
gobernados en todo desde el exterior, es decir, desde las apetencias que otros
manipulan. De esa vida sin vida nos ha salvado Cristo, Señor de la vida.
2. NO AMOR DE PALABRAS, SINO DE HECHOS
2.1 "Dar fruto", según enseña el Evangelio, es algo como lo que pide la segunda
lectura de hoy: "no amemos solamente de palabra, sino con hechos y de verdad".
Santa Catalina de Siena decía que las palabras son como hojas y que un árbol de
sólo hojas no satisface al agricultor: se necesitan obras, frutos, hechos.
2.2 Pero esta misma segunda lectura trae otro tema que nos edifica: el papel de la
conciencia. Por un lado es verdad que la conciencia sirve de señal cuando no nos
reprocha, pues "si nuestra conciencia no nos condena, podemos acercarnos a Dios
con confianza, y lo que le pidamos lo recibiremos de él, porque cumplimos sus
mandamientos y hacemos lo que le agrada".
2.3 Por otra parte, la condenación que proviene de la conciencia no puede tomarse
como un absoluto, "porque si ella nos condena, Dios es más grande que nuestra
conciencia y conoce todas las cosas".
2.4 Es, por decir lo menos, extraña esta enseñanza, porque parece contradecir la
doctrina más común, que desconfía de las aprobaciones del propio parecer y más
bien se fía de los reproches de la propia conciencia.
2.5 Sin embargo, téngase en cuenta que esto que predica el apóstol tiene un
prerrequisito, que "no amemos solamente de palabra, sino con hechos y de
verdad", pues "en esto sabremos que pertenecemos a la verdad y tendremos la
conciencia tranquila ante Dios". Es decir: aquel que realiza en su vida el mensaje de
amor del Evangelio tiene en esas obras una señal que le permite atenerse a un
criterio que es incluso más fuerte que su propia percepción sobre el estado de su
alma ante Dios. El alma no debe fiarse de un juicio al margen de las obras que ve
que está realizando, pues obrando así estaría tomando el lugar de Dios. Lo que
debe pues hacer es obrar el bien y luego dejar todo juicio a Dios, "que es más
grande que nuestra conciencia".