Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Tiempo de Pascua,
Semana No. 5, Lunes
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Os predicamos el Evangelio, para que dejéis los dioses
falsos y os convirtáis al Dios vivo * No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu
nombre da la gloria. * El Defensor que enviará el Padre os lo enseñará todo
Textos para este día:
Hechos 14,5-18:
En aquellos días, se produjeron en Iconio conatos de parte de los gentiles y de los
judíos, a sabiendas de las autoridades, para maltratar y apedrear a Pablo y a
Bernabé; ellos se dieron cuenta de la situación y se escaparon a Licaonia, a las
ciudades de Listra y Derbe y alrededores, donde predicaron el Evangelio.
Había en Listra un hombre lisiado y cojo de nacimiento, que nunca había podido
andar. Escuchaba las palabras de Pablo, y Pablo, viendo que tenía una fe capaz de
curarlo, le gritó, mirándolo: "Levántate, ponte derecho." El hombre dio un salto y
echó a andar. Al ver lo que Pablo había hecho, el gentío exclamó en la lengua de
Licaonia: "Dioses en figura de hombres han bajado a visitarnos." A Bernabé lo
llamaban Zeus y a Pablo, Hermes, porque se encargaba de hablar. El sacerdote del
templo de Zeus que estaba a la entrada de la ciudad, trajo a las puertas toros y
guirnaldas y, con la gente, quería ofrecerles un sacrificio.
Al darse cuenta los apóstoles Bernabé y Pablo, se rasgaron el manto e irrumpieron
por medio del gentío, gritando: "Hombres, ¿qué hacéis? Nosotros somos mortales
igual que vosotros; os predicamos el Evangelio, para que dejéis los dioses falsos y
os convirtáis al Dios vivo que hizo el cielo, la tierra y el mar y todo lo que
contienen. En el pasado, dejó que cada pueblo siguiera su camino; aunque siempre
se dio a conocer por sus beneficios, mandándoos desde el cielo la lluvia y las
cosechas a sus tiempos, dándoos comida y alegría en abundancia." Con estas
palabras disuadieron al gentío, aunque a duras penas, de que les ofrecieran
sacrificio.
Salmo 113:
No a nosotros, Señor, no a nosotros, / sino a tu nombre da la gloria, / por tu
bondad, por tu lealtad. / ¿Por qué han de decir las naciones: / "Dónde está su
Dios"? R.
Nuestro Dios está en el cielo, / lo que quiere lo hace. / Sus ídolos, en cambio, son
plata y oro, / hechura de manos humanas. R.
Benditos seáis del Señor, / que hizo el cielo y la tierra. / El cielo pertenece al Señor,
/ la tierra se la ha dado a los hombres. R.
Juan 14,21-26:
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: "El que acepta mis mandamientos y
los guarda, ése me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré
y me revelaré a él." Le dijo Judas, no el Iscariote: "Señor, ¿qué ha sucedido para
que te reveles a nosotros y no al mundo?" Respondió Jesús y le dijo: "El que me
ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos
morada en él. El que no me ama no guardará mis palabras. Y la palabra que estáis
oyendo no es mía, sino del Padre que me envió. Os he hablado de esto ahora que
estoy a vuestro lado, pero el Defensor, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi
nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he
dicho."
Homilía
Temas de las lecturas: Os predicamos el Evangelio, para que dejéis los dioses
falsos y os convirtáis al Dios vivo * No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a tu
nombre da la gloria. * El Defensor que enviará el Padre os lo enseñará todo
1. Apedreados o Idolatrados
1.1 Es bien interesante en la primera lectura de hoy las respuestas
extremas que recibe este par de predicadores audaces, Pablo y Bernabé.
En Iconio los quieren apedrear como si fueran lo peor del universo; en
Listra los quieren adorar como si estuvieran por encima del mundo entero
y ya se les pudiera llamar “dioses”.
1.2 Aprendamos de este hecho cuán variables son las opiniones que
encontraremos si queremos seguir el camino del Señor. No faltará el que
nos mire como basura, aunque es también probable que aparezca alguno
que nos trate como si fuéramos grandes santos y magníficos testimonios
de Dios. ¡Qué poco se puede confiar en las opiniones de la gente, que hoy
nos desprecia y mañana nos alaba; hoy nos echan en olvido y mañana
piden nuestra opinión; hoy se burlan de nosotros y mañana nos piden que
oremos por sus intenciones!
1.3 De otro lado, observemos cómo estos dos extremos, el de las piedras y
el de la adoración idolátrica, son igualmente perversos, pues ambos se
oponen a la verdadera difusión del Evangelio. Las “piedras” quieren
frenarnos infundiéndonos miedo; la “adoración” quiere frenarnos
infundiéndonos orgullo. Estos dos son enemigos del Evangelio, porque el
miedo nos hace olvidar cuánto ha hecho Dios por nosotros, y el orgullo
vano nos hace descuidar cuánto quiere darnos todavía. El miedo maltrata a
la gratitud y a la confianza en Dios; la vanidad destruye la generosidad y
nos lleva a confiar demasiado en nuestras fuerzas o en la virtud pasada.
1.4 La actitud de estos grandes del apostolado nos muestra cómo
responder cuando nos pretendan amarrar los lazos del miedo o de la
vanidad. Perseguidos, no buscan la muerte ni se exponen a riesgos
innecesarios, pero tampoco dejan de predicar. Aclamados, no fomentan la
ovación ni se solazan en el aplauso, sino que obran varonilmente y
proclaman claramente su condición de seres humanos como los demás,
aunque bendecidos por la gracia que trae salvación.
2. Cómo se manifiesta Cristo
2.1 Es muy importante la pregunta de Judas Tadeo en el evangelio de hoy: “Seor,
por qué te vas a manifestar slo a nosotros, y no al mundo?”. Dios, es una gran
pregunta! En efecto, si en el Mesías está la salvación, ¿cómo es que Dios esconde
esa salvación que él mismo nos envía? Si es salvación para los necesitados, los
pecadores, los pobres, ¿no sería más que razonable que se mostrara al mundo
entero?
2.2 Esta pregunta la hace Tadeo por aquello que ha dicho el Seor: “el que me ama
será amado por mi Padre; también yo lo amaré y me manifestaré a él”. Podemos
entender la pregunta de este apóstol si descubrimos que en la frase de Cristo hay
algo que parece una “condicin” pero que en realidad es más el lenguaje en que es
posible decir la revelación. Así como no puede explicarse ni entenderse la Teoría de
la Gravitación de Newton sin echar mano de las matemáticas, que es el lenguaje
propio de esa teoría, así también pasa con la revelación que nos trae Cristo: ella
tiene su propio lenguaje, que es lo que dice Cristo al principio de su frase: “el que
me ama...”. Y en esa sola expresin, cuánto hay! Sin amar a Cristo no hay
lenguaje que nos permita percibir quién es él y qué viene en realidad a traernos.