Festividad de San Juan Bautista
+ Lectura del Santo Evangelio según San Lucas .
A Isabel se le cumplió el tiempo y dio a luz un hijo. Se enteraron sus
vecinos y parientes de que el Señor le había hecho una gran misericordia y
le felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías,
como a su padre. La madre intervino diciendo :
- " No, se le va a llamar Juan ".
Le replicaron:
- " Ninguno de tus parientes se llama así ".
Entonces preguntaban por señas al padre, cómo quería que se
llamase.
Él pidió una tablilla y escribió : Juan es su nombre.
Todos se quedaron extrañados.
Inmediatamente se le soltó la lengua y empezó a hablar, bendiciendo
a Dios.
Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la noticia por toda la
montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo:
¿ Qué va a ser este niño ?
Porque la mano de Dios estaba con él.
El niño fue creciendo y su carácter se afianzaba; vivió en el desierto
hasta que se presentó a Israel.
Palabra del Señor.
Homilías
(A)
La primera madre comenta: Estoy feliz. Mi hijo es sacerdote. A donde
quiera que vaya, la gente le hace reverencias y lo llama “Padre”. La
segunda dice: Más feliz estoy yo. A mi hijo le han hecho Cardenal. A donde
va la gente se pone seria, lo reverencia y le llaman “Su Eminencia”. La
tercera callaba. Y las otras dos le preguntan: ¿y tú hijo qué? Pues mi hijo es
un muchacho de un metro ochenta. Ojos azules. Pelo rubio. Y cada vez que
entra en un salón, todos se le quedan mirando y exclaman: “Dios mío!”
(Paulo Coelho)
Me ha venido al recuerdo estas afirmaciones de Paulo Coelho hoy que
celebramos el Nacimiento de Juan el Bautista. Por más que aquí no es la
madre la que hace el elogio de su hijo sino el pueblo: “Qué será de este
nio!”
Nos llama la atención el nacimiento de Juan el Bautista por las
circunstancias que le rodean. Y no es para menos, porque a esas alturas del
partido, ocurrírseles meter un gol es ganar el partido cuando ya terminó el
tiempo. Pero el nacimiento del Bautista es como la manifestación de que
para Dios nada hay imposible, y para los hombres tampoco.
Todo nacimiento es una sonrisa de Dios. Y una esperanza de Dios. Todo
nacimiento es un milagro de Dios y de la naturaleza. A Dios le encanta jugar
a los imposibles. Le encanta demostrar la posibilidad de todo aquello que a
nosotros nos resulta imposible. Por eso los imposibles humanos son los
posibles de Dios.
Y lo curioso es que Dios pide al hombre creer en los imposibles. Zacarías
puso en duda las promesas de Dios. Es que para él tener un hijo cuando ya
no estaba ni para el chocolate de las cinco, resultaba humanamente una
tomadura de pelo. Y el precio de sus dudas fue el mudo silencio de nueve
meses. ¿Será el silencio el que todo lo hace posible?
De Isabel no se dice nada. Me imagino que debió de llevarse el susto de su
vida. “Seor, a la vejez viruela”. Hay una tradicin muy antiguo que dice
que durante el embarazo Isabel, llena de vergüenza, se retiró a una finca
cerca del pueblo y que hoy llamamos “La visitacin de María”.
Es cierto que no se dirá que todos lo llamaban “Padre” o “Eminencia”. Pero
sí creo que muchos dirían “Dios mío” qué es esto? Su misin no era llamar
la atención siendo Eminencia, sino la de ser el Precursor que prepara
caminos. Sin embargo bien pudiéramos decir que el nacimiento de Juan el
Bautista es el mejor testimonio de todas las posibilidades. También a María
se le dijo “Todo es posible para Dios”.
¿Y no sería también este el mensaje que todos debiéramos aprender de él?
Nosotros vivimos demasiado de los cálculos de posibilidades. De ahí que
vivimos más de nuestros miedos que de nuestras ilusiones y esperanzas.
Hoy todos debiéramos hacer una confesión de fe en que todo es posible
para nosotros. Al menos debiéramos intentarlo.
Todo es posible para el que lo intenta.
Todo es imposible para quien no lo intenta.
El problema no está en la posibilidad.
El problema está en intentarlo.
¿Puedo salir de la droga? Inténtalo.
¿Puedo dejar el trago? Inténtalo.
¿Puedo dejar aquel vicio? Inténtalo.
¿Puedo vivir el Evangelio? Inténtalo.
¿Puedo dejar de mentir? Inténtalo.
¿Puedo dejar de murmurar? Inténtalo.
¿Puedo mejorar mi humor? Inténtalo.
¿Puedo estar alegre? Inténtalo.
¿Puedo vencer mi pereza? Inténtalo.
¿Puedo salir de mi tristeza? Inténtalo.
¿Puedo ser amable? Inténtalo.
¿Puedo ser servicial? Inténtalo.
¿Puedo compartir lo mío con los demás? Inténtalo.
¿Puedo amar a todos? Inténtalo.
¿Puedo pedir perdón? Inténtalo.
¿Puedo mejorar mi matrimonio? Inténtalo.
¿Puedo ser mejor persona? Inténtalo.
No te pido que hagas grandes cosas.
Te pido que lo intentes.
(B)
Queridos amigos. Me siento muy a gusto, por poder celebrar con
vosotros esta Fiesta de San Juan, nuestro Patrono.
San Juan Bautista fue el Profeta que vino anunciando la inmediata
llegada de Jesús, el Salvador.
Fue predicando un bautismo de conversión, para prepararse a la Venida de
Jesús.
Sus seguidores le creyeron el Gran Enviado de Dios, creyeron que era
el Mesías Prometido. Pero él lo negó.
" Detrás de mí viene el que es más que yo, y no soy digno de
desatarle la correa de su sandalia ".
Un día, se presentó el mismo Jesús para que lo bautizara en el
Jordán, y aunque Juan se negaba a ello, aceptó ante la insistencia de Jesús.
Pero, por eso no se creyó un gran personaje o de gran categoría.
Incluso, a sus amigos y seguidores más leales, les animaba para que
siguieran a Jesús, el Cordero de Dios.
San Juan Bautista es un personaje importante en la vida de Jesús,
pero que aceptó con sencillez su misión.
Fue el Presentador, el Precursor, de Jesús, pero nunca trató de
suplantarle o de oscurecer su imagen, sino que supo desaparecer de escena
en cuanto llegó Jesús, el Mesías de Dios.
Supo estar en su puesto y conservar la serenidad. Sabía cuál era su
misión y la cumplió con honradez.
Y acabó dando su vida por esa misión.
Pero vamos a tratar de sacar alguna enseñanza para nuestras vidas.
Vamos a bajar a la realidad actual de nuestra sociedad.
Entre nosotros, en nuestra sociedad, en cuanto nos dan un cargo, en
cuanto conseguimos un título de renombre, en seguida nos creemos los
dueños y señores del mundo.
Usamos el cargo para nuestro provecho, sin tener en cuenta a los
demás, o incluso lo que es peor, lo utilizamos para nuestro interés.
La verdad es que no intentamos seguir el ejemplo de nuestro Profeta
San Juan, y así nos van las cosas.
A San Juan lo hemos visto, incluso desprendiéndose de sus amigos,
ofreciéndoselos a Jesús, aunque así se vea solo. Pero con la felicidad de
haber cumplido con el deber. Duro ejemplo para nosotros.
Estamos celebrando la Fiesta de San Juan, de este gran personaje.
Vamos a honrar su memoria, ahora en esta Celebración de la Misa. Después
vamos a tratar de tener presente su ejemplo en la alegría de la Fiesta, en la
convivencia con los amigos, y en la ilusión y el cariño de la reunión familiar.
Que San Juan nos ayude a ser felices hoy y todos los días de nuestra
vida.
(C)
Juan Bautista tiene un lugar especial dentro de la liturgia de la Iglesia.
Tiene rango de solemnidad, que es el más alto. Se celebra el día de su
nacimiento o natividad, cosa que no se hace con los santos, que siempre se
celebra su muerte o "dies natalis", que se considera como el día de su
nacimiento a la gloria o vida de Dios. En el caso de san Juan se celebran los
dos: el nacimiento, hoy, y su martirio, el 29 de agosto, la Degollación de
san Juan Bta. El culto a san Juan, a través de la historia ha estado muy
extendido y su iconografía es muy abundante. Juan es una figura del A. y N.
T., pero que entra torrencialmente en el proceso cristiano y en la vida de la
Iglesia. La coincidencia de su fiesta con un tiempo de luz y color ha dado a
esta noche de san Juan, en algunas partes, un esplendor especial.
Lo primero que destaca en san Juan Bta. es su personalidad. Recia y
austera como un hombre del desierto, forjado a la intemperie y la sobriedad
en el comer. Vestido con piel de camello, se nos dice, y comiendo miel
silvestre y saltamontes. Tal vez acostumbrado a la fuerte disciplina de los
esenios y a su espiritualidad de élite.
Sabemos también de su valentía al echar en cara a Herodes su vida y del
testimonio definitivo de su martirio. Esto completa y sella la personalidad de
Juan Bta. Recia, austera y valiente la figura de Juan Bta.
Dos signos detectan la misión de esta figura.
El primero es el bautismo para la remisión de los pecados. Predicaba y
administraba el bautismo de penitencia. Era la voz que gritaba en el
desierto el arrepentimiento de los pecados, la conversión o el cambio a una
nueva vida. El bautismo de agua era un signo religioso ya usado en otros
tiempos y otras religiones, pero Juan le daba una urgencia y un sentido
muy especiales.
Muchos buenos judíos pasaron por este bautismo. También Jesús. Él
administraba este bautismo como preparación para un acontecimiento
mayor que ya estaba llamando a las puertas de la historia y como una
exigencia interior de todo hombre religiosamente sincero. Era el bautista y
también el precursor.
El segundo signo o gesto de este hombre está muy representado en la
iconografía cristiana de todos los tiempos. Es el dedo indicador del Mesías.
Ese es el Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo, ése es al que
hay que seguir, él es el Salvador y el que trae el Espíritu Santo de Dios.
Juan es bautista y precursor, misión que ha quedado plasmada en los dos
signos comentados.
Juan predicaba y exigía una conversión que se condensaba en el bautismo
para la remisión de los pecados. Esto era, podemos decir, la vertiente más
espiritual de su mensaje.
Pero también pedía que esa conversión diera sus frutos, frutos sociales
visibles y palpables.
Estas exigencias sociales de la conversión están en línea con lo que había
sido el mensaje de los antiguos profetas, especialmente Isaías, Jeremías y
Amós, que continuamente hacía referencia a lo que más tarde se ha
llamado justicia social haciendo alusión directa a los lujos y despilfarro de
las clases sociales altas y a la pobreza y miseria de las clases humildes de la
sociedad.
Cuando el pueblo en general y los diversos estamentos en particular se
acercan a Juan y le preguntan qué tienen que hacer, la contestación de éste
está en sintonía con la predicación de los antiguos profetas tanto en el
aspecto de justicia social como en la dureza de su lenguaje.
A la gente, en general, le dice que el que tenga dos túnicas reparta con el
que no tiene ninguna, y al que tenga comida que haga lo mismo.
A los publicanos, ya en concreto, que se acercan a bautizarse les pide que
no exijan más tributos que los fijados.
A los soldados les pide algo muy propio de quien tiene el arma en la mano y
puede tirar de espada rápidamente: no usar la violencia, no hacer extorsión
a nadie y contentarse con la paga.
A todos les insiste en que la conversión verdadera tiene que dar sus frutos,
que no bastan las palabras, ni el considerarse hijos de Abrahán. Esto se lo
dice especialmente a fariseos y saduceos, a quienes llama "raza de víboras".
Dice gráficamente que "ya está puesta el hacha a la raíz de los árboles, y
todo árbol que no dé fruto va a ser cortado y echado al fuego" (Mt 3. 10).
Habla de un juicio inminente y de que alguien tiene el bieldo en la mano
para aventar la era y recoger el trigo y quemar la paja en el fuego que no
se apaga.
Juan tiene conciencia clara y humilde de su condición de precursor y dice
que él no es el esperado, que otro más fuerte que él ya viene de camino, a
quien no es digno de desatar las correas de sus sandalias, que él bautiza
sólo con agua, pero el que viene lo hará con fuego y Esp. Sto.
(D)
Celebramos hoy la fiesta de san Juan Bta., el precursor de Jesús. En el
desierto de Judá preparó al pueblo judío para la venida del Mesías,
exhortándole a la conversión de corazón y a la esperanza. Cumplió con
fidelidad su misión, sin detenerse ante las dificultades y los tropiezos de
quienes no pararon hasta hacer callar su voz profética con el martirio.
Fijémonos hoy en la figura austera y heroica de Juan: las características
más importantes de su vida pueden ayudarnos en nuestro propio camino de
creyentes.
-Asumiendo las esperanzas del pueblo...
- Juan resume todo el A.T.
Supo recoger y poner a flor de piel toda la esperanza y anhelo de salvación
que estaba en el corazón de su pueblo. Su palabra, atenta al tejido diario de
su vida, llegaba al interior de las personas, suscitando provocación,
inquietud y haciendo que los ojos se abrieran al futuro. Su palabra hacía
tambalear seguridades y no se detenía en el momento de deshacer los
montajes de una religiosidad domesticada y adormilada que actuaba, en
definitiva, de vacuna contra la auténtica fe. Su palabra fue "espada
cortante" y "flecha bruñida". No fue música celestial, sino un revulsivo:
"Convertíos". Fue como la palabra de Moisés, como la palabra de los
profetas.
-...los prepara para la venida de Jesús.
- Su misión fue la de hacer tomar conciencia del pecado, preparando, de
este modo, los corazones de los hombres para recibir el anuncio del perdón.
Poniendo de relieve la esclavitud que los mantenía prisioneros, los abría
para acoger la Buena Noticia de la liberación y la salvación. Provocando
cuestiones los preparaba para escuchar un día la respuesta.
Su misión es la de Precursor. La de llevar a los hombres hacia Jesús. La de
facilitar y hacer posible el encuentro. Con sencillez lo reconocía cuando
decía: "No soy lo que vosotros pensáis, pero después de mí viene otro de
quien no soy digno de desatar la sandalia de los pies". O cuando, al final de
su misión, desaparece sin hacer ruido y lo hace con gozo, porque "conviene
que él crezca y que yo mengüe".
-Fiel y valiente hasta el final.-
Juan lleva a término su misión con fidelidad. Escogido "en las entrañas
maternas" y a pesar de que en ciertos momentos pueda parecerle que "en
vano se ha cansado" o que "en nada ha gastado sus fuerzas", sigue
adelante.
Toda su vida tiene la grandeza de la misión bien cumplida, realizada sin
ostentación. Y en esta misión deja su vida. Su anuncio del Reino que se
acerca choca con la resistencia de quienes han construido su propio reino en
este mundo. Juan es encarcelado y con su propia sangre sellará su
testimonio. Y lo hace con valentía.
-¿Y nosotros?.
- Celebrando su fiesta y mirándonos en su figura podríamos plantearnos
hoy unas preguntas muy serias. Porque también cada uno de nosotros ha
recibido una misión que no puede ser reemplazada por nadie. El don de la
fe que hemos recibido es al mismo tiempo una responsabilidad.
¿Hasta qué punto sabemos aproximarnos a las angustias y aspiraciones de
quienes están a nuestro lado? Quizás muchas veces estamos alejados de los
demás y entonces nuestra palabra resulta fría e impersonal, incapaz de
hallar eco alguno en quienes nos rodean, incapaz de hacer mella, como un
cuchillo mal afilado.
Cuantas más barreras haya entre nosotros y los demás, más difícil nos será
contagiar algo, y menos aún la fe.
¿Somos conscientes de que nuestra misión, como la de Juan, es la de
facilitar a los demás el encuentro con Jesús o bien damos una impresión
excesiva de predicarnos a nosotros mismos? ¿Cuál es nuestra postura
cuando la situación se vuelve adversa? ¿Somos capaces en estos momentos
de mantener una actitud valiente, constante y decidida o nos echamos atrás
dejándolo para otra ocasión más propicia y menos comprometida? ¿Cómo
llevamos a término, en definitiva, la misión que nos ha sido confiada?
Hermanos: alegrémonos en la fiesta de san Juan. Demos gracias a Dios en
esta eucaristía por su testimonio y pidámosle que sepamos cumplir con
fidelidad y con sencillez la misión que Él nos ha encomendado.
(E)
El calendario de este año nos ofrece la posibilidad de celebrar en esta
reunión dominical la fiesta de Juan el Bautista, aquel profeta judío que
anunció la venida del Señor, que preparó su camino. Desde sus inicios, la
Iglesia ha venerado especialmente la figura de Juan y el pueblo cristiano lo
ha sabido captar (sobre todo al escogerlo a menudo como nombre o como
patrón de pueblos). Por eso, al celebrar con alegría su fiesta, procuremos
entender algo más su figura ejemplar y a la vez captar qué nos aporta a
nosotros, a nuestro tiempo.
* La historia de Jesús sería incomprensible si prescindiéramos de todo el
camino que la prepara, de toda la historia del pueblo judío. Y en este
camino ascendente, dos personas ocupan el último peldaño que lleva hasta
Jesús de Nazaret: aquella mujer sencilla del pueblo llamada María y este
profeta inconformista llamado Juan. Sin la fidelidad de uno y otro a su
camino, a su misión, si uno y otro no hubieran vivido con generosidad su
"sí" a lo que Dios esperaba de ellos, no podríamos imaginar cómo hubiera
sido posible la aparición en la historia de la humanidad (y concretamente,
en la historia del pueblo judío) del Hijo de Dios.
Juan prepara el camino del Señor. Desvela la conciencia de los judíos fieles
que esperaban la venida del Mesías, pero que se lo imaginaban demasiado
según sus deseos. Por esto Juan -con radicalidad, con exigencia- va al
núcleo de la cuestión, centra la atención en la raíz de lo que es preciso
hacer: renovarse, convertirse, para poder descubrir, escuchar y seguir al
Verbo de Dios que se hace hombre en JC.
Esta es la grandeza de Juan Bta. La grandeza de su misión y la grandeza de
la fidelidad con la que él la vive. Sin ahorrarse sacrificio, sabiéndose retirar
cuando su misión está realizada, no pretendiendo entender más de lo que le
es dado, sabiendo morir para no traicionar su verdad repetida
valerosamente (imprudentemente, pensarían muchos) ante los poderosos.
* Nuestra situación no es la de Juan. JC no es "el que ha de venir" sino "el
que ha venido". Pero en parte sí que podemos hablar de una necesidad de
continua venida de JC. Y por tanto, de una necesidad de continuar el
trabajo de Juan: preparar la venida de JC, más, a cada uno de nosotros, a
cada hombre, a la humanidad, en cada momento de la historia. Sólo con
este trabajo nuestro de abrir camino, será posible que la palabra de JC sea
descubierta, escuchada, seguida. Esta es la voluntad de Dios y esta es
nuestra responsabilidad: que JC sea conocido y seguido a través de lo que
nosotros hacemos. Por tanto, cada cristiano tiene planteada una cuestión
fundamental: ser o no fiel a esta misión de preparar el camino.
De ello depende el que el evangelio de JC, la Buena Noticia de JC, quede
desconocida, falseada, o sea un anuncio que libere, que comunique fuerza,
que renueve al hombre. Esta misión cada uno tiene su modo de realizarla
(no hay normas de obligado cumplimiento), pero de un modo u otro debe
realizarse. Sin excusas: si Juan se hubiera excusado en la corrupción de los
poderosos de su tiempo, en la mediocridad de los sacerdotes, en la
despreocupación de la mayoría de los judíos, no hubiera realizado su
misión. Su ejemplo -un ejemplo para nosotros- es el de su valor, el de su
entrega al trabajo que le tocaba realizar.
Hoy, cada uno de nosotros, debería preguntarse qué hace para abrir camino
a la venida de JC a cada hermano, en cada situación humana, ahora y aquí.
Pero aún otra cosa nos dice hoy el ejemplo de Juan. Algo que los cristianos
necesitamos bastante. Y es que Juan une la radicalidad de su palabra -de su
llamada a la renovación personal sincera- con la exigencia de su propia
vida, con la fidelidad a lo que él dice. No es un hombre que diga y no haga,
sino que dice y hace. Y dice y hace con exigencia, con radicalidad. Es un
auténtico profeta de Dios.
Nuestra tentación, hoy, es a menudo, excusarnos de esto o aquello (en los
defectos de los responsables de la Iglesia, o en los de los políticos, o en las
circunstancias de la vida de nuestro mundo actual...) para no decir ni hacer.
O, quizás, para decir pero no hacer (un decir que entonces de nada sirve).
Recordemos que el día de nuestro bautismo el sacerdote nos dijo que
seríamos profetas de JC. ¡Profetas! Quiere decir que hemos de hablar y vivir
sin miedos, con radicalidad, siempre que sea preciso, para abrir camino a
JC. Ciertamente, hemos de reconocer que entre nosotros faltan profetas con
el valor y la coherencia de Juan el Bta. Pidamos que la celebración de su
memoria nos ayude a seguir, algo más, su ejemplo.
(F)
-La fiesta de hoy
Seis meses antes de la Natividad de Jesús celebramos el Nacimiento de
Juan. La Iglesia antigua colocó la celebración del nacimiento de Jesús en el
solsticio de invierno y la del nacimiento de Juan en el solsticio de verano. Y
como entonces ya habían fiestas populares -con un contenido de fiesta
humana y también religiosa natural, vinculadas a los ritmos de la
naturaleza- estas fiestas populares fueron asumidas y de algún modo
incorporadas a la fiesta cristiana.
Por eso, para nosotros, cristianos de este final del siglo XX, todo ello va
unido: el recuerdo y la celebración de san Juan Bautista, la fiesta popular
del inicio del verano, las verbenas y las hogueras, la felicitación para todos
aquellos que celebran su santo... Como decían nuestros antepasados: "Todo
es bueno para el que está en gracia de Dios". Que es como decir: todo es
bueno para quien lo vive como don del Dios que creó el mundo y su belleza
y esplendor, del Dios que se nos reveló personalmente en su Hijo Jesús de
quien fue anuncio y preparación aquel judío a quien sus padres quisieron
llamar Juan.
-Nacimiento de Juan
Pero fijemos nuestra atención en este hombre, en Juan, en este santo que
jugó un papel tan importante en la vida de Jesús y que ha sido tan popular
entre el pueblo cristiano a través de estos veinte siglos y de un modo
especial en nuestro país. Durante el tiempo de Adviento, antes de la
Navidad de Jesús, nos fijamos especialmente en san Juan como precursor
de Jesús, como preparador de su camino. Durante el Adviento vemos como
Juan, desde la exigencia de su vida personal y de su predicación al pueblo,
es el signo y la voz que clama para que Aquel que está por llegar, Aquel que
es mayor que él, sea acogido con un corazón abierto, con el deseo de
cambiar de vida, con la exigencia de conversión personal y de todo el
pueblo.
Con todo, antes de hablarnos de su vida y de su predicación, el evangelista
Lucas nos habla de su nacimiento, que es lo que hoy celebramos. (La
Iglesia sólo celebra tres nacimientos: el de Jesús, el de María y el de Juan).
Podríamos decir que Lucas es el evangelista especialista en nacimientos: es
el que más nos habla del nacimiento de Jesús y el único que nos habla del
nacimiento de Juan. Y, en uno y otro caso, su propósito no es tanto
hacernos una crónica de lo que sucedió como expresar quiénes eran Jesús y
Juan, qué misión quería Dios para ellos.
-"Dios concede su favor"
Por ejemplo, en el caso de Juan, vemos como el evangelio de san Lucas
insiste repetidamente en su nombre: Juan. En la Biblia, con frecuencia, el
nombre de una persona adquiere especial valor porque expresa su
vocación, su misión. Juan significa -en hebreo- "Dios concede su favor"; es
decir, Dios muestra y comunica su amor. Su favor, su amor, para con
aquellos padres -Isabel y Zacarías- que querían tener un hijo y no venía
(entonces los hijos se tenían muy jóvenes y al llegar a una edad adulta
parecía que ya no se podía tenerlos). Su favor, su amor para con su pueblo,
ya que aquel niño será el anunciador, el preparador de la gran revelación
del amor de Dios que se realizará en Jesús, en el Hijo de Dios hecho
hombre.
Por eso, en las lecturas y en las oraciones de la misa de hoy, repetidamente
se nos habla de "alegría". Si siempre el nacimiento de un niño es causa de
alegría, lo es especialmente en este niño porque con él se prepara y de
algún modo se inicia la gran revelación y comunicación del amor de Dios
que será Jesucristo.
De ahí que, como decíamos, hoy sea también para nosotros una fiesta de
alegría: el recuerdo y la celebración del nacimiento de Juan es para
nosotros ocasión de recordar y celebrar que "Dios concede su favor", que
Dios muestra y comunica su amor hacia nosotros. El Dios creador, el Dios
salvador, es siempre el Dios que comunica amor.
La tradición cristiana ha añadido al nombre de Juan el calificativo "Bautista",
quizá para distinguirlo del otro Juan, el apóstol de Jesús (y, según la
tradición, también su evangelista). Y es que el bautismo que confería Juan
resume y simboliza su predicación de la necesidad de conversión para
prepararse a la venida del Señor. Una necesidad de conversión que sigue
siendo vigente para nosotros: siempre tenemos necesidad de convertirnos,
de abrirnos más de verdad a la venida a nosotros de Jesucristo.
Es lo que podríamos pedir hoy, en este día de fiesta: que siempre
querramos abrir más nuestro corazón -toda nuestra vida- al favor de Dios,
al amor de Dios, que se manifiesta en tantas cosas -por ejemplo, en la
belleza del mundo que El creó-, pero sobre todo se manifestó en Jesús. En
Jesús, el Señor resucitado, que está y estará presente, actuante, vivo, en
esta Eucaristía para que nosotros hagamos un paso más en nuestro vivir en
comunión con El.
P. Juan Jáuregui Castelo