Comentario al evangelio del Sábado 12 de Mayo del 2012
Queridos amigos y amigas:
Parece que la lectura de Hechos de hoy da un giro a las decisiones tomadas por los apóstoles.
Sorprende que Pablo hiciera circuncidar a Timoteo. Al margen de la intencionalidad de este dato
-considerado poco probable históricamente- que seguramente quiere subrayar la cercanía entre Pablo y
la Iglesia de Jerusalén, cuando veíamos lo contrario, podemos pensar en la importancia de la
flexibilidad. Que alguien que ha defendido una postura, tenga la capacidad de hacer una excepción, en
una circunstancia justificada, y ponerse al lado de sus oponentes, es un gesto que puede crear
comunión.
La comunión no es algo sencillo. Hay que saber ceder y ayudar a otros a que cedan también. Las
posturas rígidas e inamovibles pueden mantenerse en ciertos momentos de confusión, pero no
perpetuarse por encima de todo. Jesús no se pasó la vida echando a los mercaderes del templo o
insultando dirigentes. Lo hizo, cuando tuvo que hacerlo. Pero Él no fue odiado por eso.
Jesús fue odiado -como lo seremos nosotros, tal y como Él predice- por transmitir un nuevo modo de
comprender el mundo y la vida, desde un Dios que se va descubriendo: cercano, misericordioso,
entregado, amable, amante. Un Dios que encontró en el ser humano una joya de incalculable valor.
Una joya, que ni el propio ser humano es capaz de descubrir sin Él.
Jesús fue odiado porque demostró que el ser humano puede amar sin límites, aprendiendo a amar como
el Padre ama al Hijo.
Jesús fue odiado porque enseñó que todas las personas -no sólo unas pocas elegidas- pueden aspirar a
la plenitud de la vida humana y más allá, a la vida eterna.
Si hemos de ser odiados y perseguidos, que lo seamos porque entendemos y vivimos a Jesús, el Cristo
Resucitado. Es decir, porque, a pesar de todo, Él vive en nosotros. Y, en definitiva, Él sigue siendo el
perseguido. No nosotros.
Vuestro hermano,
Luis Ángel de las Heras, cmf
Luis Angel de las Heras