VI SEMANA DE PASCUA
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD
LUNES
a.- Hch. 16,11-15: San Pablo en Filipos
b.- Jn.15, 26-16,4: Testimonio del Espíritu y del creyente.
En la primera lectura, encontramos a Pablo en Filipos, con los suyos, en nuevo
campo misional. La ciudad de Filipos era una colonia romana, de lengua griega y
latina, donde la influencia del imperio, era muy notoria en cuanto, a la cultura que
se difundía como las costumbres, y la moral que se vivía. Prácticamente no había
judíos en la ciudad, sólo encontraron ha algunas mujeres piadosas, como Lidia,
negociante en púrpura, de la ciudad de Tiatira, famosa en el imperio por esta
industria. Ella les ofrece hospedaje en su casa. Lucas, además del itinerario que
describe, le interesa esta conversión de Lidia, porque siguiendo la línea de su
Evangelio, presenta a Jesús como Salvador del mundo, en especial los más
necesitados, en particular, de las mujeres y su promoción humana y social. En su
obra, aparecen con mayor frecuencia las mujeres, por eso, quiere destacar, que la
primera conversión en Europa, sea de una mujer, que además, es de mucha
categoría desde el punto de vista social. Negociante en púrpura, temerosa de Dios.
Pablo, rompe la costumbre de hospedarse con judíos, ahora lo hace en casa de una
mujer pagana, convertida a la fe (v. 40). Su casa, que debió ser amplia, se
convierte en centro de una fervorosa comunidad cristiana, pero el autor, quiere
destacar la obra de Dios, le abrió a Lidia, el corazón para que se adhiriese a la
palabra de Pablo (v.14).
El evangelio, nos presenta el anuncio que Jesús hace de la venida del Paráclito, el
Espíritu Santo que enviará del Padre. Él dará testimonio de Jesús, pero asegura,
que también los discípulos darán testimonio de Jesús por su estrecha unión que su
amor ha establecido (v. 27). Es el Espíritu, quien traerá a la memoria de los
discípulos la palabra de Jesús, para que las profundicen e interpreten (cfr. Jn.14,
26). No les debe vastar haber sido testigos oculares, sino que el Espíritu, agregará
la plena inteligencia de esos acontecimientos, convirtiéndolos en auténticos testigos
del acontecimiento Cristo Jesús. A todo testigo, se le pide que conozca aquello de lo
que testifica, pues ahora ellos, están preparados por la unción del Espíritu, porque
conocen a Jesús y su valor salvífico, para el hombre pecador. Juan recoge sólo dos
profecías respecto a las persecuciones y tribulaciones por las que la comunidad
eclesial deberá pasar: “Os expulsarán de las sinagogas. E incluso llegará la hora en
que todo el que os mate piense que da culto a Dios. Y esto lo harán porque no han
conocido ni al Padre ni a mí.” (vv. 1-2). Esta profecía se cumplió antes del año 70
de nuestra era, cuando los judíos cristianos, fueron expulsados de la Sinagoga,
excomulgados, si reconocían a Jesús, como Mesías de la fe cristiana. Los judíos
pensaban que en caso grave de blasfemia, había que castigarla con la muerte, y a
los cristianos, los consideraban como tales (cfr. Flp.3,6). Eran las amenazas que
sufrían los judíos convertidos a la fe cristiana. Hoy la urgencia de los cristianos, es
dar un auténtico testimonio de su fe, en medio de una sociedad pagana
indiferente, en medio de un diálogo, que propone a Cristo como camino de fe y
plenitud de ser persona, con valores cimentados en la Escritura, pero sobre todo
encarnados, en una persona: Jesús de Nazaret.