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Sólo el amor es digno de fe
6º Domingo de Pascua (Jn 15,9-17)
13 de mayo de 2012
Andamos preparando despedidas. Jesús se marchaba al cielo y debía dar a los
suyos lo que había recibido como encargo de parte del Padre: todo aquello para lo
que naci humanamente y por lo que inhumanamente muri. La liturgia de estos
días finales de pascua, nos permite contemplar este momento de transmisin
suprema, y tanto el Evangelio del domingo pasado como el de esta semana, nos
dan el apretado mensaje del testamento de Jesús como inmediata preparacin de la
solemnidad que celebraremos el prximo domingo: la Ascensin.
El Evangelio de hoy, como toda la vida y el mensaje de Jesús, está dominado
por palabras que tienen una raíz común: amar (5 veces), amor (4 veces), amigo (3
veces). ¿No ha sido, acaso, el amor y la amistad lo que Jesús ha venido a recordar, a
profundizar, a llevar a su plenitud? El amor es la quintaesencia del cristianismo, por
eso la revelacin de Jesús nos ha desvelado el rostro amable y amante de Dios. No
será el “dios tremendo”, vengativo y justiciero, ocupado y preocupado de la Gran
Disciplina, sino que el Dios del que Jesús nos hablará, siendo Él mismo la Palabra y
la manifestacin, es un Dios que tiene entraas de misericordia (Lc 1,78), que se ha
hecho camino y acompaante (Lc 24,13ss), que es como un pastor bondadoso (Jn
10), como un padre que espera siempre la vuelta de sus hijos prdigos (Lc 15), que
ofrece el perdn incluso cuando ya se está casi fuera de tiempo, como con el buen
ladrn (Lc 23,39-43). Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; como os he
amado yo, amaos entre vosotros. Y así hasta el final, hasta dar la vida (Jn 15,9.12).
La eleccin de Jesús no es para formar parte de un partido, secta o club, sino
para dar fruto duradero (Jn 15,16). Él quiere que esa dinámica creadora que tiene su
origen en el amor del Padre (Benedicto XVI), vaya adentrándose en las venas de la
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo
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tierra, en las entraas de la historia, para generar la civilizacin del amor (Pablo VI),
la cultura del amor (Juan Pablo II). Y porque esto es lo que anida en nuestro
corazn como inapagable e incensurable deseo, cuando esta nueva civilizacin y
cultura que emergen del amor cristiano tiene lugar en algún sitio, entonces la
alegría de Jesús está en los hombres, llega a plenitud (Jn 15,11). Y así sucedi con el
paso de los primeros cristianos: que la ciudad se llen de alegría (Hch 8,8). Es esto
lo que deseamos para todos los pueblos, sea cual sea su tristeza, su mordaza o su
corrupcin: poder amarse con aquel amor de Dios que Jesús nos dej como
testamento y quehacer. Lo decía aquel gran telogo que fue von Balthasar: slo el
amor es digno de fe.
Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo