“No hay amor más grande que dar la vida por los amigos... Lo que yo les mando es
que se amen los unos a los otros”.
Jn 15, 9-17 “
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
“DIOS ES AMOR”, “AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS COMO YO OS HE AMADO
La liturgia de hoy -como siempre- nos habla sólo de amor. “Dios es amor”, y, por
consiguiente, ¿qué otra cosa podría decirnos su Palabra o darnos su acción? Sin embargo,
si la escuchamos con atención, hoy -y cualquier otro día-, este motivo único resuena con
tonos nuevos. Sigámoslo a través de las lecturas para aprender a cantarlo con la vida.
El amor por parte del hombre empieza con la atención, con una intensa expectación dirigida
a Dios y suscitada además por él. Empieza por el darse cuenta de que Dios nos ha amado
primero, desde siempre, y no porque lo mereciéramos. Descubrirse amado significa, al
mismo tiempo, reconocerse pecador perdonado. Este perdón no ha tenido para Dios -¡el
Omnipotente!- un precio irrisorio, pero precisamente así es como se ha manifestado el
amor: “Dios nos ha manifestado el amor que nos tiene enviando al mundo a su Hijo único,
para que vivamos por él... envió a su Hijo para librarnos de nuestros pecados”. El rostro
amante de Dios nos ha sido revelado por el rostro de dolor y de gloria de Cristo. Y él nos
invita a permanecer en su amor -el más grande, porque es la vida entregada- para poder
gustar la comunión con el Padre.
Se nos pide, una vez más, que estemos “atentos”: el amor entregado y recibido nos implica
en su dinamismo a cada uno de nosotros. Debe convertirse en nuestra entrega: “Amaos los
unos a los otros como yo os he amado”, con una atención activa y constante para no dejar
prevalecer la naturaleza egoísta en nuestro modo de sentir, pensar, hablar, obrar; con la
tensión gozosa de poner al principio de todo el divino mandamiento. No es fácil para nadie
en concreto...
Pero para eso precisamente se nos ha dado el Espíritu. Se nos propone una nueva
atención de amor: intentar intuir en cada circunstancia los caminos que el Espíritu nos va
abriendo delante, para que pueda desplegarse el amor y llegar a todo hombre. También
Pedro se despojó a fondo de inveteradas convicciones para abrazar el designio de Dios:
atento al Espíritu y a los hermanos, indicó a la Iglesia naciente el nuevo itinerario de amor,
dejándonos a todos nosotros una huella de luz.
ORACION
Jesús, Hijo amadísimo del Padre, tú viniste al mundo para enseñarnos el lenguaje inefable
de la caridad. Y como niños aún pequeños quieres que lo aprendamos con los hechos, con
los gestos de cada día. Maestro divino y humanísimo, tú quieres que conozcamos el amor
del Padre que te ha sacrificado a ti, su corazón, por nosotros, por nuestra salvación.
Ayúdanos a no olvidar esta lección, que se vuelva para nosotros tarea comprometida de
vida. Danos la fuerza del amor humilde, perseverante, abierto a todos, ya que cada hombre
es hermano nuestro. Tú fuiste el primero en observar el mandamiento del Padre y nos diste
tú mismo el ejemplo del amor más grande. Ayúdanos a descubrir los distintos modos en que
se nos presenta también a nosotros cada día la ocasión de dar la vida por los otros, y danos
la fuerza para darla de manera concreta.