Ascensión del Señor, ciclo B: Jesús sube al cielo para que donde Él está vayamos también
nosotros… mientras, nos regala el Espíritu Santo y su fuerza
En aquel tiempo, Jesús se apareció a los once y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la
Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se
condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán
demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno
no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien».
Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.
Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra
con las señales que la acompañaban ( Mc 16,15-20)
1. Jesús, nos cuentas hoy tu despedida: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda
la creación”. Decías a tus apóstoles: “No tengáis miedo!” Yo a veces tengo miedo, haz que deje mis
miedos, quiero estar contigo sin miedo, Jesús: estos días quiero de verdad no tener miedo, ser
amigo tuyo, y amigo de los demás. Ayúdame a creer más, que eres Tú que estás en la Eucaristía.
También decías a los apóstoles: “Mar adentro!” Dame
esperanza, para ir contigo mar adentro. A veces me veo como cuando
San Pedro dijo “soy un pecador” y Tú le transformaste de pecador a
pescador. También yo quiero sentir tu voz, haz que lleve esperanza a
todos, que los ayude, que los haga felices y así será el mejor momento
de mi vida. Ir mar adentro es que estos días te acompañaré en mi
trabajo, en estudiar en los exámenes de final de curso. Quiero
esforzarme en luchar por ser santo, mejorar con esfuerzo en portarme bien, no quejarme cuando
algo me cuesta o no me gusta lo que hemos de hacer. Ir mar adentro es que voy a buscarte en mi
corazón, para decirte que te quiero, ayúdame a quererte más y mejor, no pensar en mí sino en los
demás. Quiero ser tu amigo para siempre, te doy las gracias porque has venido a mi alma, has
sufrido y muerto en la cruz porque me amas, y has resucitado también por mí, para hacerme hijo
de Dios, y me has perdonado en la confesión.
Sigo leyendo del Evangelio: “después de hablarles, ascendió al cielo y se sentó a la derecha
de Dios. Ellos fueron y proclamaron el Evangelio por todas partes, y el Señor actuaba con ellos”.
Hablar contigo, Jesús, es muy fácil porque te vas pero te quedas: es como conectar con un amigo
por teléfono. También me sirve mirar una imagen de la Virgen para animarme. A ti te basta que te
quiera, Jesús, y aunque no te veo ni te oigo sé que me estás mirando y que me oyes. Te necesito,
para aguantar el esfuerzo sin desánimos, hacer las paces y no ser violento, no buscar lo que me
gusta sino lo que va a ayudar a los demás…
Me llegó esta oración, que nos puede ayudar a ambientarnos en esta vida del Espíritu Santo
en nuestra alma y el mundo: Cuando el olvido y la indiferencia nos alejan del hermano:¡Ven
Espíritu de Amor, Bondad y Ternura!
Cuando la incomprensión nos aísla: ¡Ven Espíritu de Sabiduría y Unión!
Cuando la mentira nos envuelve: ¡Ven Espíritu de Verdad!
Cuando las tinieblas nos encubren y envuelven la realidad: ¡Ven Espíritu de claridad y
transparencia!
Cuando el egoísmo nos puede: ¡Ven Espíritu de Jesús, ayúdanos a ser paro los demás!
Cuando la pereza nos paraliza: ¡Ven y sacúdenos, Espíritu de servicio!
Cuando la incredulidad nos ciega: ¡Ven, Espíritu Santo, y danos sabiduría!
Cuando el desánimo nos domina: ¡Ven con tu Esperanza, Espíritu Santo!
Cuando la debilidad nos puede: ¡Ven, Espíritu de Fortaleza!
Cuando la mediocridad es nuestro pan de cada día: ¡Ven Espíritu de Jesús, y empújanos a
una Entrega Total!
Cuando la tristeza nos amenaza: ¡Ven, Espíritu de Alegría y fiesta cristiana!
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Cuando la exigencia del Reino nos llama: ¡Ven, Espíritu Santo, y camina con nosotros!
2. Los Hechos cuentan de esa presencia del Espíritu de Dios, cómo “Jesús
fue haciendo y enseñando hasta el día en que dio instrucciones a los apóstoles,
que había escogido movido por el Espíritu Santo, y ascendió al cielo”. Se les
apareció resucitado durante cuarenta días, y les habló del reino de Dios… y les
dijo: -“Cuando el Espíritu Santo descienda sobre vosotros, recibiréis fuerza para
ser mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta los confines del
mundo”. Luego, subió al cielo. Enhorabuena, Señor, por tu triunfo. / Has
ascendido y eres / lo más alto que existe. / Has batido el record absoluto / de amor a la
humanidad. // También a mí me gusta el triunfo, / el hacer carrera y el éxito, / pero soy muy
diferente a Ti. // Cuando yo gano, otros pierden. / Cuando ganas Tú, ganamos todos. / Lo mío
suele ser un éxito / frente a otros jóvenes. / Lo tuyo es una victoria / para todos los hombres. //
Enséñame, Señor, a no subir / a costa de los demás. / Enséñame a servir a todos / deportivamente.
Terminan los 40 días desde la Resurrección, pero la Pascua continúa estos 10 días hasta
Pentecostés, pero en realidad, Jesús, sé que la Pascua continúa con tu presencia entre nosotros,
especialmente en el domingo, pues nos dices que no te vas: "Yo estaré siempre con vosotros hasta
la consumación de los siglos". Lástima, que te has hecho invisible. S. Pablo dice que has subido “a
los cielos para llenarlo todo con su presencia". Ahora, nos toca a nosotros, es la misión de la Iglesia.
Por eso los ángeles nos invitan a no quedarnos “mirando al cielo”, pues hay mucho que hacer en la
tierra.
3. El Salmo canta con alegría, mientras los judíos subían desde el río hasta lo alto del templo,
a este Jesús que es reclamado por Dios: “sube tú y el arca de tu alianza”, dirá el salmo, anunciando
que también la Virgen subirá, y allí donde Él está, también tenemos un lugar, nos introduce en Dios,
por eso lo aclamamos con más ganas: “pueblos todos, batid palmas… Dios asciende entre
aclamaciones… Dios es el rey del mundo… se sienta en su trono sagrado”. Es Cristo resucitado que
sube a la derecha del Padre, y a nosotros nos ha escogido como su heredad. Su triunfo es, pues,
nuestro triunfo.
4. Nos desea San Pablo este “Espíritu de sabiduría” de Dios “según la eficacia de su fuerza
poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos”, y ese poder ahora actúa en
nosotros como una fuerza interior. Leí hace poco de un niño al que le encantaban los circos, y lo
que más le gustaba eran los elefantes. En una función había uno que deslumbraba por su poderío,
su tamaño y fuerza descomunal... pero después de su actuación el enorme animal quedaba atado
por una de las patas con una sencilla cadena sujeta a una pequeña estaca clavada en el suelo: no era
más que un pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra; se preguntaba cómo
un animal con fuerza capaz de arrancar árboles no arrancaba la estaca. ¿Qué le impedía liberarse? El
niño preguntó por ese misterio a su padre, quien le explicó que no se escapaba porque “estaba
amaestrado”. Pero el misterio seguía: si estaba amaestrado, para qué la cadena?... Con el tiempo
descubrió que el elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde
que era muy pequeño. Podemos imaginarnos al pequeño elefante intentando liberarse de la estaca,
demasiado fuerte para su edad. Probaría un día y otro, hasta que el animal aceptó su impotencia y
se resignó a su destino. Como tiene memoria de elefante, ese animal enorme y poderoso no escapa
porque se acuerda de que no podía, y piensa que no puede. El recuerdo de la impotencia que
siente desde pequeño, le acompaña toda la vida. Y lo peor es que jamás se ha planteado de nuevo
la posibilidad de vencer. Señor, que aprenda de esta bonita imagen de los límites que tantas veces
nos aprisionan en la vida, sin conocer que podemos mucho más de lo que encierran esas
limitaciones. Señor, hazme ver como hay campeones que no se hunden ante las dificultades, que no
cesan hasta romper las estacas a las que se atan… Dame tu fortaleza, esa superación, el esfuerzo,
que me libere de muchas “estacas” que me aprisionan, que sepa tener paciencia para pasar por
encima de los muros que me dificultan, o por debajo, o que simplemente los ignore... ¿Qué estacas
tengo atadas que me quitan libertad? Quizá probamos una y otra vez algo y ya pensamos que no
podemos conseguirlo, grabamos en nuestra memoria un "no puedo... no puedo y nunca podré",
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perdiendo la confianza. “Sabemos” que no podemos pero no consideramos que la única manera de
“saber”, es “intentar de nuevo” poniendo todo el corazón, todo nuestro esfuerzo: levantarnos
puntuales, estudiar, atender en clase o en lo que toca.
Jesús se queda con su espíritu de fortaleza, hace realidad ese afán del amor: una madre que
dice a su hijo “te comería a besos”… de alguna manera eso dice Él: “toma, cómeme”, se nos da y
queremos acabar, por intercesión de Santa María: Madre mía, ayúdame a dar gracias a mi Jesús
porque se has quedado en la Comunión, que está dentro de mí y dentro de todos los que le hemos
recibido. Ayúdame para que no desaproveche estos momentos tan bonitos en los que estás
conmigo, y recibirle como tú en Nazaret, o en las misas con san Juan. Que sepa abrirme como tú al
Espíritu Santo, el mejor regalo que recibimos, para que sea mi amigo inseparable, que por muy
bajito que me hable, le escuche, Él que está dentro de mí y me dará fuerza en la lucha de la vida, y
me ayudará en mis problemas, a superar esos muros, y seré más bueno, alegre y estudioso y sano, y
todos estarán contentos de mí: viviré alegre para hacer felices a los demás. Ésta es la perla preciosa
que he encontrado, que quiero mimar y ayudar a crecer, no perderla, mirándome en el espejo que
es Jesús, que estos días de Pascua he acogido como mejor he podido en mi corazón.
Llucià Pou Sabaté
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