VI Domingo de Pascua, Ciclo B
Homilía basada en el Catecismo de la Iglesia Católica
"Conocer por Cristo los secretos del Padre, es signo de su amistad; que
otros conozcan a Cristo por medio de la Iglesia, es signo de fidelidad"
Hch 10,25-26.34-35.44-48: "El don del Espíritu Santo se ha
derramado también sobre los gentiles"
Sal 97,1-2-3ab.3cd-4: "El Señor revela a las naciones su
salvación"
1 Jn 4,7-10: "Dios es Amor"
Jn 15,9-17: "Nadie tiene amor más grande que el que da la vida
por sus amigos"
Ya en el Deuteronomio se había dicho: "Dios no es parcial ni acepta soborno..." Esa
universalidad alcanza su culminación en Cristo y en el mandato de hacer discípulos
de todos los pueblos. Pedro ha llegado a esta conclusión por un camino difícil y
lento. Pero, una vez descubierto, se entrega en cuerpo y alma a los gentiles,
porque estaba convencido de que no se les podía negar el bautismo.
San Juan sale al paso de dos posibles errores: que el conocimiento de Dios nada
tiene que ver con la conducta personal y que el envío del Hijo sea fruto del mérito
de alguien, y no de la iniciativa de Dios.
La tarea que Jesús ha encomendado a los apóstoles es la evangelización. Pero no
es posible sin una profunda comunión de amor de ellos con Cristo y de ellos entre
sí.
En la sociedad civil la designación "a dedo" no tiene buena prensa. No goza de
prestigio. Porque en la Iglesia ni la vocación, ni la elección ni la designación
proceden de los propios méritos ni del consenso humano. La comunidad apostólica
contemplaba la misión que Cristo daba a sus primeros seguidores como iniciativa
gratuita de Dios.
— La misión de los apóstoles:
"Jesús es el enviado del Padre. Desde el comienzo de su ministerio, «llamó a los
que Él quiso, y vinieron donde él. Instituyó Doce para que estuvieran con Él y para
enviarlos a predicar» (Mc 3,13-14). Desde entonces, serán sus «enviados» ;obes
lo que significa la palabra griega «apostoloi»;cb. En ellos continúa su propia
misión: «Como el Padre me envió, también yo os envío» (Jn 20,21). Por tanto su
ministerio es la continuación de la misión de Cristo: «Quien a vosotros recibe, a mí
me recibe», dice a los Doce (Mt 10,40)" (858; cf. 764).
— El mandamiento nuevo:
"Jesús hace de la caridad el mandamiento nuevo. Amando a los suyos «hasta el
fin» (Jn 13,1), manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a
otros, los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben también en ellos. Por eso
Jesús dice: «Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros;
permaneced en mi amor» (Jn 15,9). Y también: «Éste es el mandamiento mío: que
os améis unos a otros como yo os he amado» (Jn 15,12)" (1823).
— "En todo tiempo y lugar ha sido grato a Dios el que le teme y practica la justicia.
Sin embargo, quiso santificar y salvar a los hombres no individualmente y aislados,
sin conexión entre sí, sino hacer de ellos un pueblo para que le conociera de verdad
y le sirviera con una vida santa. Eligió, pues, a Israel para pueblo suyo, hizo una
alianza con él y lo fue educando poco a poco. Le fue revelando su persona y su plan
a lo largo de su historia y lo fue santificando. Todo esto, sin embargo, sucedió como
preparación y figura de su alianza nueva y perfecta que iba a realizar en Cristo...,
es decir, el Nuevo Testamento en su sangre convocando a las gentes de entre los
judíos y los gentiles para que se unieran, no según la carne, sino en el Espíritu" (LG
9) (781).
Somos Iglesia porque hemos sido convocados; convocamos a otros con nuestro
testimonio, porque somos Iglesia.
Con permiso de Almudi.org