" Cuando venga el Paráclito que yo les enviaré desde el Padre"
Jn 15, 26 - 16, 1-4
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
EL CRISTIANO HA DE SER TESTIGO EN EL SENTIDO MÁS PLENO
La vida del cristiano es, a la vez, tiempo de tentación y tiempo de testimonio, tiempo de lucha y
tiempo de colaboración en la obra del Espíritu destinada a dar testimonio del Resucitado. Así
como el Resucitado fue al Padre en medio de la incomprensión humana, así también los
discípulos serán incomprendidos, expulsados de los lugares importantes e incluso les quitarán
la vida. Se perfila aquí una visión «heroica» de la vida cristiana, una visión en la que el cristiano
ha de ser testigo en el sentido más pleno, es decir, en el de mártir. La realidad de Cristo resulta
tan decisiva para la humanidad y, al mismo tiempo, tan heterogénea con el modo común de
pensar, que quien se pone de parte de Cristo será, inevitablemente, marginado e incluso
suprimido. Eso es lo que ha sucedido en el siglo XX con el elevadísimo número de mártires. Es
lo que está sucediendo y, presumiblemente, sucederá en el próximo siglo con la marginación
práctica de quienes, en medio del sincretismo general o del fundamentalismo que resurge, se
ponen de parte de Cristo, armado con el solo poder del Consolador.
También hoy los discípulos, elegidos para ser custodios y testigos de la realidad divina de
Cristo, están advertidos de la incomprensión y de la hostilidad con que serán perseguidos por
el mundo. Y lo hará unas veces en nombre del progreso, otras de la emancipación y de la
modernización, de la liberación de los tabúes, de las batallas de la civilización, de los Derechos
Humanos y de todas las motivaciones que en estos años se han esgrimido, en no raras
ocasiones también para hacer olvidar el pasado cristiano e imponer nuevos modelos de vida.
ORACION
Se anuncian, Señor, tiempos duros. El rechazo de tu memoria se está afirmando en algunas
partes de nuestro mundo occidental como si tu nombre hubiera sido la cobertura, si no la
causa, de un momento oscuro de la historia de la humanidad. Haz, Señor, que no nos
escandalicemos, sino que sepamos resistir, todos unidos, con la fuerza y el consuelo de tu
Espíritu. Haz, sobre todo, que no tengamos que juzgar a quienes nos marginan, porque, en
ocasiones, consideran «que dan culto a Dios» o, al menos, a la causa de la humanidad, a
menudo de buena fe. Haznos conscientes de que también nosotros, los cristianos, hemos sido
a veces, a lo largo de la historia, intolerantes y hemos perseguido a otros hermanos, creyendo
dar culto a Dios.
Ayúdanos a ser humildes, a no caer en el victimismo, a dar testimonio de ti con firmeza y
orgullo, aunque sin pretender ni aplausos, ni medallas, ni salvoconductos, ni reconocimientos,
ni deseo de revancha. Haz que aprendamos a tener confianza sólo en la fuerza de tu Espíritu,
para dar testimonio de ti también en el milenio que no ha hecho más que empezar.