“ninguno de ustedes me pregunta: ¿a dónde vas?”
Jn 16, 5-11
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. NINGUNO DE USTEDES ME PREGUNTA: ¿A DÓNDE VAS?
En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: Me voy ya al que me envió y ninguno de
ustedes me pregunta: ¿A dónde vas? Jesús nos dice que es necesaria su ausencia para
que se envíe el Espíritu Santo. Antes les habló de su ida al Padre, y se entristecieron,
como se vio anteriormente. En los capítulos 13 y 14 les anunció su partida - 13:36; 14:5 -; y
en el 14 hay un diálogo con algunos apóstoles sobre el sentido de su partida. Y ahora que
habla de nuevo sobre lo mismo. Ninguno de ustedes me pregunta, dice Jesús, como si
también dijera, ahora nadie me pregunta, porque luego agrega que nadie le dice ¿A dónde
vas?
2. LES CONVIENE QUE ME VAYA
Dice Jesús: Sin embargo, es cierto lo que les digo: les conviene que me vaya; porque si no
me voy, no vendrá a ustedes el Paráclito; En el plan del Padre, la ausencia de Jesús es
condición no sólo para la venida del Espíritu Santo, sino para que el mismo Jesús lo envíe.
Este primer rasgo basta para señalar la divinidad del que es objeto de esta promesa; sólo
Dios puede ser aquel cuya venida es tan preciosa, que es uno dichoso comprándola al
precio mismo de la ausencia de Jesús.
3. LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO
El Espíritu Santo que Jesús va a enviar, unirá su testimonio al de Jesús, para la Justicia de
la causa del Salvador resplandezca a los ojos de los creyentes. La acción acusadora del
Espíritu contra el mundo. La venida del Espíritu trae primeramente una misión fiscalizadora
y condenatoria. Esta ofensiva del Espíritu contra el mundo malo va a ser triple. El
pensamiento se expresa con una serie de matizaciones de un tema fundamental, que casi
viene a ser una pequeña culminación conceptual.
De pecado; porque ellos no han creído en mí. Este fue el gran pecado de Israel: cerrar
culpablemente los ojos a la Luz (Jn 3:2.19; 8:46; 15:22.24; 9:41). Porque el Pecado del
Mundo es su incredulidad. El Espíritu del Paráclito pondrá en claro este pecado.
4. PORQUE ME VOY AL PADRE Y YA NO ME VERÁN USTEDES
La venida del Paráclito va a ser la venida del gran defensor de la verdad de Jesús: hacerle
justicia. Todo su mensaje quedaba garantizado con la gran efusión de la venida del
Paráclito, que El prometía. Pentecostés fue la prueba de la verdad del mensaje del Hijo,
rubricado con la promesa que hizo de enviar el Espíritu Santo. Y la prueba de que estaba
con el Padre. Y como una secuencia de esta misma garantía es que ya no me verán
ustedes de una manera normal a Jesús. Su ausencia era el precio del envío que hacía.
De juicio; porque el príncipe de este mundo ya está condenado. El príncipe de este mundo
es Satanás. El es el que establece la lucha escatológica de las tinieblas contra la Luz ,
moviendo a los hombres a ser hostiles al imperio del Mesías. Pero al venir el Espíritu, viene
la prueba de que el mensaje redentor de Jesús estaba hecho, y, por tanto, el imperio
satánico vencido, juzgado, en el sentido de condenado. La hora escatológica final no será
más que la expulsión definitiva de Satanás de su imperio temporal en el mundo (Jn 12:31;
16:33). La condena de Satanás es el triunfo de la justicia de Jesús.
5. EL ESPÍRITU SANTO, NOS SACARÁ SIEMPRE DE NUESTRA
DEBILIDADES
Cuando nos sintamos desalentados, imploremos su venida a nosotros. La presencia del
Espíritu Santo nos llenara de alegría y nos dará paz.
Jesús es y debe ser el centro de nuestra vida espiritual, todas nuestras acciones y nuestras
obras ha de ir encaminadas a que sea glorificado el Nombre de Jesús en nosotros
El Padre y Espíritu Santo, glorifican a Jesús y nos dan con ello una norma para nuestra
vida.
Todo por Jesús, todo con Jesús y todo para Jesús, como cuando se cierra la plegaria
eucarística, Por Cristo, con El y en EL, para que todo redunde en mayor gloria del Padre.
Queridos hermanos, que Jesús no se aparte nunca de nuestros pensamientos y se
mantenga siempre en nuestros corazones, para que nuestra vida no se aparte de Dios.
El Señor les Bendiga