Les aseguro "que todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá”
Jn 16, 23b-28
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant ocds
Lectio Divina
TODO LO QUE PIDAN AL PADRE EN MI NOMBRE
La comunión de los discípulos con Jesús y con su misión les garantiza que el Padre escuchará
su oración como escucha la del Hijo. Del mismo modo que las obras y las palabras de Jesús no
son suyas, sino del Padre, tampoco las obras y las palabras de los discípulos son suyas, sino
de Jesús, presente dentro de ellos: la omnipotencia de Jesús es la omnipotencia de los
discípulos.
El gran mensaje contenido en esta página de Juan me provoca: ¿por qué obtengo tan poco?
¿Por qué soy tan poco eficaz? ¿Por qué mi alegría es tan raramente plena? Y aún: ¿por qué el
misterio de la unión del Hijo con el Padre me atrae sólo de una manera débil? ¿Por qué siento
tan pocas veces la omnipotencia de Dios en mi acción? ¿Y si estas preguntas estuvieran
concadenadas? ¿No estarán por casualidad mis ojos demasiado vueltos a la realidad de este
mundo y demasiado poco al misterio de Dios, al amor del Padre al Hijo y del Hijo a los
discípulos? La mirada al mundo, aunque necesaria, no me ayuda ciertamente a salvarlo, a no
ser que lo mire con los ojos y con el corazón del Padre, que ha dado al Hijo para la salvación
del mundo y quiere implicarme en esta aventura decisiva, porque es una aventura que tiene
que ver con la eternidad. El ojo de Dios me ayudaría a ver las necesidades —con frecuencia
ocultas— de la gente, a encontrar el remedio «divino» y no sólo humano que debemos
ofrecerles, la alegría plena que hemos de presentar, el amor que lo rescata todo. ¿Y si mi
problema fundamental fuera la débil contemplación
ORACION
¡Pedir en tu nombre, oh mi amadísimo Salvador, no sólo pronunciar tu nombre, sino hacer mía
tu causa, perseguirla con tu corazón, ver el mundo con tus ojos, comprender tu alegría, querer
entregarme como te entregaste tú! ¡Qué lejos estoy de todo esto! Por eso me quedo en
ocasiones decepcionado en mi oración; por eso pierdo el ánimo en mi compromiso con tu
servicio; por eso, ante a la escasez de resultados, me viene la tentación de abandonar.
Señor, mira con piedad mis veleidades al servirte, ven al encuentro de mis ilusorias esperanzas
de gratificaciones, para sostenerme y purificarme. Forma en mí un corazón semejante al tuyo.
Dame el impulso desinteresado de tu amor. Átame continuamente con el amor del Padre, para
que pueda amar a mis hermanos como él los ama, como tú los amas, como yo quisiera
amarlos. Y los amaré si vienes en mi ayuda. Ven, Señor, no me abandones. Envuélveme con tu
luz y con tu amor