EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Lunes de la séptima semana de Pascua
Libro de los Hechos de los Apóstoles 19,1-8.
Mientras Apolo permanecía en Corinto, Pablo, atravesando la región interior, llegó a
Efeso. Allí encontró a algunos discípulos
y les preguntó: "Cuando ustedes abrazaron la fe, ¿recibieron el Espíritu Santo?".
Ellos le dijeron: "Ni siquiera hemos oído decir que hay un Espíritu Santo".
"Entonces, ¿qué bautismo recibieron?", les preguntó Pablo. "El de Juan",
respondieron.
Pablo les dijo: "Juan bautizaba con un bautismo de penitencia, diciendo al pueblo
que creyera en el que vendría después de él, es decir, en Jesús".
Al oír estas palabras, ellos se hicieron bautizar en el nombre del Señor Jesús.
Pablo les impuso las manos, y descendió sobre ellos el Espíritu Santo. Entonces
comenzaron a hablar en distintas lenguas y a profetizar.
Eran en total unos doce hombres.
Pablo fue luego a la sinagoga y durante tres meses predicó abiertamente, hablando
sobre el Reino de Dios y tratando de persuadir a sus oyentes.
Salmo 68(67),10.20-21.
Tú derramaste una lluvia generosa, Señor:
tu herencia estaba exhausta y tú la reconfortaste;
¡Bendito sea el Señor, el Dios de nuestra salvación!
El carga con nosotros día tras día;
él es el Dios que nos salva
y nos hace escapar de la muerte.
Evangelio según San Juan 16,29-33.
Sus discípulos le dijeron: "Por fin hablas claro y sin parábolas.
Ahora conocemos que tú lo sabes todo y no hace falta hacerte preguntas. Por eso
creemos que tú has salido de Dios".
Jesús les respondió: "¿Ahora creen?
Se acerca la hora, y ya ha llegado, en que ustedes se dispersarán cada uno por su
lado, y me dejarán solo. Pero no, no estoy solo, porque el Padre está conmigo.
Les digo esto para que encuentren la paz en mí. En el mundo tendrán que sufrir;
pero tengan valor: yo he vencido al mundo".
Comentario del Evangelio por
Beato Tito Brandsma, carmelita holandés, mártir (1881-1942)
Conferencia «Paz y amor por la paz» del 11/11/1931
«En el mundo, tendréis luchas, pero tened confianza: yo he vencido al
mundo»
Aunque amemos la paz y tengamos esperanza en el fondo del corazón de que
nuestra acción en favor de la paz no será inútil, ni vosotros ni yo podremos eludir
las presiones de este tiempo.
Esto significa que no podemos liberarnos de la duda de que, según las leyes
de la historia, algo pueda cambiar: una guerra sucede a otra guerra, y cada vez,
esto es un golpe mortal para la causa de la paz. Vivimos todavía demasiado bajo la
influencia de los que afirman que los que quieren la paz deben armarse para vencer
la guerra...
Es notable de comprobar que en el curso de los siglos, brotan constantemente
héroes de paz, predicadores del mensaje de paz... Encontramos a estos
mensajeros, estos apóstoles de la paz en todo tiempo y en todo lugar. Y en
nuestros días, por suerte, no carecemos de eso. Pero ningún mensajero de la paz,
ha encontrado un eco más vasto que aquel al que llamamos el Rey de la paz (Is
9,5). Permitidme recordaros quién es este mensajero. El día de Pascua, parecía que
los apóstoles habían perdido toda esperanza desde la muerte de Cristo en la cruz.
Mientras que a los ojos del mundo la misión de Cristo había terminado, había
fracasado, era incomprendida, él apareció en medio de sus apóstoles reunidos en el
Cenáculo por temor a los enemigos, y, en lugar de declaraciones belicosas contra
sus adversarios, ellos escuchan decir: "Os dejo mi paz, os doy mi paz. No os la doy
como la da el mundo" (Jn 14,27)...
Querría repetir esta palabra, hacerla resonar en el mundo entero, sin
preocuparme de quién la escuchará. Querría repetirla tan a menudo que, aunque la
neguemos, lográramos escucharla hasta que todos nosotros la hayamos oído y
comprendido.
"servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”