“Yo he vencido al mundo”
Jn 16, 29-33
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
Lectio Divina
TENED ÁNIMO, YO HE VENCIDO AL MUNDO
La solidez de la relación con Dios emerge en la hora de la prueba, cuando nos encontramos
solos ante Dios y, de improviso, se diluyen los apoyos humanos y las grandes ilusiones.
Entonces es cuando se manifiesta dónde está apoyado de verdad tu corazón: en tus propias
seguridades o en la Palabra del Señor, en el abandono total en él. La fe se purifica en las
pruebas y en la soledad, y nos introduce en el camino de Jesús, que afirma: “Yo no estoy solo,
porque el Padre está conmigo”, y nos hace considerar seriamente las palabras de Jesús:
“Tened ánimo, yo he vencido al mundo”.
La prueba y las tribulaciones pertenecen también a un proceso de maduración, porque nos
hacen entrar en nosotros mismos, desear el silencio; nos sumergen en la soledad, allí donde
siempre podemos descubrir nuestra vocación de estar “solos con el Solo”, de anclarnos en
aquel que nunca nos abandonará, con aquel a quien, juntos, aclamamos en los Salmos a
menudo como nuestra roca, nuestro refugio, nuestra defensa, nuestro baluarte, nuestro
consuelo. En esos momentos estas palabras asumen una verdad, una evidencia y una fuerza
particular, y nos sentimos crecer en la comprensión del misterio de la vida y de nuestra íntima
relación con Dios.
ORACION
Ilumina, Señor, mis noches con la luz discreta de tu presencia. No me abandones en mis
soledades, cuando todo parece hundirse a mi alrededor y cuando las presencias más familiares
se me vuelven extrañas y son incapaces de consolarme. Tú también sabes, Jesús mío, lo
terrible que es la soledad, cuando hasta el Padre se te hacía imposible de encontrar y te
sentiste abandonado por él. Por esta terrible desolación por la que pasaste, ven en ayuda de
mis desiertos, no me abandones cuando me siento abandonado por los otros.
Tú que sudaste sangre, alivia mis heridas. Tú que has resucitado, haz fecunda de vida la
sensación de inutilidad y abandono. Por tu santa agonía, por tu gloriosa lucha contra el sentido
de la derrota, llena mis momentos terribles, las horas y los días de vacío, para que yo pueda
experimentarte como mi dulce salvador.