EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Juan 17,11b-19.
Ya no estoy más en el mundo, pero ellos están en él; y yo vuelvo a ti. Padre santo,
cuida en tu Nombre a aquellos que me diste, para que sean uno, como nosotros.
Mientras estaba con ellos, cuidaba en tu Nombre a los que me diste; yo los protegía
y no se perdió ninguno de ellos, excepto el que debía perderse, para que se
cumpliera la Escritura.
Pero ahora voy a ti, y digo esto estando en el mundo, para que mi gozo sea el de
ellos y su gozo sea perfecto.
Yo les comuniqué tu palabra, y el mundo los odió porque ellos no son del mundo,
como tampoco yo soy del mundo.
No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno.
Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.
Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad.
Así como tú me enviaste al mundo, yo también los envío al mundo.
Por ellos me consagro, para que también ellos sean consagrados en la verdad.
comentario del Evangelio por
Concilio Vaticano II
Constitución sobre la Iglesia «Lumen gentium», § 32
"Que sean uno"
Pues la distinción que el Señor estableció entre los sagrados ministros y el
resto del Pueblo de Dios lleva consigo la solidaridad, ya que los Pastores y los
demás fieles están vinculados entre sí por recíproca necesidad. Los Pastores de la
Iglesia, siguiendo el ejemplo del Señor, pónganse al servicio los unos de los otros y
al de los restantes fieles; éstos, a su vez, asocien gozosamente su trabajo al de los
Pastores y doctores. De esta manera, todos rendirán un múltiple testimonio de
admirable unidad en el Cuerpo de Cristo. Pues la misma diversidad de gracias,
servicio y funciones congrega en la unidad a los hijos de Dios, porque «todas...
estas cosas son obra del único e idéntico Espíritu» (1 Co 12,11).
Los laicos, del mismo modo que por la benevolencia divina tienen como
hermano a Cristo, quien, siendo Señor de todo, no vino a ser servido, sino a servir
(cf. Mt 20,28), también tienen por hermanos a los que, constituidos en el sagrado
ministerio, enseñando, santificando y gobernando con la autoridad de Cristo,
apacientan a la familia de Dios, de tal suerte que sea cumplido por todos el nuevo
mandamiento de la caridad. A cuyo propósito dice bellamente San Agustín: «Si me
asusta lo que soy para vosotros, también me consuela lo que soy con vosotros.
Para vosotros soy obispo, con vosotros soy cristiano. Aquel nombre expresa un
deber, éste una gracia; aquél indica un peligro, éste la salvación».
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