EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Miércoles de la octava semana del tiempo ordinario
Epístola I de San Pedro 1,18-25.
Ustedes saben que fueron rescatados de la vana conducta heredada de sus padres,
no con bienes corruptibles, como el oro y la plata,
sino con la sangre preciosa de Cristo, el Cordero sin mancha y sin defecto,
predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos
para bien de ustedes.
Por él, ustedes creen en Dios, que lo ha resucitado y lo ha glorificado, de manera
que la fe y la esperanza de ustedes estén puestas en Dios.
Por su obediencia a la verdad, ustedes se han purificado para amarse sinceramente
como hermanos. Amense constantemente los unos a los otros con un corazón puro,
como quienes han sido engendrados de nuevo, no por un germen corruptible, sino
incorruptible: la Palabra de Dios, viva y eterna.
Porque toda carne es como hierba y toda su gloria como flor del campo: la hierba
se seca y su flor se marchita,
pero la Palabra del Señor permanece para siempre. Esta es la Palabra que les ha
sido anunciada, la Buena Noticia.
Salmo 147,12-13.14-15.19-20.
¡Glorifica al Señor, Jerusalén,
alaba a tu Dios, Sión!
El reforzó los cerrojos de tus puertas
y bendijo a tus hijos dentro de ti;
él asegura la paz en tus fronteras
y te sacia con lo mejor del trigo.
Envía su mensaje a la tierra,
su palabra corre velozmente;
Revela su palabra a Jacob,
sus preceptos y mandatos a Israel:
a ningún otro pueblo trató así
ni le dio a conocer sus mandamientos.
¡Aleluya!
Evangelio según San Marcos 10,32-45.
Mientras iban de camino para subir a Jerusalén, Jesús se adelantaba a sus
discípulos; ellos estaban asombrados y los que lo seguían tenían miedo. Entonces
reunió nuevamente a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder:
"Ahora subimos a Jerusalén; allí el Hijo del hombre será entregado a los sumos
sacerdotes y a los escribas. Lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos:
ellos se burlarán de él, lo escupirán, lo azotarán y lo matarán. Y tres días después,
resucitará".
Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, se acercaron a Jesús y le dijeron: "Maestro,
queremos que nos concedas lo que te vamos a pedir".
El les respondió: "¿Qué quieren que haga por ustedes?".
Ellos le dijeron: "Concédenos sentarnos uno a tu derecha y el otro a tu izquierda,
cuando estés en tu gloria".
Jesús les dijo: "No saben lo que piden. ¿Pueden beber el cáliz que yo beberé y
recibir el bautismo que yo recibiré?".
"Podemos", le respondieron. Entonces Jesús agregó: "Ustedes beberán el cáliz que
yo beberé y recibirán el mismo bautismo que yo.
En cuanto a sentarse a mi derecha o a mi izquierda, no me toca a mí concederlo,
sino que esos puestos son para quienes han sido destinados".
Los otros diez, que habían oído a Santiago y a Juan, se indignaron contra ellos.
Jesús los llamó y les dijo: "Ustedes saben que aquellos a quienes se considera
gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos
les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se
haga servidor de ustedes;
y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.
Porque el mismo Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su
vida en rescate por una multitud".
comentario del Evangelio por
Beato Guerrico de Igny (hacia 1080-1157), abad cisterciense
Primer sermón para el domingo de Ramos
«El hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir»
El hombre fue creado para servir a su Creador. ¿Hay algo más justo, en
efecto, que servir al que os ha puesto en el mundo, sin quien no podéis existir? ¿Y
hay algo más dichoso que servirle, puesto que servirle es reinar? Pero el hombre
dijo a su Creador: «Yo no te serviré» (Jr 2,20). «Pues yo, dice el Creador al
hombre, sí te serviré. Siéntate, te serviré, te lavaré los pies»...
Sí, oh Cristo «servidor bueno y fiel» (Mt 25,21), verdaderamente tú has
servido, has servido con toda la fe y con toda la verdad, con toda la paciencia y
toda la constancia. Sin tibieza, te has lanzado como un gigante a correr por el
camino de la obediencia (Sl 18,6); sin fingir, nos has dado además, después de
tantas fatigas, tu propia vida; sin murmurar, flagelado e inocente, no has abierto la
boca (Is 53,9). Está escrito y es verdad: «El servidor que conoce la voluntad de su
amo y no la cumple recibirá cantidad de azotes» (Lc 12,47). Pero este servidor
nuestro, os pregunto ¿cuáles son los actos que no ha llevado a cabo? ¿Qué es lo
que ha omitido de lo que debía hacer? «Todo lo ha hecho bien» gritaban los que
observaban su conducta; «ha hecho oír a los sordos y hablar a los mudos» (Mc
7,37). Ha llevado a cabo toda clase de acciones dignas de recompensa, entonces
¿por qué ha sufrido tanta indignidad? Presentó su espalda a los latigazos, recibió
una sorprendente cantidad de atroces golpes, su sangre chorreó por todas partes.
Fue interrogado en medio de oprobios y tormentos, como si fuera un esclavo o un
malhechor a quien se interroga para hacerle decir la verdad sobre un crimen. ¡Oh
detestable orgullo del hombre que desdeña servir, y que no podía ser humillado por
ningún otro ejemplo que el de un tal servidor de su Dios!...
Sí, mi Señor, has pasado muchas penas para servirme; sería justo y
equitativo que de ahora en adelante puedas descansar, y que tu servidor, a su vez,
se ponga a servirte; su momento ha llegado... Has vencido, Señor, a este tu
servidor rebelde; extiendo mis manos para recibir tus ataduras, inclino mi cabeza
para recibir tu yugo. Permíteme servirte. Aunque soy un servidor inútil si tu gracia
no me acompaña y no trabaja siempre a mi lado (Sab 9,10), recíbeme como tu
servidor para siempre.
"servicio brindado por el Evangelio del Día, www.evangeliodeldia.org”