VIII Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Padre Julio Gonzalez Carretti OCD
SABADO
a.- Jds. 17, 20-25: Manteneos en el amor de Dios.
b.- Mc. 11, 27-33: ¿Con qué autoridad haces esto?
Este texto evangélico, es la respuesta de las autoridades religiosas, a la situación
vivida en el templo por parte de Jesús, al echar a los vendedores y volcar las mesas
de los cambistas. Además, recordemos su entrada triunfante en Jerusalén, eran
motivos como para indagar, más acerca de la persona de Jesús de Nazaret. La
pregunta, que le hacen tiene dos momentos: ¿con qué autoridad obraba así? y
¿quien le había dado esa autoridad? La pregunta fue bien pensada, ya que sólo el
Mesías de Dios, podía actuar de esa manera, según ellos. Si respondía
afirmativamente, es decir, afirmar que ÉL era el Mesías, corría el riesgo, que le
abrieran un proceso legal, por actuar o pretender como falso Mesías. Jesús sabe
que sus interlocutores no tienen fe, por lo mismo, la respuesta la transforma en
pregunta: “Jesús les dijo: «Os voy a preguntar una cosa. Respondedme y os diré
con qué autoridad hago esto. El bautismo de Juan, ¿era del cielo o de los hombres?
Respondedme.»Ellos discurrían entre sí: «Si decimos: "Del cielo", dirá: "Entonces,
¿por qué no le creísteis?" Pero ¿vamos a decir: "De los hombres?"» Tenían miedo a
la gente; pues todos tenían a Juan por un verdadero profeta. Responden, pues, a
Jesús: «No sabemos.» Jesús entonces les dice: «Tampoco yo os digo con qué
autoridad hago esto.» (vv. 29-33). Marco, quiere resaltar la incredulidad de los
interlocutores de Jesús. Con ello, el Señor nos enseña, que siempre ha obrado en la
verdad, con sinceridad, es más, sabe que sus acciones, lo pueden llevar a la
condena. Usa una artimaña, para no contestar directamente a los sacerdotes,
porque de la verdad sólo se puede hablar con aquellos que son dignos de ella, y las
autoridades, habían demostrado claramente sus torcidas intenciones. Jesús fue
sincero, pero no ingenuo, frente a personas de mala fe, no hay obligación de decir
la verdad. Aquí viene muy bien el refrán: “Sed, pues, prudentes como las
serpientes, pero sencillos como las palomas” (Mt. 10, 16). Claramente las
autoridades no habían aceptado el bautismo de Juan; pensaban que venía de los
hombres, pero no lo decían, por temor a la gente, que tenía a Juan por profeta. El
los había acusado, en la parábola de la viña de cómo había rechazado a todos los
enviados de Dios, también a Juan, pensaba Jesús (cfr. Mc.12,1-12). No les
responde y cómo ellos tampoco respondieron, entendiendo que rechazaban el
bautismo de Juan, se siente libre de toda responsabilidad de responder a sus
preguntas. Aunque les hubiese respondido no le creerían, porque precisamente su
ministerio entre los hombres, comenzó con el bautismo dado por Juan. Ahí fue
donde el Padre, lo declara su Hijo amado, en quien se complace; ahí está la fuente
de su autoridad. Si no aceptaron a Juan, tampoco aceptan la autoridad de Jesús,
que en su Bautismo, fue revestido de toda fuerza y poder por Dios, puesto que vive
en unidad perfecta con su Padre.
Siempre tuvo Teresa de Jesús en gran estima andar en la verdad de Dios y la
propia. “Ande la verdad en vuestros corazones, como ha de andar por la
meditación, y veréis claro el amor que somos obligadas a tener a los prójimos”
(Camino 20,4).