Domingo 12B TO
24 junio 2012
“¿Qué va a ser de este niño?” (Lc 1, 57-66. 80)
(Diálogo sobre el Evangelio de hoy: Nacimiento de Juan el Bautista)
José Martínez de Toda, S.J. ( martodaj@gmail.com )
¿Quién es el más grande en el Reino de Dios?
Nosotros tenemos estadísticas para medir a todos: el hombre más alto, el más rico, la
mujer mejor vestida… Pero ¿cómo medir a los servidores de Dios?
Jesús dijo de Juan el Bautista: " Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que
Juan; sin embargo el más pequeño en el reino de Dios es mayor que él ".
De él hacemos fiesta no sólo en el aniversario de su muerte, como con todos los
santos, sino hasta en el de su nacimiento. Algo que sólo hacemos con Jesús y la Virgen.
El nacimiento de Juan el Bautista fue fruto de la compasión de Dios.
Sus padres Zacarías e Isabel no tenían hijos, y pedían a Dios poderlos tener.
Zacarías era sacerdote y le tocó entrar en el Sancta Sanctorum del Templo con el
incienso. Y allí dentro se le apareció un ángel, que le dijo:
- “Tu oración ha sido escuchada. Tu mujer Isabel tendrá un hijo a quien
llamarás Juan”.
- ¿Qué garantía me das?, le preguntó Zacarías.
- Por no creerme, quedarás mudo, le replicó el ángel.
Efectivamente, cuando salía de lo más santo del templo, no podía hablar. Pero Isabel
quedó embarazada. La misma Virgen vino a felicitarla y ayudarla en las faenas de casa.
Y cuando nació el niño, todos le querían poner el nombre de su preferencia.
¿Fue fácil ponerle por nombre Juan?
No fue fácil. "Al octavo día fueron al templo para cumplir con el niño el rito de la
circuncisión y ponerle un nombre".
El nombre en la Biblia indica una vocación, una misión, un ministerio, una elección
de Dios, un propósito; el nombre es ya en sí una buena noticia.
A Simn Jesús le puso ‘Roca, Piedra o Pedro’. A los hijos de Zebedeo Jesús los llam
‘Hijos del Trueno’.
El nombre del padre de Juan, “Zacarías”, significa "Dios se acuerda". Muchos querían
ponerle ese nombre, pues “Dios se acordó” de la oración de su padre. Pero la madre intervino:
"No. Se va a llamar Juan". Le replicaron:
"Ninguno de tus parientes se llama así".
Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una
tablilla y escribió:
"Juan es su nombre".
Todos se quedaron extrañados. Pero era el nombre que le había mandado el ángel
poner al niño. E inmediatamente se le soltó la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios.
Y corrió la noticia por todas las montañas de Judea. Y todos los que la oían, decían:
"¿Qué va a ser este niño?"
Y el niño fue creciendo, y su carácter se afianzaba. Y Dios lo fue guiando tanto en el
propósito fundamental de su misión como en los detalles de su vida: dónde viviría (en el
desierto), de qué se alimentaría (de miel y langostas), cómo vestiría (de piel de camello).
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¿Qué necesitamos para discernir aquello para lo que Dios nos llama?
Nosotros también necesitamos de algún tipo de desierto en nuestra vida, donde podamos
escuchar la voz de Dios. Necesitamos repetir en nuestra oración la frase de Samuel: “ Habla,
Señor, que tu siervo escucha ” (1 Samuel 3;10).
Y para ser fieles a la llamada de Dios, necesitamos el coraje y la disciplina para
mantenernos alejados de cualquier estilo de vida, que no nos ayude a lo que Dios quiere para
nosotros. Juan el Bautista es grande, no porque Dios lo llamó a una misión especial, sino porque
caminó en la senda que lo llevaba a lo que Dios quería de él.
¿Qué significa ‘Juan’?
Y le pusieron por nombre ‘Juan’, que significa “El favor de Dios”, "Dios favorece",
“Dios regala”, “Dios nos llena de bendiciones”.
Juan es el favor que Dios le hizo a aquella familia. Es también el favor de Dios para
un pueblo que siempre espera al Mesías, a Jesús ("El que salva").
Juan es el favor, la gracia, el puente que une el Antiguo y el Nuevo Testamento. De
Juan se valdrá Dios para señalar al Cordero de Dios, para preparar su camino.
El nacimiento de Juan coincide con el comienzo de una nueva era en la relación de
Dios con la humanidad, una era que se caracteriza por la gracia y no por la ley (el Nuevo
Testamento). Las palabras de Isaías en la Primera Lectura de hoy se aplican igualmente a Juan
el Bautista: “El Seor me llam antes de que naciera, me llamó cuando aún estaba en el
vientre de mi madre,… me form en el vientre de su sierva” (Is 49:1,5).
Juan Bautista, es decir, “el favor de Dios”, quiso vivir en plenitud lo que su nombre
significaba: Un nombre nuevo para un tiempo nuevo, para una vocación nueva.
Dios siempre tiene algo que ver en el nacimiento de sus servidores y de todos
nosotros.
Somos como Juan Bautista: debemos preparar el camino a Jesús.
Juan Pablo II decía a los jvenes de Venezuela: “Jvenes, abran las puertas a Jesús”
(al corazón de Cristo).
Íigo de Loyola tom el nombre de ‘Ignacio’ de Loyola, no se sabe con certeza por qué
razn. Quizá porque ‘Ignacio’ viene del latín “Nacido del fuego” (fervoroso). También puede ser
porque le llamaba la atención S. Ignacio de Antioquía, que, condenado a ser devorado por las
fieras del Coliseo de Roma, quería ser triturado entre sus dientes como el pan eucarístico.
Si pudiera cambiar de nombre, ¿cuál elegiría que representara mi nueva
identidad recibida de Dios?
Para conocer dicha misión, debo hacer oración. Nuestra grandeza como hijo de Dios,
como la de Juan el Bautista, consiste en descubrir para qué nos ha creado Dios y vivir de acuerdo
a ello. Para ellos son los Ejercicios Espirituales de S. Ignacio.
Nuestra grandeza como hijos de Dios, como la de Juan el Bautista, consiste en descubrir
para qué nos ha creado Dios, y en vivir los requisitos de esa llamada sin componendas.
Nuestra tarea es despertar y hacer realidad lo que Dios quiere para nosotros.
Esta es nuestra vocación cristiana, nuestra llamada: ser camino que lleva a Jesús, ser
voz que anuncia a Jesús, ser luz que ayuda a encontrar a Jesús.
Juan decía después: "Él debe crecer, yo debo disminuir".
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