El Dios cercano
La gran caminada humana tiene mucho que ver con Dios o con los dioses.
Lo trascendente nos rodea, nos interroga, nos desconcierta. Nuestro
lenguaje acerca de Dios es apenas un simple balbuceo. Es aproximación,
cercanía, cuando no, lejanía total. El Dios de Jesucristo quiere dar respuesta
a nuestros interrogantes en esta búsqueda acerca del misterio que
llamamos Dios.
La fiesta de la Santa Trinidad en nuestra fe cristiana quiere hacernos volver
sobre el misterio. El libro del Deuteronomio nos ayuda a descubrir la fuente:
“Pregunta a los tiempos pasados…”, allí en los orígenes de la creación, en
las primeras palabras de cada cultura y en el latido de cada corazón, se
inscribe el nombre de Dios como protagonista de nuestra historia, de
nuestra realidad.
Pablo nos revela el nombre del misterio: “Abbá”, un Dios ternura, cercanía,
afecto, acogida. Un Dios que rompe las fronteras de la inteligencia y nos
aproxima a la evidencia de un Dios hecho carne, algo palpable y sensible
que tiende manteles y pide algo de comer, que muestra las heridas y se
hace herida Él, asumiendo todo el dolor de humanidad.
Mateo termina su evangelio con el envío de los apóstoles a predicar el
misterio de un Dios Trino. Y no sólo el nombre, sino vida nueva como don
en el bautismo que nos hace familiares del mismo Dios. El bautismo nos da
un nombre nuevo: “Cristiano, cristiana” para decirle al mundo nuestra
identidad que da sentido pleno a nuestra existencia.
Cochabamba 03.06.12
jesús e. osorno g. mxy
jesus.osornog@gmail.com