1
E L ICONO DE D IOS
D OMINGO DE LA S ANTÍSIMA T RINIDAD (M T 28,16-20)
3 DE JUNIO DE 2012
Quién podrá pintar un verdadero icono del mismo Dios? Slo la Vernica, vera-icona nos
permiti ver plasmado en su lienzo el rostro sufriente de Jesús. Pero, y el Padre y el
Espíritu? Los artistas lo han intentado desde todos sus talentos. Pero la Trinidad es el
rostro reluciente y el hogar habitable que anhela nuestro corazn, el corazn del único
ser creado a “imagen y semejanza de su Creador" (Gén 1,27), no un teorema complicado
de aritmética teolgica. Y porque en tantas ocasiones la historia humana se ha asemejado
a cualquier cosa menos a Dios, porque demasiadas veces nuestras ocupaciones y
preocupaciones desdibujan o malogran la imagen que nuestro Creador dej en nosotros
plasmada, por eso necesitamos volver a mirar y a mirarnos en Dios.
La fiesta de este domingo y las lecturas bíblicas de su misa, nos permiten reconocer
algunos de los rasgos de la imagen de Dios a la cual debemos asemejarnos. En primer
lugar, Dios no es solitariedad. El es comunin de Personas, Compaía amable y amante.
Por eso no es bueno que el hombre esté solo (Gén 2,18): no porque un hombre solo se
puede aburrir sino porque no puede vivirse y desvivirse a imagen de su Creador.
La primera lectura de esta fiesta dice que slo hay un único Dios, el cual nos
manda guardar los mandamientos para que seamos felices (Deut 4,39-40). Y ese Dios que
nos propone un determinado modo de vivir, no para atosigarnos sino para que realmente
alcance nuestro corazn aquello para lo cual naci: la felicidad, no ha querido hacernos
súbditos felices o piezas encajadas y annimas en la máquina del mundo, sino que nos ha
hecho hijos suyos, nos ha adentrado en su hogar y nos ha hermanado a su propio Hijo
Unigénito. Por eso podemos decir en verdad Padre! por la fuerza del Espíritu (Rom 8,14-
17). Y tan es verdad que somos hermanos de Jesús, que hemos heredado su misin como
Él mismo dice a los suyos en su despedida: adentrad a todos en el hogar trinitario,
bautizadlos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseadles a ser
felices según Dios, enseadles lo que yo os he mandado (Mt 28,18-20).
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo
2
Nuestra fe en el Dios en quien creemos no es la adhesin a una rara divinidad, tan
extraa como lejana, sino que creyendo en Él creemos también en nosotros, porque
nosotros –así lo ha querido Él– somos la difusin de su amor creador. Amarle a Él es
amarnos a nosotros. Buscar apasionadamente hacer su voluntad, es estar realizando,
apasionadamente también, nuestra felicidad. Desde que Jesús vino a nosotros y volvi al
Padre, Dios está en nosotros y nosotros en Dios... como nunca y para siempre.
Mirar la Trinidad y mirarnos en Ella, la familia de los hijos de Dios, haciendo un
mundo y una historia que tengan el calor y el color de ese Hogar en el que eternamente
habitaremos: en compaía llena de armonía y de concordia, en esperanza nunca violada
ni traicionada, en amor grande y dilatado como el Corazn de Dios.
Fr. Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo
Corrada del Obispo 1. 33003 Oviedo