Palabra de Dios
para alimentar tu día
Fr. Nelson Medina F., O.P
Junio 4
Memoria de San Pedro de Verona, OP
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Lecturas de la S. Biblia
Temas de las lecturas: Me defendiste con tu gran misericordia * No he venido a
sembrar paz sino espadas
Textos para este día:
Eclesiástico 51, 1-12:
Quiero darte gracias, Señor y Rey, y alabarte, Dios, mi salvador. Voy a dar a
conocer tu nombre, porque has sido mi ayuda y protección y me has salvado de la
muerte; me has puesto a salvo de las lenguas insidiosas y de los labios que dicen
mentiras contra mí. Estuviste conmigo frente a mis adversarios; me defendiste con
tu gran misericordia de aquellos que estaban listos para devorarme, del poder de
los que me perseguían a muerte, de todos los peligros que me rodeaban. Me
salvaste de las llamas voraces que me cercaban, de en medio de un fuego que no
había yo encendido, me libraste de las profundas entrañas del abismo, de los labios
maldicientes y mentirosos, de las flechas de una lengua traidora. Estuve a punto de
morir y casi al borde del abismo; me asediaban por todas partes y no había quien
me ayudara, buscaba un protector y no lo había. Entonces, Señor, me acordé de tu
misericordia y de tu bondad, que son eternas; que tú salvas a los que en ti confían
y los libras del poder de los malvados.
Mateo 10, 34-39:
En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles:
«No piensen que he venido a la tierra a sembrar paz; no he venido a sembrar paz,
sino espadas. He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su
madre, a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia
casa.
El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que
quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí; y el que no coge su
cruz y me sigue, no es digno de mí. El que encuentre su vida la perderá; y el que
pierda su vida por mí, la encontrará».
Homilía
Temas de las lecturas: Me defendiste con tu gran misericordia * No he venido a
sembrar paz sino espadas
1. El primero en una lista honorable
1.1 Pedro de Verona tiene un significado único para la Orden de Predicadores: se
trata del primer mártir nuestro, el primero en llegar al supremo testimonio de la
sangre por amor a Cristo y al Evangelio.
1.2 En nuestra Iglesia Católica sabemos que después de Cristo, rey de los Mártires,
el primero en dar su vida por la causa del Evangelio fue Esteban, que por eso se
llama "proto-mártir," pues "protos" en griego significa primero. El ejemplo de
Esteban, cuentan con los antiguos predicadores, pudo haber tenido un efecto
diferido en la conversión del gran apóstol de los gentiles, san Pablo.
1.3 Otro mártir, san Cipriano, dijo una frase memorable: "La sangre de los mártires
es semilla de nuevos cristianos." En este sentido, el amor que llevó a Pedro de
Verona hasta el martirio no quedó infecundo, pues su testimonio marca el comienzo
de una lista extensa y honorable que llega hasta nuestros días.
2. "¡Creo!"
2.1 Pedro fue asesinado con un golpe de hacha. Sin embargo, no murió
instantáneamente. Hizo entonces de su sangre tinta, y escribió en el suelo la
palabra que resumió su vida: CREDO, es decir, "creo," dicho en latín.
2.2 La fe que condujo la vida de Pedro fue también la puerta que le abrió al
misterio de la muerte y la eternidad. Creer es tener una luz para el camino pero
sobre todo es tener una palabra que podemos pronunciar allí donde todas las
palabras desfallecen, es decir, ante la muerte.
3. El origen humilde
3.1 De lo más admirable en la vida de este santo es el proceso que hubo de
recorrer. Su familia estaba de lleno en la herejía cátara y maniquea. La batalla por
la fe no empezó el día de su martirio, sino que fue la conquista y la experiencia del
don de Dios día tras día.
3.2 Llama la atención también que Pedro utilizó todos los recursos a su alcance
para conquistar corazones para la fe del CREDO: argumentos lógicos, textos
bíblicos, una vida generosa y virtuosa, e incluso algunos milagros que la gente
pronto empezó a contar y difundir con alegría.
3.3 Pero él sabía que lo iban a matar. Sabía que se había puesto precio a su
cabeza, y lo dijo abiertamente, en sermón predicado el 24 de marzo de 1252,
Domingo de Ramos: "Sé que los maniqueos han decretado mi muerte, y que ya
está depositado el precio de la misma. Pero que no se hagan ilusiones los herejes,
pues haré más contra ellos después de muerto que lo que les he combatido vivo."
Fr. Nelson Medina, O.P.