IX Semana del Tiempo Ordinario (Año Par)
Padre Julio Gonzalez Carretti
SABADO
a.- 2Tim. 4,1-8: Cumple tu tarea de evangelizar.
b.- Mc. 12,38-44: Los escribas juzgados por Jesús y el óbolo de la viuda.
Dos textos, uno se refiere a los letrados y cómo hay que cuidarse de sus actitudes,
y el luminoso ejemplo de la ofrenda de la viuda. Las palabras de Cristo, son una
advertencia de cómo esas actitudes, de aparentar piedad y santidad externa, no
corresponde a las verdadera intenciones del corazón. El castigo será más severo
con ellos, por su hipocresía religiosa. El verdadero israelita debe serlo desde lo
interior, como también, el cristiano. Si la piedad y santidad, no nacen de una
verdadera religión, desde dentro, siempre cabe la posibilidad de caer en la
hipocresía. Con frecuencia Jesús condena la hipocresía religiosa o del tipo que sea,
porque lleva al engaño con lo que es más sagrado, como es la religión referida a
Dios y a los hombres. Si hay algo que se necesita hoy, y siempre, es la
autenticidad, tanto del que cree, como del que no tiene religión, pero sigue su
conciencia moral. La verdadera religión, nace del espíritu y de la verdad. El espíritu
humano, morada de Dios y de la verdad, revelada por Dios en Cristo a los hombres.
La verdadera religión, es en espíritu y en verdad (cfr. Jn. 4,23), como enseñó Jesús
a la samaritana. Así como Moisés dio al pueblo los mandamientos, Jesús dio las
bienaventuranzas (cfr. Mt. 5, 4-11; Lc. 6, 20-23), como su propia ley para el
cristiano. No se anulan los mandamientos, pero en la nueva economía de la
salvación, se perfecciona la voluntad divina para nosotros, porque Jesús les da un
sentido y visión de cómo vivirlos desde el amor de Dios. Es el Espíritu Santo el que
interioriza la voluntad divina, y por lo mismo, hace que el hombre pueda
efectivamente y afectivamente hacer la voluntad de Dios, experiencia que no
podían vivir los judíos pues les faltaba el Espíritu de Dios.
La viuda del templo, es la imagen de la mujer nueva del evangelio de la gracia,
confianza y oración, se unen en ella a la generosidad de quien entrega, más que
una moneda, lo que entrega es la propia vida a Dios y los hombres. Es de alabar la
mirada de Jesús con esta viuda pobre, su capacidad de dejarse admirar por la
sencillo, lo simple, como también observar el obrar de las personas menos
significativas, en oposición a los grandes, o que se consideran tales. Ve cómo echa
más que nadie, frente a los ricos que echaban mucho dinero en el cepillo del
templo. La viuda echó unas monedas, dos cuartos, una minucia si se quiere, pero
Jesús lo considera mucho, porque dio lo que tenía para vivir, mientras que los otros
daban de lo que les sobraba. Ambos textos apuestan por la interioridad, como
fuente donde Dios se revela y el hombre le busca y le puede encontrar. Fuente de
donde brotan las actitudes de cara a Dios y a los hombres. Sin olvidar, que
también, ahí nacen las actitudes más nobles, y también nuestras debilidades, que
siempre habrá que vencer a fuerza de bien. Quien vive con trasparencia su fe, es
un aporte para la comunidad eclesial, para su familia, para su profesión, para su
vida de oración, etc. Quien actúa así o mejora o retrocede, porque en el fondo la
hipocresía, se percibe con sospecha y por lo mismo, hombre o mujer no confiable.
La verdad nos hace libres, enseña Jesús, porque esa verdad es el mismo Cristo y su
mensaje de salvación.
Santa Teresa de Jesús, recomienda siempre el examen de conciencia para estar
alerta de nuestra propia conducta ante Dios y el prójimo. Jesús Maestro nos
enseñará lo que hemos de hacer: “Ahora, pues, tornemos a nuestra oración vocal
para que se rece de manera que, sin entendernos, nos lo dé Dios todo junto, y para
como he dicho rezar como es razón. La examinación de la conciencia y decir la
confesión y santiguaros, ya se sabe ha de ser lo primero. Procurad luego, hija, pues
estáis sola, tener compañía. ¿Pues qué mejor que la del mismo Maestro que enseñó
la oración que vais a rezar? Representad al mismo Señor junto con vos y mirad con
qué amor y humildad os está enseñando; y creedme, mientras pudiereis, no estéis
sin tan buen amigo. Si os acostumbráis a traerle cabe vos, y El ve que lo hacéis con
amor y que andáis procurando contentarle, no le podréis como dicen echar de
vos; no os faltará para siempre; ayudaros ha en todos vuestros trabajos; le tenéis
en todas partes. ¿Pensáis que es poco un tal amigo al lado?” (Camino de Perfección
de Valladolid, 26,1).