¿La «viña» es nuestra?
2012-06-04
Evangelio
Del santo Evangelio según san Marcos 12, 1-12
En aquel tiempo, Jesús comenzó a hablar en parábolas a los sumos sacerdotes, a
los escribas y a los ancianos y les dijo:
«Un hombre plantó una viña, la rodeó con una cerca, cayó un lagar, construyó una
torre para el vigilante, se la alquiló a unos viñadores y se fue de viaje al extranjero.
A su tiempo, les envió a los viñadores a un criado para recoger su parte del fruto de
la viña. Ellos se apoderaron de él, lo golpearon y lo devolvieron sin nada. Les envió
otro criado, pero ellos lo descalabraron y lo insultaron. Volvió a enviarles a otro y lo
mataron. Les envió otros muchos y los golpearon o los mataron.
Ya sólo le quedaba por enviar a uno, su hijo querido, y finalmente también se lo
envi, pensando: “A mi hijo sí lo respetarán”. Pero al verlo llegar, aquellos
viadores se dijeron: “Este es el heredero; vamos a matarlo y la herencia será
nuestra”. Se apoderaron de él, lo mataron y arrojaron su cuerpo fuera de la viña.
¿Qué hará entonces el dueño de la viña? Vendrá y acabará con esos viñadores y
dará la viña a otros. ¿Acaso no han leído en las Escrituras: La piedra que
desecharon los constructores es ahora la piedra angular. Esto es obra de la mano
del Señor, es un milagro patente?»
Entonces los sumos sacerdotes, los escribas y los ancianos, quisieron apoderarse de
Jesús, porque se dieron cuenta de que por ellos había dicho aquella parábola, pero
le tuvieron miedo a la multitud, dejaron a Jesús y se fueron de ahí. Palabra del
Señor.
Oración introductoria
Padre Bueno, gracias por darme y cuidar con tanto esmero mi vida. Hoy me acerco
humildemente a esta oración, porque sé que te he fallado al desviarme del camino
de la gracia que me puede llevar a la santidad.
Petición
Jesús, transforma mi vida, para que produzca los frutos para los cuales fue creada.
Meditación
¿La «viña» es nuestra?
«Los viñadores matan al hijo precisamente por ser el heredero; de esta manera,
pretenden adueñarse definitivamente de la viña. En la parábola, Jesús continúa:
«¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a
otros». En este punto la parábola, como ocurre también en el canto de Isaías, pasa
de ser un aparente relato de acontecimientos pasados a referirse a la situación de
los oyentes. La historia se convierte de repente en actualidad. Los oyentes lo
saben: Él habla de nosotros. Al igual que los profetas fueron maltratados y
asesinados, así vosotros me queréis matar: hablo de vosotros y de mí. La exégesis
moderna acaba aquí, trasladando así de nuevo la parábola al pasado.
Aparentemente habla sólo de lo que sucedió entonces, del rechazo del mensaje de
Jesús por parte de sus contemporáneos; de su muerte en la cruz. Pero el Señor
habla siempre en el presente y en vista del futuro. Habla precisamente también con
nosotros y de nosotros. Si abrimos los ojos, todo lo que se dice ¿no es de hecho
una descripción de nuestro presente? ¿No es ésta la lógica de los tiempos
modernos, de nuestra época? Declaramos que Dios ha muerto y, de esta manera,
¡nosotros mismos seremos dios!» (Joseph Ratzinger, Benedicto XVI, Jesús de
Nazaret, primera parte, p. 104).
Reflexión apostólica
«La vocación al Regnum Christi es un llamado de Dios, una iniciativa amorosa que
nace en su corazón divino y en sus inescrutables designios de salvación. Quien
valora esta vocación como una invitación y un don muy personal de Cristo
responderá con amor fiel y auténtica libertad, más allá de los vaivenes de la
sensibilidad o de las contingencias de la vida» (Manual del miembro del
Movimiento Regnum Christi , n. 163).
Propósito
En una visita al Santísimo, rezar un sincero acto de contrición y un propósito de
enmienda.
Diálogo con Cristo
Señor, ¿cómo pudieron llegaron a pensar los viñadores que matando al hijo, iban a
heredar la viña? El mismo sin sentido tendría el pretender vivir sin tu gracia, el
hacer las cosas solamente para fines terrenos, pasajeros. Ayúdame a vivir de
acuerdo a mi fe, a mi dignidad de hijo de Dios, llamado a la santidad.
«Pensar que después de la muerte vas a tener la posesión de lo que más has
buscado, lo único que vale, el amor eterno de Dios... ¿Por qué hay que temerle a la
muerte? Que venga. Y que venga cuando Dios quiera, como Dios quiera, y donde
Dios quiera»
(Cristo al centro, n. 2102).