SOLEMNIDAD DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD. CICLO B.
Mt. 28, 16 -20
En aquel tiempo, los once discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús
les había indicado. Al verlo, ellos se postraron, pero algunos vacilaban.
Acercándose a ellos, Jesús les dijo:
- «Se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. -Id y haced
discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he
mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del
mundo.»
CUENTO: EL EXPLORADOR
El explorador había regresado junto a los suyos, que estaban ansiosos por
saberlo todo acerca del Amazonas. Pero ¿cómo podía él expresar con
palabras la sensación que había inundado su corazón cuando contempló
aquellas flores de sobrecogedora belleza y escuchó los sonidos nocturnos de
la selva? ¿Cómo comunicar lo que sintió en su corazón cuando se dio cuenta
del peligro de las fieras o cuando conducía su canoa por las inciertas aguas
del río? Y les dijo: — «Id y descubridlo vosotros mismos. Nada puede
sustituir al riesgo y a la experiencia personales». Pero, para orientarles, les
hizo un mapa del Amazonas. Ellos tomaron el mapa y lo colocaron en el
Ayuntamiento. E hicieron copias de él para cada uno. Y todo el que tenía
una copia se consideraba un experto en el Amazonas, pues ¿no conocía
acaso cada vuelta y cada recodo del río, y cuán ancho y profundo era, y
dónde había rápidos y dónde se hallaban las cascadas?
El explorador se lamentó toda su vida de haber hecho aquel mapa. Habría
sido preferible no haberlo hecho.
ENSEÑANZA PARA LA VIDA:
Tras la fiesta de Pentecostés, este domingo celebramos conjuntamente a los
autores de esta Historia de Salvación que hemos ido celebrando a lo largo
del año litúrgico: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, la Santísima Trinidad.
Algo revolucionario y nuevo en la historia de las religiones, puesto que
ninguna se había atrevido a tanto. O sea, un Dios que es tres, sin dejar de
ser uno. Porque hay religiones politeístas, monoteístas, monistas, pero eso
de que se pueda ser monoteísta, creencia en sólo y único Dios, y a la vez
casi se roce el politeísmo con eso de que son tres personas, no era tan fácil
de asimilar. Sólo esto ha hecho correr ríos de tinta en la historia de la
Iglesia y en las diferentes disputas teológicas que ha hecho correr incluso
ríos de sangre. Y es que se nos olvidaba lo más importante: que la Trinidad
no es ni un problema teológico ni un problema matemático, sino un Misterio
de fe, es decir, algo que nos desborda racionalmente y que sólo se
comprende desde la fe. Qué hermoso es saber que Dios en lo más profundo
de su Ser es comunidad, es trinidad, es misterio de amor, de donación, de
entrega. Y qué consecuencias tan grandes saber que los seres humanos
somos imagen de ese Dios Trinidad, no sólo de un Dios Creador. Es decir,
que en lo más profundo de su ser, también los seres humanos estamos
habitados por el Amor y llamados a Amar. O sea, que sólo nos realizamos
en plenitud cuando vivimos el misterio de este amor. Es más, que la
humanidad está llamada a vivir este amor divino, y que esto tiene
importantes consecuencias: la solidaridad, la fraternidad, la igualdad en la
diferencia, la comunión, la paz, la confianza. Qué fantástico sería el mundo
si fuera reflejo de la Trinidad. Especialmente en estos tiempos de tensiones,
tiempos de convivencia multicultural y plurirreligiosa. Qué fácil tendencia a
querer igualar a todos, a asimilar a todos, sin tener respeto por las
diferencias como legítimas. La Trinidad nos enseña que es posible la
diferencia (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y la comunión (Un solo Dios). Para
qué tantas disquisiciones teológicas si es algo tan sencillo: que Dios es
Amor, que el ser humano está llamado a vivir ese Amor y que la sociedad,
si quiere ser reflejo de esa Trinidad, debe vivir en el Amor. Tremendo
compromiso al que estamos llamados hoy los que nos llamamos cristianos:
ser reflejos del Amor trinitario de Dios, trabajar por la dignidad de todo ser
humano, ser trabajadores y promotores de solidaridad y constructores de
un mundo más justo y fraterno. Dejémonos de intentar comprender
racionalmente a Dios. El cuento de hoy nos recuerda sobre todo que para
saber qué es Dios y hablar de él, no basta racionalizarlo o hace un mapa
teológico o moral, sino que hay que sumergirse y experimentar
personalmente ese Río de Amor que es la Trinidad. Río de Amor de donde
mana toda fuerza para ser testigos de Jesús en el mundo, como nos
recuerda hoy el Evangelio. DESEO QUE VIVÁIS UNA SEMANA-REFLEJO DE
ESTA VERDAD FUNDAMENTAL DE NUESTRA FE: LA SANTÍSIMA TRINIDAD. Y
QUE ESO SE MANIFIESTE EN NUESTRA AMABILIDAD, ALEGRÍA,
GENEROSIDAD, SOLIDARIDAD, EN LOS MÚLTIPLES DETALLES DE AMOR
CON NUESTROS PRÓJIMOS CERCANOS Y LEJANOS, EN ESPECIAL
AQUELLOS QUE MÁS NECESITADOS ESTÉN DE NUESTRO ATENCIÓN Y
CARIÑO. ¡FELIZ Y TRINITARIA SEMANA A TODOS!.