¡DIOS ESTÁ AQUÍ! ¡Y NOSOTROS CON ÉL!
Padre Javier Leoz
La Eucaristía es "fuente y cima de toda la vida cristiana" (LG 11). En este día del
Corpus Christi nuestros ojos se concentran totalmente en el núcleo de la custodia.
En ella, ante el mundo, manifestamos públicamente que sólo el Señor es digno de
ser adorado. Que, sólo el Señor, va por delante de nosotros indicándonos con su
vida entregada, radicalmente sacrificada llamándonos a ser custodias del Amor
Divino, pregoneros de su presencia, brazo prolongado de su inagotable caridad allá
donde la Iglesia tenga que salir al paso de la pobreza y necesidades.
1. ¡DIOS ESTÁ AQUÍ Y NOSOTROS CON ÉL!
Celebramos, saboreamos, vivimos y adoramos la Eucaristía. Sigue siendo, y
siempre lo será, un alimento imprescindible para todos los cristianos. Si ya de por sí
es difícil mantener el tipo de una vida evangélica con el auxilio de este Sacramento,
qué difícil resulta –por no decir imposible- dar testimonio de una fe (convencida,
contrastada no descafeinada) sin el Pan de los Ángeles. La primera consecuencia de
que hemos celebrado el “Dios aquí” es que, a continuación, las consecuencias son
comprometedoras:
-Donde existe odio, trabajaremos por el entendimiento
-Donde brota la venganza, ofreceremos el perdón
-Donde surgen las distancias, buscaremos el abrazo y la unión
-Donde brilla el egoísmo, propondremos siempre la caridad
2. ¡DIOS ESTÁ AQUÍ Y NOSOTROS CON ÉL!
Nadie, pero nadie, puede poner en duda nuestra pertenencia al Cuerpo de Cristo
(su Iglesia). Como cristianos no podemos confundir la caridad con la solidaridad.
-La caridad no entiende de límites (todo ser humano tiene la puerta abierta a ella).
La solidaridad, por el contrario, puede ser utilizada como instrumento ideológico e
ideologizante
-La caridad apunta más allá de las personas (no espera recompensa). La
solidaridad, en algunos momentos, si no es agasajada y aplaudida, va decreciendo
hasta desaparecer.
-La caridad viene de Dios (surtidor inagotable de amor). La solidaridad puede surgir
espontáneamente pero morir allá donde nace.
-La caridad es consecuencia de la vida cristiana (del encuentro con Cristo). La
solidaridad, a golpe de sentimiento, viene condicionada por una situación puntual y
sin más perspectiva futura.
Quien se ha encontrado con Dios, en el pan multiplicado, está llamado a ser caridad
viva, caridad continua e incomprendida, pensamiento y palabras, con las manos
abiertas y el corazón abierto.
3. ¡DIOS ESTÁ AQUÍ Y NOSOTROS CON ÉL!
Pero, también el Señor, tiene derecho a nuestra caridad. En este día del CORPUS
CHRISTI le decimos que Él es la inspiración de muchas iniciativas de la Iglesia
(incluida Cáritas). Que, nuestros amores humanos, sirven de poco y se debilitan
pronto cuando lo intentamos arrinconar en la sacristía o reducirlo a la esfera de lo
privado.
En este día del Corpus, los católicos, nos vestimos de gala por fuera para decir al
mundo que, nuestra fiesta, es vivir con el Señor y en el Señor. Que nuestra vida,
sin la Eucaristía, no sería la misma. Que nuestra opción por los más necesitados (y
la Iglesia es vanguardista como nadie en ese terreno) no es por simple altruismo o
solidaridad: nos urge y nos empuja el amor de Dios que, dentro de una custodia,
nos invita a ser trampolines de amor y de justicia.
El día del Corpus Christi es un día en el que, el Señor, sale a nuestras calles y
plazas para dar un poco de vista al ciego, oído al sordo, pan al hambriento, fe al
incrédulo, vida al que hace tiempo la ha cambiado por el pesimismo, la depresión o
el desencanto.
El día del Corpus Christi, hoy más que nunca, es una llamada a poner al Señor en el
centro de nuestras miradas. Siempre será esencial el amor al prójimo
(mandamiento de obligado cumplimiento) pero ¿acaso Cristo no se merece, por un
día, por unas horas…miradas de amor, pétalos de rosa, incienso y adoración,
campanas y regocijo, música y romero, cantos y silencio, oración y contemplación?
Porque, Dios está aquí, hoy sentimos la necesidad de estar nosotros con Él.
-Si el Señor va en la custodia, nosotros estamos llamados a custodiar su
testamento espiritual: el amor
-Si el Señor salta del sagrario a las calles y plazas para encontrarse con la
humanidad, también nosotros tendremos que ser más ambiciosos para proponer y
presentar la fe más allá de los muros de un templo
-Si el Señor es aclamado en este día como Rey de reyes, también nosotros
tendremos que descubrir en el rostro de los más sufridos o perseguidos, el tesoro
que en este día desfila a lo largo y ancho de nuestro mundo en la procesión del
Corpus: el amor infinito de Dios en la Eucaristía.¡DIOS ESTÁ AQUÍ! ¡VAYAMOS
NOSOTROS CON ÉL!
4.- TAN CERCA Y TAN LEJOS, SEÑOR
En el cielo, pero sin olvidar lo que dejaste en la tierra
Al hombre, que a veces te sigue pero se pierde
al mundo, que viniendo de tus manos, dice vivir sin Ti.
TAN CERCA Y TAN LEJOS, SEÑOR
En la mano que se abre, porque sabe que es mano tuya
y en el corazón que se cierra
porque hace tiempo que olvidó o no sabe ya amarte
En los labios que, pronunciando tu nombre,
consiguen que los ojos brillen de emoción
y en los pies que, por ser exigentes tus caminos,
decidieron desertar y desviarse hacia otros destinos
TAN CERCA Y TAN LEJOS, SEÑOR
En el paladar que, con veneración recibe tu Cuerpo
y en el lama del que, sabiéndose pequeño,
se siente inmensamente grande cuando entras en ella
En el pensamiento, cuando sólo en Ti piensa
o en la mente que se siente iluminada por tu presencia
TAN CERCA Y TAN LEJOS, SEÑOR
Hoy, cuando divisas nuestras calles y nuestras plazas,
cuando ves nuestras miserias y nuestra fiesta
nuestra pobreza y nuestra crisis económica y moral
te sentimos, Señor, cerca y lejos a la vez.
Cerca, cuando a Ti confiamos nuestro futuro
y, lejos, cuando nos empeñamos
en desterrarte de lo inmediato
Cerca, cuando en Ti ponemos nuestras esperanzas
y, lejos, cuando nos sentimos señores de la existencia
Cerca, cuando a Ti sólo adoramos y cantamos
lejos, cuando nos postramos ante otros dioses y amos
Cerca, cuando miramos al cielo buscando respuestas
lejos, cuando clavamos los ojos en la efímera tierra
¡TAN CERCA Y TAN LEJOS, SEÑOR!
No dejes, con tu Cuerpo y con tu Sangre
de alimentar los huesos y las venas de nuestro mundo
No dejes, con tu Palabra, de animar nuestro decaimiento
No dejes, con tu mirada, de guiar nuestros pasos inciertos
No dejes, con tu mano, de sacarnos de tanta incertidumbre
¡Nos haces falta tanto, Señor!
Hoy, porque queremos tu Bendición, Santa y Eterna
te hemos sacado del templo donde tu gloria habita
Para que tiñas con la esperanza a este pueblo que te ama
para que pongas futuro allá donde todo parece fracaso
para que siembres en nosotros testimonio y valentía
para que nos hagas ser custodias de carne y corazón
para que, hoy que te dignas pisar nuestras calles de cemento,
nos ayudes a buscar y nunca perder
aquellas otras que conducen hacia la Ciudad del Cielo
¡Gracias, Señor, por tu presencia!
¡Gracias, Señor, por tu inmenso amor!
¡Gracias, Señor, por tu pan multiplicado!
¡Gracias, Señor, por tu entrega sin tregua!
¡Gracias, Señor, por llamarnos al amor con tu AMOR!