IX Semana del Tiempo Ordinario
Jueves
El camino del amor a Dios y a los demás, es la senda auténtica de la vida
feliz
“En aquel tiempo, se lleg uno de los escribas y le pregunt: ¿Cuál es el
primero de todos los mandamientos?». Jesús le contestó: «El primero es:
‘Escucha, Israel: El Seor, nuestro Dios, es el único Seor, y amarás al
Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y
con todas tus fuerzas’. El segundo es: ‘Amarás a tu prjimo como a ti
mismo’. No existe otro mandamiento mayor que éstos.
Le dijo el escriba: «Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único
y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la
inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a si mismo
vale más que todos los holocaustos y sacrificios».
Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: «No estás
lejos del Reino de Dios». Y nadie más se atrevía ya a hacerle
preguntas” (Mc 12,28-34).
1. La pregunta que hacen a Jesús es sobre un tema importante: ¿qué es lo principal
en la moral? «¿ Cuál es el primero de todos los mandamientos ?» La hace un
maestro de la Ley. Jesús le dio la respuesta, siguiendo la Escritura: " Escucha
Israel, el primero es: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y
con todas tus fuerzas ." Amar con " corazón, alma, mente, fuerza " que son
nuestras facultades para amar.
Sigue Jesús: -“ El segundo es éste: "Amaras a tu prójimo como a ti mismo" ”.
San Agustín dirá: « Ama y haz lo que quieras ».
Jesús ha respondido con el texto sagrado, como solían hacer los expertos en
Escritura. Y el maestro de la ley se abre a la Verdad, explicada con la interpretación
correcta de la Palabra (Jesús, que es la misma Palabra, da el sentido correcto); y
proclama con otro texto bíblico: amar a Dios con todo el corazón y a los otros como
a uno mismo « vale más que todos los holocaustos y sacrificios ». Ante tantas
obligaciones como tenían los judíos, ha podido por fin establecer qué es lo esencial.
Se habían multiplicado las leyes, que pueden agobiar si se toman como
obligaciones. Pasaba esto con los judíos y nos puede pasar a nosotros. Tiene que
haber leyes, pero necesitamos buscar la esencia para no perdernos con tantos
preceptos. Para los judíos, 248 preceptos positivos y 365 negativos, que se
complicaban con las diversas controversias según las escuelas de rabinos. También
el Código de Derecho Canónico contiene 1752 cánones, aunque quieren regularse
por el bien de las almas. Así, no hay ley que nos aprisione, si hay amor a Dios « con
todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus
fuerzas » y así participamos de ese amor a Dios, y podemos amar a los demás.
En una conversación hablaron de una persona ausente diciendo con dureza que
había hecho algo mal, y alguien aadi además: “¡porque hay que hacer las cosas
como Dios manda!” San Josemaría, que estaba presente, dijo: “ lo que Dios
manda es que vivamos la caridad ”. Lo otro, la “perfeccin”, podrá ser más o
menos interesante, pero en este sentido secundario. Quizá utilizamos tantos
“pequeos mandamientos” como son los sacrificios y las ofrendas para recriminar
a los demás, como nuevos fariseos Te pido, Seor, buscar la verdad con
lealtad. Que como hace Jesús, la verdad se abra paso no a fuerza de
imposiciones, sino por la misma fuerza de la verdad.
El amor es el resumen de toda la ley. Amar a Dios (escucharle, adorarle, rezarle,
amar lo que ama él) y amar al prójimo (a los simpáticos y a los menos simpáticos,
ayudarles, acogerles, perdonarles). Por la noche, podemos hacer un poco de
examen de conciencia y preguntarnos: ¿cómo hay ido hoy mi amor a Dios, a los
demás?, ¿me he buscado a mí mismo? Hemos de llegar a mejorar el tercer mundo,
pero comenzar por la familia y nuestro pequeño mundo, quienes nos rodean. En la
misa, en el momento de darnos la paz con los más cercanos, podemos recordar
cómo vamos en nuestro amor (J. Aldazábal).
2. –“ ¡Acuérdate de Jesucristo, descendiente de David, resucitado de entre
los muertos: éste es mi evangelio!” Tenemos esta “buena nueva”: ¡Cristo ha
resucitado! El hijo de María, Jesús de Nazaret, Hijo de Dios, que nos salva. Esta es
nuestra fe. “Perfecto Dios, perfecto hombre”, como se indica en un himno de fe.
Gracias, Jesús (Salvador), ungido de Dios (Cristo), Emanuel (Dios con nosotros): si
Tú fueras sólo un hombre, no podrías salvarme. Si fueras sólo Dios, no me
entenderías gracias, por ser uno de los míos.
-“ Por El estoy sufriendo, hasta llevar cadenas como un malhechor ”. Hay una
unión mística entre Pablo y Cristo: también yo quiero unir mis cruces a tu Cruz,
Jesús, unirme a tu misteriosa misión salvadora.
-“ Pero todo esto lo soporto por los elegidos, para que también ellos
alcancen la salvación por Jesucristo con la gloria eterna ”. Quiero unirme a tu
misterio, Jesús, no lamentarme de mis penas y dolores, fracasos y sinsabores, sino
unirme a ti, que me haces ver que contigo todo irá bien: " si morimos con El,
viviremos con El ".
Esto significa que viva yo según tu corazón, Jesús. Ayúdame a vivir lo que indica el
Apóstol: -“ Procura presentarte ante Dios como hombre probado, como
obrero que no tiene por qué avergonzarse, como fiel transmisor de la
Palabra de la verdad”.
3. Para esto, te diré, Señor, con el salmista (24): " Señor, enséñame tus
caminos, / instrúyeme en tus sendas: / haz que camine con lealtad; /
enséame, porque tú eres mi Dios y Salvador”. Son como las indicaciones del
Apóstol, hechas oración.
El Señor es bueno y es recto, / y enseña el camino a los pecadores; / hace
caminar a los humildes con rectitud, / enseña su camino a los humildes ”.
Mi deseo, Seor, es ser humilde para poder ver. Dame ese “ver” que me haga
saber encontrar el camino. Te lo pido por intercesión de Santa María, la caminante
que sabe seguir tus mandatos, Seor, en la “obediencia de la fe”: “ Las sendas del
Señor son misericordia y lealtad / para los que guardan su alianza y sus
mandatos. / El Señor se confía con sus fieles / y les da a conocer su
alianza ”.
Llucià Pou Sabaté