Comentario al evangelio del Sábado 16 de Junio del 2012
A la paz de Dios:
Si ayer celebrábamos la fiesta del Corazón de Jesús, hoy la Iglesia nos invita a celebrar el Corazón de
la Madre. Juntos.
De María nos dice Lucas en el evangelio que lo conservaba todo en el corazón. Los grandes
acontecimientos de María pasados por el corazón, lugar donde se discierne la voluntad de Dios.
En lo más íntimo de su persona es donde uno aprende a descubrir el paso de Dios por su vida. Las
cosas que nos se entienden a la primera, se descubren en la profundidad del corazón: silencio,
reflexión, oración.
En su Corazón, María pudo descubrir lo que Dios quería de ella cuando el ángel de la anunciación. De
Corazón pudo responder sí, hágase. Sí, hágase: porque así se responden a las preguntas que hace Dios.
Desde el Corazón se puso en camino para socorrer a Isabel. Cuando flaquean las piernas camina el
corazón.
Con todo el Corazón vivió la llegada de la nueva criatura al mundo, aunque no tuvieran sitio en la
posada… Ni en todo el país: con la huida a Egipto.
De Corazón intercedió por aquellos jóvenes esposos que se quedaron sin vino.
Con Corazón de madre entendió que su hijo la felicitara no por haberle amamantado, sino por ser una
fiel discípula.
Su Corazón al pie de la cruz se desgarró por el dolor del hijo muerto.
Pero su Corazón volvió a latir con fuerza cuando el Espíritu lo volvió a inundar todo: como al
principio…
Los Misioneros Claretianos vivimos con especial gozo este día. Antonio María Claret lo pensó para sus
misioneros. Pero vale como espejo para cualquier hijo de tan buena madre.
Un Hijo del Inmaculado Corazón de María
es un hombre que arde en caridad
y que abrasa por donde pasa.
Que desea eficazmente
y procura por todos los medios
encender a todos los hombres en el fuego del divino amor.
Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos;
abraza los sacrificios; se complace en las calumnias;
se alegra en los tormentos y dolores que sufre
y se gloría en la cruz de Jesucristo.
No piensa sino cómo seguirá e imitará a Cristo en orar,
en trabajar, en sufrir,
en procurar siempre y únicamente
la mayor gloria de Dios
y la salvación de los hombres.
Oscar Romano, cmf