La blasfemia contra el Espíritu Santo.
2012-06-10
Evangelio
Del santo Evangelio según san Marcos 3, 20-35
En aquel tiempo, Jesús entró en una casa con sus discípulos y acudió tanta gente,
que no los dejaban ni comer. Al enterarse sus parientes, fueron a buscarlo, pues
decían que se había vuelto loco.
Los escribas que habían venido de Jerusalén, decían acerca de Jesús: «Este hombre
está poseído por Satanás, príncipe de los demonios, y por eso los echa fuera».
Jesús llamó entonces a los escribas y les dijo en parábolas: «¿Cómo puede Satanás
expulsar a Satanás? Porque si un reino está dividido en bandos opuestos, no puede
subsistir. Una familia dividida tampoco puede subsistir. De la misma manera, si
Satanás se rebela contra sí mismo y se divide, no podrá subsistir, pues ha llegado
su fin. Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse sus cosas, si
primero no lo ata. Sólo así podrá saquear la casa.
Yo les aseguro que a los hombres se les perdonarán todos sus pecados y todas sus
blasfemias. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo nunca tendrá perdón;
será reo de un pecado eterno». Jesús dijo esto, porque lo acusaban de estar
poseído por un espíritu inmundo.
Llegaron entonces su madre y sus parientes; se quedaron fuera y lo mandaron
llamar. En torno a él estaba sentada una multitud, cuando le dijeron: «Ahí fuera
están tu madre y tus hermanos, que te buscan».
Él les respondió: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» Luego,
mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: «Estos son mi madre y
mis hermanos. Porque el que cumple la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi
hermana y mi madre». Palabra del Señor.
Oración introductoria
Padre Creador, Dueño y Señor de mi vida, manda a tu Espíritu Santo para que me
guíe y pueda así descubrir cuál es tu voluntad en este nuevo día. Te amo, Señor,
eres lo más importante y valioso.
Petición
Dios mío, ayúdame a estar siempre en una actitud de vigilancia, para nunca más
ofenderte.
Meditación
La blasfemia contra el Espíritu Santo.
«La ‘blasfemia’ (de la que se trata) no consiste en el hecho de ofender con palabras
al Espíritu Santo; consiste, por el contrario, en el rechazo de aceptar la salvación
que Dios ofrece al hombre por medio del Espíritu Santo, que actúa en virtud del
sacrificio de la cruz... Si Jesús afirma que la blasfemia contra el Espíritu Santo no
puede ser perdonada ni en esta vida ni en la futura, es porque esta ‘no remisión’
está unida como causa suya la ‘no penitencia’ es decir, al rechazo radical del
convertirse... Ahora bien, la blasfemia contra el Espíritu Santo es el pecado
cometido por el hombre que reivindica un pretendido ‘derecho’ de perseverar en el
mal ―en cualquier pecado― y rechaza así la redención... (Ese pecado) no permite
al hombre salir de su auto prisión y abrirse a las fuentes divinas de la purificación
de las conciencias y remisión de los pecados. Se trata de una actitud exactamente
opuesta a la condición de docilidad y de comunión con el Padre en el que vive
Jesús, tanto en su oración como en sus obras, y que él enseña y recomienda al
hombre como actitud interior y como principio de acción» (Beato Juan Pablo II, 25
de junio de 1990).
Reflexión apostólica
«El dominio y temple del carácter; el control de las reacciones emotivas
desordenadas; y la renuncia a todo aquello que impida la donación a Dios y a los
demás. Esta renuncia algunas veces es necesaria porque se identifica con la
renuncia al pecado, y otras veces puede ser muy conveniente, según las
inspiraciones del Espíritu Santo, para la purificación y el perfeccionamiento de la
vida personal o para la armonía de las relaciones con los demás» (Manual del
miembro del Movimiento Regnum Christi , n. 117).
Propósito
Pedir la luz del Espíritu Santo antes de iniciar mis actividades, especialmente las
apostólicas.
Diálogo con Cristo
Señor, teóricamente sé que no me debe importar lo que los demás piensen o digan
de mí, pero Tú sabes que me influye mucho más de lo que quisiera. Te pido me
ayudes a descubrir en esta oración los medios en que puedo aprovechar más las
inspiraciones de tu Espíritu Santo, para que aunque me juzguen loco, nada me
aparte de cumplir tu voluntad.
«En nuestra vida cristiana y apostólica sin el Espíritu Santo, nada; con el Espíritu
Santo, todo»
(Cristo al centro, n. 804).