Memoria. El Corazón Inmaculado de la Santísima Virgen María
"Su madre conservaba todo esto en su corazón"
I. Contemplamos la Palabra
Lectura del primer libro de los Reyes 19, 16b. 19-21
En aquellos días, el Señor dijo a Elías:
- «Unge profeta sucesor tuyo a Elíseo, hijo de Safat, de Prado Bailén. »
Elías se marchó y encontró a Eliseo, hijo de Safat, arando con doce yuntas en
fila, él con la última.
Ellas pasó a su lado y le echó encima el manto.
Entonces Eliseo, dejando los bueyes, corrió tras Elías y le pidió:
- «Déjame decir adiós a, mis padres; luego vuelvo y te sigo.»
Ellas le dijo:
- «Ve y vuelve; ¿quién te lo impide?»
Eliseo dio la vuelta, cogió la yunta de bueyes y los ofreció en sacrificio; hizo
fuego con aperos, asó la carne y ofreció de comer a su gente; luego se levantó,
marchó tras Ellas y se puso a su servicio.
Salmo: Sal 15, 1-2a y 5. 7-8. 9-10. 11 R. Tú, Señor, eres el lote de mi heredad.
Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti;
yo digo al Señor: «Tú eres mi bien.»
El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;
mi suerte está en tu mano. R.
Bendeciré al Señor, que me aconseja,
hasta de noche me instruye internamente.
Tengo siempre presente al Señor,
con él a mi derecha no vacilaré. R.
Por eso se me alegra el corazón,
se gozan mis entrañas, y mi carne descansa serena.
Porque no me entregarás a la muerte,
ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R.
Me enseñarás el sendero de la vida,
me saciarás de gozo en tu presencia,
de alegría perpetua a tu derecha. R.
Lectura del santo evangelio según san Lucas 2,41-51:
Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a la fiesta según la costumbre y,
cuando terminó, se volvieron; pero el niño Jesús se quedo en Jerusalén, sin que
lo supieran sus padres. Éstos, creyendo que estaba en la caravana, hicieron una
jornada y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos; al no
encontrarlo, se volvieron a Jerusalén en su busca. A los tres días, lo encontraron
en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles
preguntas; todos los que le oían quedaban asombrados de su talento y de las
respuestas que daba.
Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: «Hijo, ¿por qué nos has
tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados.»
Él les contestó: «¿Por qué me buscabais? ¿No sabíais que yo debía estar en la
casa de mi Padre?»
Pero ellos no comprendieron lo que quería decir. Él bajó con ellos a Nazaret y
siguió bajo su autoridad. Su madre conservaba todo esto en su corazón.
II. Oramos con la Palabra
No hay oración para este día.
Esta oración está incluida en el libro: Evangelio 2011 de
EDIBESA.
III. Compartimos la Palabra
Elías pasó a su lado y le echo encima su manto
Comenzamos el “ciclo de Eliseo” hablando de su vocación. La vocación de Eliseo
que es todo un ejemplo maravilloso del seguimiento de Cristo, de escucha a la
voz del Dios que le llamó.
La llamada de Dios a través del profeta Elías irrumpe en el día a día de Eliseo. La
llamada llega al corazón joven donde la vida se abre paso rodeada del cálido
entorno familiar y de una prometedora proyección de futuro (Eliseo era un rico
propietario de tierras), abrazado por la dulce amistad de quienes tanto le
apreciaban, albergando en el corazón aspiraciones justas y nobles. Dios irrumpe
con tal fuerza y delicadeza a la vez, con tal hondura y determinación, que todo,
absolutamente todo queda superado y supeditado al seguimiento. La
consagración de Eliseo por el profeta Elías se da por la investidura del manto de
este sobre el joven como signo de posesión.
Dios, Jesús más tarde, son exigentes en la llamada, eligen y consagran a
hombres y mujeres para entregarse a Él con pasión, totalidad, entusiasmo y
alegría. La vocación tiene un carácter absoluto una llamada apremiante a vivir el
evangelio con radicalidad. Seguir a Dios no se hace sin rupturas, sin ciertas
renuncias. Abandonar trabajos, familia, riquezas es difícil, pero esto se nos pide
por el Reino de Dios. A quienes aceptan y libremente se comprometen, Jesús les
da a cambio una vida de amistad con Él.
Eliseo tiene un gesto de despedida, organiza una comida. Sigue el camino
marcado por Dios sin vuelta atrás, quema naves, corta amarras, para no caer en
la tentación de volver atrás. ¿Somos capaces nosotros de ser sensibles a la
llamada de Dios y hacerla llegar a los demás con sencillez, con humildad, pero
con toda la fuerza que viene de Dios? ¿Somos capaces de seguirle, dejándolo
todo por lo que realmente merece la pena? ¿Dejamos oír la voz de Dios en
nuestro corazón?
¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?
Hoy celebramos el Inmaculada corazón de María que nos remite de una manera
directa y misteriosa al Sagrado Corazón de Jesús celebrado ayer. En María todo
nos dirige a su Hijo. Son dos corazones unidos en el tiempo y en toda la
eternidad. El modo más seguro que tenemos para llegar a Jesús es mirando y
acompañando a María. Por eso nos consagramos al Corazón de Jesús por medio
del Corazón de María que nos invita a confiar en su amor maternal. Ese corazón
de madre preocupada del que hoy podemos disfrutar en el Evangelio de Lucas,
donde Jesús se queda en el templo.
Se queda en el templo, para ocuparse de las cosas de su Padre, increíble
respuesta de un niño de tan solo 12 años de edad. Mientras que María estaba
preocupada, Jesús estaba seguro, tranquilo y hasta le costaba entender porque
el afán de la búsqueda desesperada de sus padres. Jesús tenía su misión en la
casa de su Padre y así se lo hace saber a José y a María. Ella se va dando cuenta
de todo. María no es solo su madre, es también la primera y mejor discípula,
totalmente unida a su destino. María necesitó guardar y meditar en su corazón
para enseñarnos a todos el trabajo de la fe, de estar siempre alerta para ver a
su Hijo y escuchar su palabra. Juan Pablo II decía, que toda la vida de Jesús
mirada por una fiel y filial sumisión al Padre celestial. Mi comida- decía- es hacer
la voluntad de Aquel que me envió a llevar a cabo su obra (Jn 4-34).
MM. Dominicas Monasterio Sta. María la Real
Bormujos (Sevilla)
Con permiso de dominicos.org