D OMINGO XXI, CICLO “B”
+ Hace ya un mes que hemos comenzado a leer y meditar en la Santa Misa
este capítulo 6 del Evangelio de San Juan que hoy culminamos.
A lo largo de este discurso, Jesús ha hablado de la fe y de la Eucaristía ; de la
necesidad de creer que él es el Pan Vivo que ha bajado del cielo ; y ha dicho que es
necesario alimentarse de su carne y de su sangre para poder tener la vida eterna.
+ Resultado: muchos de los discípulos de Jesús han quedado asombrados y
desconcertados. Y decidan abandonar a Jesús , no volver ya con Él.
+ Reacción de Jesús: (muy distinto a lo que haríamos nosotros):
* no hace un milagro “para taparles la boca”
* no los hace escarmentar con un castigo.
Mansamente, simplemente, les hace ver que si les cuesta creer esto, aún más
les costará creer que Él, siendo verdadero hombre, vuelva como Hijo de Dios a
sentarse a la derecha del Padre en los Cielos, pasando antes por la ignominia de la
Pasión y muerte, para luego resucitar...
+ Nuevamente, el punto decisivo es la fe : Dios nos llama, nos invita, nos hace
comprender que tenemos una grave responsabilidad de dar una respuesta afirmativa,
pero nunca nos fuerza a creer , nunca nos impone la fe de modo violento. Dios es
infinitamente respetuoso de la libertad del hombre. Él nos ha hecho libres, y quiere
una respuesta desde nuestra libertad… El día del Juicio Final, cada uno deberá dar
cuenta de cómo ha usado ese don tan espléndido de Dios, que es la libertad.
Por eso, cuando anunciamos el Evangelio, debemos respetar cuidadosamente
la libertad del oyente (y viceversa: el anuncio de la Verdad en nuestras vidas reclama
una libre adhesión: total, voluntaria, comprometida.
La vida está llena de “momentos de decisión ”: hay situaciones de las que
sólo se sale optando .
+ “Nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre”.
La fe es un regalo de Dios , no es un esfuerzo nuestro.
Dios nos concede la fe, y por eso creer es posible, es razonable, “es justo y
necesario, nuestro deber y salvación...” debemos pedir a Dios; que nos aumente la fe
si ya la tenemos; que nos hagamos cada día más fuertes en ella; que cultivemos el don
de la fe. De modo que no se trata sólo de tenerla… sino de vivirla .
No es una “cosa” que se posee... es un talento que hay que hacer producir...
Dios nos lo regaló el día de nuestro Bautismo, al hacernos hijos suyos. Y
nosotros nunca comprenderemos suficientemente cual es el valor de la fe: al darnosla,
Dios ha depositado en nosotros algo de Él mismo. La fe no es un “seguro de vida”
para que nada nos pase. Pero sí es tener en nosotros la fortaleza de Dios para vencer
en todos las dificultades. La fe no es “resignarse a no pensar” ; sino que es tener algo
de la luz divina para poder entender los secretos de Dios, que Él nos revela para
hacernos partícipes de ellos.
Tener fe o no tenerla, es la diferencia entre un día radiante de sol o nublado.
En realidad, entre una vida radiante , o una vida nublada ...
+ La Fe nos hace hijos de Dios, y nos hace vivir en familia (Iglesia). La
“eclesialidad” de la fe es no poca cosa, en este tiempo de individualismos. Es el
fundamento y la garantía de un permanente espíritu de solidaridad sin fronteras...
+ Además de valorar y agradecer la fe, se trata de hacerla crecer y fructificar.
Judas recibió la fe... pero la ahogó... Es un riesgo también para nosotros.
En la Iglesia Dios nos da los medios para que cultivemos y desarrollemos la
fe... que debe expresarse en obras (sino, la fe está muerta en su soledad... [cfr. Sant
2,17]).
+ Avivemos el don de la fe.
Judas lo perdió
Pedro y los demás apóstoles fueron probados en su fe…y pese a los tropezones y
caídas se levantaron y llegaron a dar el supremo testimonio de la fe en Cristo: el
martirio .
Si sentimos que nuestra fe es débil, pidamos aumento de la misma al Señor;
recordemos que la fe necesita de un “clima”, un ambiente propicio para crecer : la
Iglesia, la oración, los sacramentos, la vida de gracia, la caridad operante, etc...
María es Reina de los creyentes (y su modelo e intercesora.) También a
nosotros nos dará su “sí”, cuando le pidamos que nos ayude a crecer en la fe.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel