D OMINGO XXIV, CICLO “B”
+ La Profesión de fe de Pedro ocupa el centro del Evangelio de Marcos.
Hasta aquí, en esta Iª parte: hay un despliegue de poder en milagros y en
expulsión de demonios, en medio de la incomprensión de sus discípulos; Jesús se ha
manifestado como Hijo de Dios, pero pidiendo que esto se mantenga en secreto.
IIª parte: empieza ahora: con la manifestación pública como Mesías sufriente ;
y lo hace abiertamente .
+ El Evangelio de hoy concluye esta primera parte, y Jesús se retira para hacer un
balance, y saber qué piensa la gente de Él. Las diversas respuestas nos muestran un nivel
de comprensión imperfecto:
“Juan el Bautista...” : era el precursor, y él mismo había dicho que era inferior al
Señor, pero...
“Elías...” : profeta de milagros asombrosos, que había actuado también en la política
de su tiempo, había luchado contra los profetas de los falsos dioses, y era esperado
por los judíos como profeta que anunciaría la llegada del Mesías...
“Alguno de los profetas...” : uno más, y no “ Él Profeta”...
+ Esto se decía de Jesús... pero ¿y qué dicen ellos?
Pedro responde, “ correctamente . Y Jesús ordena que no le digan a nadie.
Porque “Mesías” tenía de hecho, muchos significados, y la palabra creaba muchas
expectativas: particularmente, la de un Rey glorioso, que intervendría para establecer un
reino terrenal, restauración del antiguo Reino de Israel ( opinión muy difundida, que Pedro
compartía...).
Pero Jesús quiere corregir las falsas nociones del mesianismo. Por eso no permite
que se lo proclame públicamente como tal, y manda guardar el secreto. Y por eso, después
de imponer la obligación de este secreto a Pedro, el Señor enseña a sus discípulos algo
nuevo: “Jesús comenzó a enseñar ...” y claramente (no ya en “secreto”)...
Tenemos aquí el Primer anuncio de la Pasión: Jesús hace una síntesis profética
de su Pasión y de su Muerte. Para nosotros es muy claro, porque es lo que más conocemos
de la vida del Señor. Pero para los discípulos estas palabras sonaban sin sentido y
difíciles de entender (por la idea de un “mesianismo” lleno de gloria militares y
políticas).
Por eso Pedro intenta corregir a Cristo: “no es posible que eso ocurra...”.
También él se ha visto influenciado por las ideas políticas de su tiempo.
+ Jesús responde a Pedro muy duramente: “Apártate de mí, satanás !...” Es una
respuesta semejante a la que da en la escena de las tentaciones . Porque justamente de eso
se trata: hablar de una redención sin sacrificio personal es una tentación del diablo.
Querer hacer desaparecer la Cruz del camino cristiano es algo que merece ser atribuido
a una tentación diabólica.
+ “Tu piensas como los hombres, no como Dios...” La Salvación por el camino de
los triunfalismos es una solución humana fácil, fatua e irreal... La vida humana está llena
de sacrificios...
Dios lo sabe, y elige el “peor” camino de todos, el más difícil, para manifestar su
fuerza salvadora. La Sabiduría de Dios salva a los hombres por la Cruz, que para los ojos
humanos es debilidad y locura (como dice San Pablo).
La Cruz no fue para Cristo un desenlace casual e imprevisto, algo que se saliese de
sus cálculos y arruinase sus planes. Por eso habla hoy al respecto tan claro... Por eso,
después de rechazar los planteos humanos de Pedro, Jesús convoca a todos sus discípulos
y a toda la gente (no sólo a los doce... a todos sus seguidores... también a nosotros) para
hacer un solemne llamado:
“El que quiera venir conmigo, niéguese... cargue su cruz, y sígame”.
El camino de Cristo es el de la Cruz. No hay otro.
Llevar la cruz implica aceptar que el sacrificio y la renuncia forman parte de
nuestro camino en este mundo, en esta vida, como un medio para alcanzar la gloria eterna
en el Cielo, donde ya no habrá cruz, sino sólo Resurrección y vida.
Nadie ama la cruz por la cruz misma... pero todos podemos y debemos cargarla
para seguir a Jesús y alcanzar junto a Él la vida gloriosa que la Cruz le ha permitido ganar
para sí mismo y para nosotros. No será tan duro si consideramos que Él va a la cabeza, que
Él incluso carga con nuestras cruces y sufre por nosotros, y nos da ejemplo para que
sigamos sus huellas.
+ Reconsideremos hoy nuestra decisión de seguir a Jesús.
La pregunta a sus apóstoles se dirige hoy a nosotros:
¿Quién dicen ustedes que soy Yo?
Nuestra respuesta de fe en su mesianidad debe incluir la adhesión a la Cruz.
Tenemos que admitir que la Salvación de Cristo pasa por la Cruz, y que Dios está - en el
sacrificio, y en el sufrimiento y el dolor que el mismo comporta - confortando y avalando
nuestra entrega, como la de Jesús. Sólo así tendremos la seguridad de que nuestros
criterios son verdaderamente los de Dios, y no los de los hombres.
No nos engañemos con falsos mesianismos, que en ningún caso nos exigen
esfuerzos de autosuperación, ni de abrazar la cruz para llegar a la gloria. Que nuestra fe
se muestre en la aceptación serena de la cruz, y se haga viva en las obras (II° lect.); que se
exprese en un amor práctico y real que pueda convencernos y convencer a los demás de
que en la Cruz - y sólo en ella - está la Salvación (Hch 4,12).
Amén.
Padre Dr. Juan Pablo Esquivel