“No le quebrarán ninguno de sus huesos”
Jn 19, 31-37
Autor: Pedro Sergio Antonio Donoso Brant
1. PIDIERON A PILATO QUE HICIERA QUEBRAR LAS PIERNAS DE LOS
CRUCIFICADOS
Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara
retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese
sábado era muy solemne. Según la ley judía, los cuerpos de los ajusticiados no podían
quedar en el “palo” durante la noche; había que enterrarlos el mismo día, porque el reo así
muerto es “maldición de Dios” (Dt 21:22-24).
Y los crucificados, según hacen saber los autores de la antigüedad, podían vivir en la cruz,
entre terribles dolores, toda la noche y aun, pasada ésta, todo el día e incluso podían vivir
tres o más días. Máxime se había de exigir que esto se cumpliese en este día, ya que, a la
puesta del sol, comenzaba el día 15 del mes de Nisán, que era el día santísimo de la
Pascua. Josefo, historiador judío, atestigua que era la costumbre que se hacía en su
tiempo con los crucificados.
Por eso destacó aquí Juan: “ese sábado era muy solemne”. Sólo estaba prohibido el
trabajo en el día de Pascua y en el séptimo, pero no en los otros, aunque en ellos había
especiales festividades religiosas; y, aunque posteriormente se incluyó el 14 de Nisán en
la denominación de los “ázimos,” no tenía prohibido el trabajo. En la práctica no tenía este
día reposo sabático.
2. EL SUPLICIO DEL CRURIFRAGIUM.
Los “judíos,” que, como es frecuente en el Evangelio de Juan, son los dirigentes, los
celosos observadores de la ley, entonces le rogaron a Pilato, que abreviase aquel suplicio.
Hicieron saber a Pilato, probablemente por subalternos del procurador (Jn 18:28c), que
deseaban se respetase su ley en lo tocante a este punto. Pilato accedió a ello.
Posiblemente no quiso no excitar rebeliones de fanatismo judío. Si la simple presencia de
unos “estandartes” romanos estuvo a punto de provocar una revolución en Jerusalén en
sus días, la profanación abierta de la ley con unos crucificados, en el día santísimo de la
Pascua, podría dar lugar a todo tipo de rebeldías contra el procurador.
Los judíos pidieron al procurador que les “rompiesen las piernas” al crucificado y luego los
quitasen de las cruces, es que sabían que habían de lograrlo, según los procedimientos
penales romanos. Y esta petición era que se aplicase el suplicio del “crurifragium”, este
consistía éste en romper con una clava de madera o hierro las piernas de los crucificados,
produciéndoles así la muerte casi instantáneamente. El crurifragium no era para los
romanos parte de la crucifixión, como lo era la “flagelación”; pero era tan usual, que
Cicerón dice de él que corría como un proverbio lo siguiente: “No se muere si no es
partiendo las piernas” a los condenados.
3. UNO DE LOS SOLDADOS LE ATRAVESÓ EL COSTADO CON LA LANZA,
En Evangelio de san Marcos 15:44, se relata que Pilato se admiró de la pronta muerte de
Cristo. Esto orienta a pensar que la cruz de Cristo no tenía un apoyo para las piernas, ya
que los crucificados podían resistir hasta unos tres días vivos en la cruz, Probablemente se
quiera también expresar con ello la libertad de Cristo en su muerte.
Pilato envió, con la autorización, soldados para aplicar el “crurifragium.” Pero lo aplicaron a
los dos ladrones. No se sabe por qué vinieron primero a ellos dos y dejaron a Cristo en
medio. Acaso soldados distintos se apostaron uno a cada lado de los ladrones y les
aplicaron el tormento por turno. Pero, como Cristo estaba muerto, no le aplicaron el
tormento del “crurifragium.” El respeto a la muerte pudo contener a aquellos enviados.
Pero, en cambio, uno de los “soldados,” acaso el centurión responsable de la custodia,
para asegurarse bien y no tener luego posibles responsabilidades, le dio el golpe de gracia
con una “lanza.” Con ella le “atravesó el costado”. El soldado buscaba, sin duda, atravesar
el corazón, para garantizar la muerte, y hasta él, sin duda, llegó. El efecto inmediato que
se produce con esta lanzada es que “al instante salió sangre y agua.”
La sangre que sale del costado abierto de Jesús simboliza su muerte, que Él acepta para
salvar la humanidad; es expresión de su gloria, de su amor hasta el extremo (1,14;13,1);
es la entrega del pastor que se da por las ovejas (10,11) es el amor del amigo que da la
vida por sus amigos (15,13).
4. EL QUE VIO ESTO LO ATESTIGUA: SU TESTIMONIO ES VERDADERO Y ÉL
SABE QUE DICE LA VERDAD, PARA QUE TAMBIÉN USTEDES CREAN.
Como hipótesis médica de esto, se propone el aumento en gran proporción del líquido
pleural y pericárdico por efecto de los sufrimientos y tremenda agonía de Cristo; y
explicándose la salida de la “sangre” y del “agua” o líquido seroso por una alteración del
líquido pleuro-pericárdico después de un cierto tiempo, saliendo primero un plasma
predominante de hematíes, y luego, por estar en la parte superior, el líquido seroso y
brillante, lo que en lo humano, por la cantidad y el tipo, llamó fuertemente la atención del
evangelista, allí presente .
El evangelio lo garantiza así: “El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; él
sabe que dice verdad”. Esta forma extraña, en tercera persona, y que alude evidentemente
a San Juan, podría explicarse por un modo de hablar conocido de los semitas; pero
probablemente se refiere a una garantía de los discípulos del “círculo” de Jn (Jn 21:24),
que avalan con la verdad suya la de su maestro a la hora de la publicación por ellos del
cuarto evangelio.
5. PARA QUE TAMBIÉN USTEDES CREAN
Ante el espectáculo de Jesús con el costado atravesado, el evangelista, da una prueba
grande y un solemne testimonio, para que todos aquéllos que le escuchan puedan llegar a
creer. Esta manifestación definitiva y suprema será el fundamento de la fe de los
discípulos futuros. Hay que notar que sólo en este episodio, el evangelista se dirige a sus
lectores con el “para que también ustedes crean”.
El costado atravesado de Jesús sobre la cruz es el gran signo hacia el cuál convergen
todos los personajes mencionados a lo largo del evangelio, pero sobre todo los lectores de
hoy, a los cuáles se les concede el comprender el pleno significado de la existencia de
Jesús. La narración del costado abierto es, para el evangelista, la clave interpretativa de su
entregarse por la salvación de la humanidad.
Y aunque si tal signo pudiera parecer como una paradoja para el lector de hoy, en el plan
de Dios se convierte en manifestación de su potencia salvífica. ¿No podía escoger Dios
otro signo para manifestarse como amor que salva? ¿Por qué ha escogido la de un
hombre condenado a muerte y muerto en una cruz? Esta imagen de Dios, Jesús la realiza
en este signo: Dios se manifiesta solamente en el amor generoso capaz de dar vida.
6. “NO LE QUEBRANTARÉIS NINGUNO DE SUS HUESOS”
Los Padres han interpretado místicamente esta “agua” y “sangre” como símbolo del
Espíritu (Jn 9:39) que se recibe en el bautismo (Jn 3:5); y la “sangre” no sólo testifica el
sacrificio de Cristo, sino que en ella se ha visto una alusión a la eucaristía (Jn 6:51.53ss).
Jesucristo “es el que viene por el agua y por la sangre” (1 Jn 5:6-8) 65. Y, en síntesis, han
visto en aquellos a la Iglesia, esposa de Cristo, saliendo de él como “dormido,” como Eva
salió del costado del primer hombre cuando dormía.
El sentido de haber dado esta lanzada al costado de Cristo y no romper sus huesos por el
“crurifragium,” es precisado por el evangelista citando dos textos de la Escritura.
El primero, en sentido literal directo, se refiere al cordero pascual. En efecto, estaba
legislado que al cordero pascual “no le quebrantaréis ninguno de sus huesos” (Ex 12:46;
Núm 9:12).
San Juan, ve en Cristo el cumplimiento “típico” de esta prescripción profética, con lo cual
está presentando a Cristo como el verdadero Cordero pascual, inmolado por los pecados
del mundo (Jn 1:29).
El segundo pasaje que cita sobre Cristo en su muerte es un texto del profeta Zacarías (Zac
13:10). El texto, tanto crítica como conceptualmente, en su sentido literal directo, es
discutido. Se propone de él la siguiente lectura: “y derramaré (Dios) sobre la casa de David
y sobre los moradores de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración, y me mirarán (se
volverán) a mí; (y) al que traspasaron, lo llorarán como se llora al unigénito, y se
lamentarán por él como se lamentan por el primogénito.”
7. DE SU COSTADO ABIERTO FLUYE EL AMOR
Esta extrema prueba de amor, que no se rinde ante el suplicio de la muerte en cruz, es
objeto de contemplación para nosotros en este día de la solemnidad del Sagrado Corazón
de Jesús. De su costado abierto fluye el amor, que al mismo tiempo es inseparablemente
suyo y del Padre. También el agua que brota representa, a su vez, al Espíritu, principio de
vida. La sangre y el agua evidencian su amor demostrado y su amor comunicado. La
alusión a los símbolos del agua y del vino en las bodas de Caná es claro. Ha llegado la
hora en la que Jesús ofrece el vino de su amor. Ahora empiezan las bodas definitivas. La
ley del amor extremo y sincero (1,17) que Él manifiesta en la cruz, revalidado por su
mandamiento “como yo os he amado, así amaos también vosotros los unos a los otros”
(13,34), viene infusa en el corazón de los creyentes con el Espíritu.
El proyecto divino del amor se completa en Jesús en el brotar de la sangre y el agua
(19,28-30); ahora se espera que se realice en los hombres. En esto el hombre será
ayudado por el Espíritu que emerge del costado atravesado de Jesús que,
transformándolo en un hombre nuevo, le dará la capacidad de amar y de llegar a ser hijos
de Dios (1,12)
La Paz de Cristo Jesús viva en sus corazones
Fuentes: Algunos comentarios están tomados de la Biblia Nacar-Colunga, y otros Comentario la Lectio Divina
ocarm.org.