EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 5,38-42.
Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente.
Pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal: al contrario, si alguien te
da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la otra.
Al que quiere hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto;
y si te exige que lo acompañes un kilómetro, camina dos con él.
Da al que te pide, y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.
Comentario del Evangelio por
San Cipriano (v. 200-258), obispo de Cartago y mártir
Los bienes de la paciencia, 15-16; SC 291
«Yo os digo, no repliquéis al malvado»
«Sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del
Espíritu, con el vínculo de la paz.»(Ef.4, 2) Con esto enseña que no puede
conservarse ni la unidad ni la paz, si no se ayudan mutuamente los hermanos y no
mantienen el vínculo de la unidad, con auxilio de la paciencia...
Perdonar a tu hermano que te ha ofendido no sólo setenta veces siete, sino
todas las ofensas; que debes amar a tus enemigos, que debes rogar por los
adversarios y perseguidores (Mt 5,39.44; 18,22) ¿Podrías acaso sobrellevar todos
estos preceptos si no fuera por la fortaleza de la paciencia? Esto lo cumplió, según
sabemos, Esteban: siendo asesinado... no pedía venganza para sus asesinos, sino
perdón con estas palabras: Señor, no les tengas en cuenta este pecado (Hech 7,
60). Tal convenía que fuese el primer mártir de Cristo... no sólo se hiciese el
pregonero de la pasión del Señor, sino su imitador en la inmensa mansedumbre y
paciencia.
¿Qué diré de la ira, de la discordia, de las enemistades, que no deben tener
cabida en el cristiano? Haya paciencia en el corazón y estas pasiones no entrarán
en él... El apóstol Pablo nos advierte de eso: "No entristezcais al Santo Espíritu de
Dios... eliminad de vuestra vida todo lo que es amargura, ira, cólera, insultos" (Ef.
4,30-31). Si el cristiano escapa a los extravíos y a los asaltos de nuestra naturaleza
caída, como de un mar en furia, si se establece en el puerto de Cristo, en la paz y
la calma, no debe admitir en su corazón cólera ni discordia. No le está permitido
devolver mal por mal (Rm 12,17), ni dar cabida al odio.
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