EVANGELIO DEL DIA
¿ Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68
Evangelio según San Mateo 6,1-6.16-18.
Tengan cuidado de no practicar su justicia delante de los hombres para ser vistos
por ellos: de lo contrario, no recibirán ninguna recompensa del Padre que está en el
cielo.
Por lo tanto, cuando des limosna, no lo vayas pregonando delante de ti, como
hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser honrados por los
hombres. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa.
Cuando tú des limosna, que tu mano izquierda ignore lo que hace la derecha,
para que tu limosna quede en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te
recompensará.
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en
las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos
ya tienen su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu
Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que
desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han
recibido su recompensa.
Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro,
para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en
lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará.
comentario del Evangelio por
San Juan de la Cruz (1542-1591), carmelita descalzo, doctor de la Iglesia
Cántico Espiritual B, estrofa 1, 6-7 (trad. Obras completas editorial
Sígueme 1992)
«Cuando vayas a orar, entra en tu habitación»
Pide aquí el alma Esposa cuando dice: ¿Adónde te escondiste?... Le
respondamos mostrándole el lugar más cierto donde está escondido, para que allí lo
halle a lo cierto con la perfección y sabor que puede en esta vida y así no comience
a vaguear en vano tras las pisadas de las compañías. (cf Ct 3,2).
Para lo cual es de notar que el Verbo Hijo de Dios, juntamente con el Padre y
el Espíritu Santo, esencial y presencialmente está escondido en el íntimo ser del
alma; por tanto, el alma que le ha de hallar conviénele salir de todas las cosas
según la afección y voluntad y entrarse en sumo recogimiento dentro de sí misma,
siéndole todas las cosas como si no fuesen. Que, por eso, san Agustín, hablando en
los Soliloquios con Dios, decía: No te hallaba, Señor, de fuera, porque mal te
buscaba fuera, que estabas dentro. Está, pues, Dios en el alma escondido, y ahí le
ha de buscar con amor el buen contemplativo, diciendo: ¿Adónde te escondiste?
¡Oh, pues, alma hermosísima entre todas las criaturas, que tanto deseas
saber el lugar donde está tu Amado, para buscarle y unirte con él! Ya se te dice que
tú misma eres el aposento donde él mora y el retrete y escondrijo donde está
escondido; que es cosa de grande contentamiento y alegría para ti ver que todo tu
bien y esperanza está tan cerca de ti, que esté en ti, o, por mejor decir, tú no
puedas estar sin él. Catá, dice el Esposo (Lc. 17, 21), que el reino de Dios está
dentro de vosotros. Y su siervo el apóstol san Pablo (2 Cor. 6, 16): Vosotros, dice,
sois templo de Dios.
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